Escándalo en el Camp Nou, el árbitro le hizo un favor al Barça: cabrear a Messi
El colegiado tuvo un roce con el argentino y éste se enfadó. Lo que pasó a continuación, lo de siempre. Leo Messi se desató por completo, fue un huracán y lo pagó la Juventus
Los amantes de las componendas y las conspiraciones arbitrales ya tienen un nuevo nombre para apuntar en su agenda negra: Skomina. Es el nombre del colegiado esloveno que pitó este martes en el Camp Nou y es innegable que ayudó al conjunto azulgrana. ¿Cuál fue su error? ¿Se comió algún penalti clarísimo? ¿Expulsó a algún jugador italiano? ¿Anuló un gol correcto a la Juve? Pues no. Nada de eso. El gran fallo de Skomina fue enfadar a Leo Messi, que, como todo el mundo sabe, es la peor idea del mundo junto a la de disparar a huracanes de fuerza 5 con la esperanza de que se asusten o pierdan fuerza. Tocarle las narices al jugador argentino y empezar su versión extraterrestre fue todo uno. Un escándalo, vaya.
Corría el minuto 55 cuando el conjunto azulgrana ya ganaba 1-0, con gol de Messi en el último minuto de una primera parte que se le puso espesita al Barcelona gracias al orden de la Juve, que logró cortar líneas de pase y probó a Ter Stegen en varias ocasiones. Comenzó la segunda mitad y Pjanic cometió un falta sobre el argentino, que sin aspavientos le pidió al árbitro, que la había señalado, que además enseñara tarjeta. Como el esloveno se hizo el sueco y pasó por su lado sin mirarle, Leo le tocó el hombro y Skomina lo consideró motivo suficiente como para enseñarle una amarilla. Y ese fue el momento en el que cambió el encuentro: cuando Leo se cabreó.
Al minuto siguiente, una carrera a toda máquina del astro que rebotó en un jugador de la Juve la aprovechó Rakitic para marcar el 2-0. Seis minutos después, Buffon tuvo que emplearse a fondo para despejar a córner una falta del argentino. Catorce minutos más tarde Iniesta se la cedió a Leo que hizo esa jugada que tanto le gusta, que tantas veces hace, que todo el mundo sabe que lo va a hacer y que, sin embargo, no hay forma de evitarla. De fuera hacia dentro, con el balón cosido al pie y sorteando rivales, Messi cruzó el balón y el portero italiano asistió como un espectador más al 3-0, viendo pasar la pelota por su lado. Y todo por culpa del árbitro.
Otra espina fuera
El crack azulgrana tenía además una espina clavada. Hasta anoche no había conseguido marcarle nunca a Buffon en las tres ocasiones anteriores en las que se habían visto las caras y la Juve además fue el verdugo del Barça en cuartos de final de la Champions la pasada campaña. Pues ya está. Otro reto menos para Messi, que se dio un largo abrazo con el mítico meta italiano al final del encuentro mientras éste parecía decirle algo al oído y Leo sonreía.
La primera versión del astro, la de los primeros partidos con cara de pocos amigos, ha quedado en el olvido. En su debut esta temporada en Europa ya ha marcado dos goles, siete de los últimos nueve que ha conseguido el Barça en este principio de temporada llevan su firma y la grada, aunque no sea novedad, coreó con veneración su nombre. Que con Leo la vida es más fácil también es mundialmente conocido, pero hay que recalcar además el cambio del equipo respecto al de la pasada temporada. El centro del campo, que servía a veces para ver cómo el balón le pasaba por arriba, ha vuelto a ganar protagonismo y es evidente que Valverde ha dado la orden de que vuelvan a sobar la pelota, abrir a los extremos y buscar pacientemente oportunidades.
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En definitiva, fue una noche tan feliz en el Camp Nou que el público se olvidó hasta de Bartomeu, que el sábado pasado, tras un 5-0, tuvo que escuchar cánticos que pedían su dimisión. El presidente también se lo puede agradecer a un señor esloveno que en el minuto 55 tomó la peor decisión de todas: enfadar a un tal Leo Messi.
Los amantes de las componendas y las conspiraciones arbitrales ya tienen un nuevo nombre para apuntar en su agenda negra: Skomina. Es el nombre del colegiado esloveno que pitó este martes en el Camp Nou y es innegable que ayudó al conjunto azulgrana. ¿Cuál fue su error? ¿Se comió algún penalti clarísimo? ¿Expulsó a algún jugador italiano? ¿Anuló un gol correcto a la Juve? Pues no. Nada de eso. El gran fallo de Skomina fue enfadar a Leo Messi, que, como todo el mundo sabe, es la peor idea del mundo junto a la de disparar a huracanes de fuerza 5 con la esperanza de que se asusten o pierdan fuerza. Tocarle las narices al jugador argentino y empezar su versión extraterrestre fue todo uno. Un escándalo, vaya.
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