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La gran decepción se llama Messi: penalti fallado, a la sombra de Mbappé y criticado
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"Una sombra de sí mismo"

La gran decepción se llama Messi: penalti fallado, a la sombra de Mbappé y criticado

El argentino tuvo el partido en su mano, pero le tembló el pulso en el momento más decisivo ante Courtois. El gol de Mbappé le deja en un segundo plano y maquilla su floja actuación

Foto: La flamante estrella del PSG defraudó en el partido más importante de la temporada. (Reuters/Gonzalo Fuentes)
La flamante estrella del PSG defraudó en el partido más importante de la temporada. (Reuters/Gonzalo Fuentes)

Cuando el PSG consiguió estampar la firma de Leo Messi y llevarse consigo al mejor jugador de la historia, la capital francesa enloqueció. Era la guinda del pastel para un proyecto megalómano que ya había hecho saltar la banca en diversas ocasiones y cuya máquina de billetes provenientes de Qatar no había conseguido la tan ansiada Champions League. Porque ese es el verdadero objetivo del club-estado que dirige Nasser Al-Khelaïfi bajo Qatar Sports Investments. La Ligue1 es un mero sparring y la Copa de Francia sobra. La Champions es la gran esperanza y, de no ganarla, una catástrofe. Para ello han estado inyectando dinero a mansalva. Messi debía suponer el empujón definitivo para tejer un equipo espectacular que ya tenía a Neymar Júnior y Kylian Mbappé en nómina. Sin embargo, su partido contra el Real Madrid refleja lo que está siendo su temporada: irreconocible.

placeholder Leo se lamenta durante el encuentro. (EFE/Ian Langsdon)
Leo se lamenta durante el encuentro. (EFE/Ian Langsdon)

El argentino recibió el Balón de Oro de 2021, pero su galardón es un espejismo en su juego en Francia. Un oasis entre la sequía de goles, asistencias y jugadas extraordinarias que solía dejar clavadas en la retina en Barcelona. Antes de cruzarse con el Real Madrid, equipo al que no marca desde hace cuatro años, ya había sido duramente criticado. Su rendimiento no estaba a la altura de las enormes expectativas depositadas en su figura y a pesar de haber firmado el mejor encuentro del año ante el Lille en la Ligue 1 (un convincente 1-5), la actuación contra el Rennes en el último choque de liga volvió a mostrar esa imagen del Leo Messi frustrado, impotente, desconectado y que no encuentra un puente con el que comunicarse con Kylian Mbappé, la verdadera estrella del PSG.

La Champions League da opciones de redimirse. Es la competición más pomposa que sirve de refugio emocional y competitivo al futbolista más desolado y criticado que haya por lo que fue y ya no puede ser. Un notable partido salva una temporada y modifica dinámicas. No así para Messi. El argentino amasó tanto la pelota como quiso. Se le buscó en muchas ocasiones a la espalda del centro del campo blanco, ya fuese su compatriota Leandro Paredes, el hiperactivo Marco Verratti o su inseparable socio, Ángel Di María. Pero no pudo ganar el encuentro en ningún momento a pesar de recibir muchas pelotas en situaciones ventajosas. Demasiado lento tras contactar con el balón, frágil a la hora de chocar con los defensores blancos, impreciso en el último pase. Ni rastro de sus demoledores disparos con rosca al segundo palo. Pasó de puntillas, como si estuviese desmotivado o la noche no fuese realmente con él.

Mbappé hizo lo que Messi nunca pudo

No se puede decir lo mismo de Kylian Mbappé. El francés se siente el mejor jugador del PSG y no duda en demostrarlo en cada jugada de ataque. Todo debe acabar en él y... no se le puede reprochar nada, porque es el delantero más decisivo como demostró en el 1-0. Determinación y decisión. Eso es lo que le faltó a Messi en cantidades industriales contra el Real Madrid. No hablamos solo del penalti, la acción más crucial del encuentro que desperdició ante un titánico Thibaut Courtois, sino de todo el resto de acciones que protagonizó y que dejaron frío al mayor fan del albiceleste. Messi no parecía Messi. Sí que parecía un jugador de 34 años que ya lo ha ganado todo y no tiene nada que demostrar a nadie. Pero no ese futbolista que sabe que el peligro de su equipo orbita alrededor de su silueta y es él quien marca el ritmo.

placeholder Messi estuvo discreto. (EFE/Yoan Valat)
Messi estuvo discreto. (EFE/Yoan Valat)

Al contrario, Messi no fue el director de la orquesta, sino un músico más en la extraordinaria actuación de Mbappé. El francés dinamitaba el sistema defensivo del Madrid, pero Messi, que dejó un par de pases de gol fantásticos (uno a Mbappé y otro a Neymar), no hizo suyo el PSG. Lejos de ser ese jugador ultradecisivo y de brindarle el mejor contexto posible para ganar el partido en la frontal del área, Leo no resolvió el partido ni a través del juego ni de la pelota parada. Perdió 23 pelotas, completó 5/7 regates y solo disparó dos veces entre los tres palos.

Liberado de la presión y de tareas defensivas ante un Real Madrid conservador y rácano que anhelaba el 0-0 desde el minuto 1, Leo experimentó el microcosmos que vive en París. "Me dijo que sufre mucho al jugar con frío y con nieve. Hay que acostumbrarse a lo que es el frío de allá seguramente", afirmaba el delantero del Atlético de Madrid, Luis Suárez, en una entrevista con TNT Sports el pasado diciembre. La prensa francesa no andaba con tantos rodeos. "Es la sombra de sí mismo", juzgaba 'Le Parisien'. Contra el Madrid volvió a ser ese jugador gris.

placeholder Courtois detuvo su pena máxima. (Reuters/Gonzalo Fuentes)
Courtois detuvo su pena máxima. (Reuters/Gonzalo Fuentes)

Quizás el estado anímico y futbolístico de Messi lo plasme esa falta que mandó al limbo con el 0-0. Un golpe franco que ni cogió portería a diferencia de los blancos disparos que envío a Courtois a lo largo del encuentro. El 30 del PSG se quedó pasmado, con la mirada perdida hacia la grada parisina. Como si el tiempo se hubiese detenido y reflexionara a cerca de dónde se habían marchado sus superpoderes de Barcelona. Messi ha perdido potencia, agresividad goleadora, velocidad y... olfato frente al portero.

Sus números esta temporada (siete goles y ocho asistencias en 21 partidos, solo dos en liga) son los de un jugador que sufre sobre el césped y no encuentra su lugar en un corral del que no es el gallo. Contra el Madrid no tuvo inspiración ni cambio de ritmo. Estuvo indolente en la presión. También participativo porque le gusta estar en contacto con la pelota y completar el mayor número de pases posible, pero sin desequilibrar ni levantar a los aficionados del PSG de su asiento. A 30 metros de la portería y recibiendo por delante de la línea de centrocampistas rivales al no poder matar al Madrid a su espalda, Messi navegó a la deriva al rescate del jugador que fue y... ya no encuentra. El argentino tendrá una nueva oportunidad de justificar su sueldo astronómico de 40 millones de euros en marzo, cuando el PSG visita al Madrid en el Santiago Bernabéu.

Cuando el PSG consiguió estampar la firma de Leo Messi y llevarse consigo al mejor jugador de la historia, la capital francesa enloqueció. Era la guinda del pastel para un proyecto megalómano que ya había hecho saltar la banca en diversas ocasiones y cuya máquina de billetes provenientes de Qatar no había conseguido la tan ansiada Champions League. Porque ese es el verdadero objetivo del club-estado que dirige Nasser Al-Khelaïfi bajo Qatar Sports Investments. La Ligue1 es un mero sparring y la Copa de Francia sobra. La Champions es la gran esperanza y, de no ganarla, una catástrofe. Para ello han estado inyectando dinero a mansalva. Messi debía suponer el empujón definitivo para tejer un equipo espectacular que ya tenía a Neymar Júnior y Kylian Mbappé en nómina. Sin embargo, su partido contra el Real Madrid refleja lo que está siendo su temporada: irreconocible.

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