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Zidane, la última bala que ha impuesto la hegemonía del Real Madrid en Europa
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ha creado una obra casi perfecta

Zidane, la última bala que ha impuesto la hegemonía del Real Madrid en Europa

Para que este equipo haya ganado dos Copas de Europa consecutivas la gestión de Zidane ha sido indispensable, no solo devolviendo el hambre al equipo, sino mejorando a su grandísima estrella

Foto: Zidane ya ha ganado más Copas de Europa como entrenador que como jugador. (Reuters)
Zidane ya ha ganado más Copas de Europa como entrenador que como jugador. (Reuters)

La casualidad rara vez explica la realidad. En el fútbol influyen tantísimos factores externos como en el mismo césped que la casualidad no existe en ningún caso. No se gana un partido 'de milagro' y mucho menos una competición larga. El torneo más difícil del mundo solo se lleva a casa si se se ha sido mejor que todos los demás. El Madrid ha sido mejor que todos los demás dos años consecutivos. Nadie lo había hecho jamás. No existían hasta ahora dos fotos de un capitán levantando la Copa de Europa sin que hubiera el capitán de otro equipo de por medio. Lo ha hecho el que tenía que hacerlo, el más grande de la historia de esta competición y de este deporte siendo dirigido por uno de los mejores jugadores de todos los tiempos.

Zinedine Zidane ha ganado ya más Champions como entrenador que como jugador. Y solo ha entrenado dos años a un club. En sus dos primeras temporadas como entrenador profesional ha triunfado donde otros sueñan con hacerlo una vez a lo largo de infinitas carreras. No hay casualidad en ese éxito nunca antes alcanzado. Hay una idea envidiable de cómo gestionar al vestuario más duro de todos, al que ha quemado a entrenadores considerados los más exigentes u otros que venían al Bernabéu con un currículo que ocupaba varias páginas y, pese a ello, salían escaldados como un gatito que cae en un barreño de agua helada.

A Zidane no le asustaba el reto de dirigir al equipo de su vida, como siempre ha definido al Madrid. Porque uno no puede temer lo que ya conoce. La palabra experto viene de experiencia, y Zizou tenía más que nadie. Para haber sido considerado durante su carrera como uno de los grandes de siempre, Zidane debía atesorar en su mente una inteligencia privilegiada. A veces tendemos a considerar a los futbolistas como unos mentecatos que apenas saben más que darle pataditas a un balón, pero olvidamos que el fútbol requiere de inteligencia táctica, madurez psicológica, confianza y saber estar a edades que, en muchos otros casos, la preocupación mayor no va más allá de aprobar en junio. Y Zidane tiene una mente de genio, de intelectual, que oculta tras un elegante perfil bajo.

Si usted se para a pensar qué era el Madrid hace año y medio y lo que es ahora, probablemente se acabe por marear, deje de pensar y, si es madridista, vuelva a celebrar la conquista de anoche. Zidane no era más que el último parapeto de un Florentino Pérez acorralado y con la idea de la dimisión remoloneando por su cabeza. Florentino no creía en él, lo quería mandar al Marsella porque no le veía preparado para liderar a su juguete. Y en cambio, se ha encontrado con el entrenador perfecto para crear una nueva generación dorada, una nueva era madridista. Un "hombre de la casa", como se definió él mismo, gestionando un monstruo competitivo que se dedica a ganar títulos como una rutina recuperada de los años de Franco y Bernabéu.

Hay incontables ganadores en la plantilla del Madrid. Uno de ellos es Cristiano Ronaldo, que se ha reído de todos los que le criticaban marcando diez goles en los últimos cinco partidos de la Champions League. Una vertiginosa racha final no puede explicarse si no es a través de la mano de Zidane. "Sacó lo mejor de mí. Lo importante es cómo se llega al final y Zidane supo administrarme. Fue una buena decisión", dijo Cristiano después de ganar su cuarta Copa de Europa. En 2014 y en 2016, el portugués acabó con la lengua fuera, agobiado por la carga de minutos en un cuerpo que ya no es el del joven que llegó en 2009. Dejó de jugar en varios partidos, sin ir siquiera convocado, y ha finalizado la temporada como el mejor madridista, el verdadero líder de esa serie de futbolistas campeones que vibró en Cardiff.

No se gana un doblete sin una gran plantilla. Es imposible, de hecho. Y el Madrid tiene jugadores para aburrir. Tantos que en la grada, sin vestir, estaban James, Lucas y Pepe. Literalmente sobraban. Y pese a que eso es así, Zidane supo cómo hacerlo para que hasta el último partido estuvieran todos motivados, todos con ganas de sumar, todos sintiéndose partícipes de los logros que se iban consiguiendo. Del primero hasta el último, han sido importantes en determinado momento para obetner la Liga y la Champions. Solo Mariano y Coentrao no han llegado a los mil minutos, y solo el lateral se ha quedado sin marcar de los jugadores de campo. El reparto de oportunidades y de esfuerzos ha sido amplísimo.

Y ha sabido ser justo, no solo con sus jugadores, sino con el fútbol, con las necesidades de su equipo. La presión externa le hacía dudar sobre si jugaría Gareth Bale la final. En Cardiff, la casa del extremo, no podía ser suplente, pero venía de mucho tiempo de inactividad. No es una final el lugar para probaturas, para arriesgarse a que le pase como a Simeone con Diego Costa en Lisboa. Zidane 'pagó' a Isco toda la deuda que tenía con él. Se merecía jugar la final y la jugó. No brilló, pero el resultado es lo que importa. Zidane acertó… otra vez.

Zidane tiene un problema a partir de ahora y no es otro que seguir siendo el entrenador del Madrid. ¿Qué pasa con eso? Que cuando se gana importa el día que se consigue, queda para la historia, pero al día siguiente ya se piensa en volver a ganar, volver a empezar. Dos Champions seguidas es el camino hacia la tercera. La exigencia es seña de identidad de esa blanca casa, y a Zizou el próximo curso se le juzgará únicamente por lo que logre entonces. Pero es Zidane. No lo aparenta, pero lo tiene todo controlado. Y si él controla, el Madrid seguirá ganando.

La casualidad rara vez explica la realidad. En el fútbol influyen tantísimos factores externos como en el mismo césped que la casualidad no existe en ningún caso. No se gana un partido 'de milagro' y mucho menos una competición larga. El torneo más difícil del mundo solo se lleva a casa si se se ha sido mejor que todos los demás. El Madrid ha sido mejor que todos los demás dos años consecutivos. Nadie lo había hecho jamás. No existían hasta ahora dos fotos de un capitán levantando la Copa de Europa sin que hubiera el capitán de otro equipo de por medio. Lo ha hecho el que tenía que hacerlo, el más grande de la historia de esta competición y de este deporte siendo dirigido por uno de los mejores jugadores de todos los tiempos.

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