El hartazgo de Ter Stegen y la reprimenda que pone en alerta al Barcelona
El guardameta fue el héroe visitante una noche más. El Slavia de Praga estuvo muy cerca de rascarle un empate a un Barça falto de ideas. El alemán no está contento con la actuación de sus compañeros
Una vez más, Ter Stegen volvió a ser el salvavidas del Barça en el partido ante el Slavia de Praga en Champions (1-2). El alemán, cuyo papel en su selección está lejos del que ejerce en Barcelona, mantuvo su equipo por delante en el marcador cuando este se descosía ante la avalancha de llegadas checas. En su casa, el Slavia mostró ímpetu, coraje y voluntad. Mientras, los de Valverde se encerraban en su área jugando con fuego. El conjunto culé estuvo lento, dubitativo y perdido en el caos. Sin más clarividencia que la que aportaban con cuentagotas sus delanteros, los azulgranas estuvieron a un paso de ser avergonzados por un combinado inferior.
Si eso no pasó fue precisamente por Ter Stegen: el guardameta se echó a los suyos a la espalda en los momentos más complicados. Se multiplicó con las manos y con los pies en un buen puñado de ocasiones para achicar agua. Lo suyo ya es heroico. Hasta nueve veces chutó a puerta el Slavia de Praga. El alemán tuvo trabajo y volvió a demostrar su talento bajo palos. Como ante el Borussia en suelo teutón, donde atajó un penalti y desquició a Marcos Reus, o ante el Inter en el Camp Nou. Ter Stegen sacó a relucir su amplio repertorio de reflejos felinos en un mal partido de sus defensas, sobre todo con tres paradones de muchísimo mérito. El más impresionante de ellos, un disparo desde el punto de penalti de Zeleny, completamente solo, que el alemán sacó con los pies cuando en el Eden Arena ya se cantaba el gol.
Claro que, lejos de echarse flores, el guardameta fue explícito en zona mixta tras acabar el encuentro. Y es que, cuando llegó a la Ciudad Condal hace seis años, Ter Stegen, entonces con 22 primaveras, contempló un vestuario repleto de estrellas experimentadas. Jugadores como Xavi, Iniesta o Mascherano que actuaban como auténticos líderes, asumían la responsabilidad y daban la cara ante la prensa. No le tocaba a él hablar entonces, pero las tornas han cambiado. Ter Stegen es ahora uno de los veteranos y figura clave en los títulos cosechados por el club en este tiempo (una Champions, entre ellos). Además, el alemán también ha vivido en carne propia los dos duros varapalos de las últimas temporadas en la competición europea, por lo que sabe lo que dice. No es de extrañar su cabreo este pasado jueves.
Viejas pesadillas
"Es necesario hablar de algunas cosas", advirtió con rostro serio. Ter Stegen está preocupado tras la imagen ofrecida la pasada noche por sus compañeros. El alemán puso en sobreaviso al vestuario y mostró abiertamente su hartazgo por actuar tantas veces de socorrista. Se mordió tímidamente la lengua, pero su mensaje fue claro: o el equipo espabila o sufrirá una nueva estocada, la que seguramente sea definitiva para el proyecto encabezado por el 'Txingurri'. "No hemos jugado al nivel que queríamos estar. Menos mal que sacamos los tres puntos, que es lo más importante. Esto siempre pasa, hay cosas que mejorar. Es un tema más interno, no quiero hacerlo aquí, no soy yo. Me gustaría hablar con los que han estado en el campo, ¿no?", comentó ante los micrófonos de los periodistas.
Sus palabras fueron en consonancia con las expresadas por Ernesto Valverde posteriormente en rueda de prensa. Las desconexiones del equipo en encuentros trascendentales, especialmente en la liga de las estrellas, empañan el crecimiento que se estaba experimentando en las últimas semanas. El extremeño reconoció que el equipo perdió demasiadas oportunidades para sentenciar el partido y que dieron alas a un rival que les llegó por todos los frentes. La versión del Barcelona en el césped recordó demasiado a la presenciada en Roma y Liverpool, cuando el equipo cedió demasiado terreno a su oponente, se mostró inoperante y acabó pagándolo.
El Barça tiene un serio problema a nivel psicológico, ciertos bloqueos que parecen atormentarlo por Europa. Ya le pasó tras la era Cruyff y hasta la llegada de Rijkaard. Valverde y su cuerpo técnico tendrán que seguir trabajando en ese aspecto. La plantilla, como no puede ser de otra manera, salió del campo checo con más dudas que certezas pese a conquistar el liderato del grupo y tener bien encarrilado, salvo hecatombe, el pase a la ronda de octavos. Viejas pesadillas parecen perseguirles.
Cuestión táctica
Ter Stegen vino a decir "basta ya" y, en cierta medida, fue incluso más autocrítico que su entrenador. El guardameta, por otra parte, tampoco tuvo reparos en reconocer que el equipo concede demasiado en ciertos minutos de los choques: "Nos empatan en la primera ocasión de la segunda parte, no nos puede pasar. Estaba bastante solo. No lo hace bien, da un pase y está delante de la portería. Hay cosas que tenemos que mejorar. Esto es una cosa táctica, que no volvimos al cien por cien". No le falta razón, el Barcelona ha dejado escapar partidos este curso por sus empanadas mentales, errores inocentes y exceso de relajación en momentos muy poco oportunos: en el 89' ante el Athletic, en el 7' y 81' ante Osasuna o en el 2' ante el Granada, por ejemplo. A Ter Stegen estas situaciones no le gustan lo más mínimo.
El Barcelona tiene tiempo más que suficiente para digerir y reflexionar bien este partido, un claro toque de atención. El aplazamiento del Clásico otorga margen, porque el siguiente duelo de Liga no será hasta el próximo martes contra el Valladolid en el Camp Nou. Está por ver si el equipo es capaz de sanar bien sus heridas para ganar en confianza de aquí a Navidad. Luego llegará la hora de la verdad y tocará poner en práctica lo aprendido.
Una vez más, Ter Stegen volvió a ser el salvavidas del Barça en el partido ante el Slavia de Praga en Champions (1-2). El alemán, cuyo papel en su selección está lejos del que ejerce en Barcelona, mantuvo su equipo por delante en el marcador cuando este se descosía ante la avalancha de llegadas checas. En su casa, el Slavia mostró ímpetu, coraje y voluntad. Mientras, los de Valverde se encerraban en su área jugando con fuego. El conjunto culé estuvo lento, dubitativo y perdido en el caos. Sin más clarividencia que la que aportaban con cuentagotas sus delanteros, los azulgranas estuvieron a un paso de ser avergonzados por un combinado inferior.
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