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La inquebrantable personalidad de Cristiano, ante el reto de encontrarse a sí mismo
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una eliminatoria para volver a ser el que era

La inquebrantable personalidad de Cristiano, ante el reto de encontrarse a sí mismo

Vuelven los colchoneros al Bernabéu. Cristiano estará sobre el verde. Pero ¿cuál de ellos? ¿El de los 20 goles en Liga, a 13 de Messi, o el de los cingo goles al Bayern?

Foto: Cristiano explotó en los cuartos contra el Bayern. (EFE)
Cristiano explotó en los cuartos contra el Bayern. (EFE)

Es posible que Cristiano Ronaldo sea la persona más odiable dentro del fútbol. Una vez, hace ya bastante tiempo, dijo una frase para recordar: "Tener demasiada humildad es un defecto. A mí se me ama o se me odia". Era el momento en que asumía que Messi volvía a ganar otro Balón de Oro en 2013. "Ni siquiera Dios es capaz de agradar a todos", añadió con un tinte indudablemente redentor al asumir con sobradísima entereza que miles de personas le miraban con reconocible desprecio, otros con disimulada envidia. Él no iba a cambiar su manera de ser, mucho menos su forma de jugar, esa misma que le había elevado al Olimpo mundial en el deporte que le llena el corazón desde que puede andar. Esas cualidades, las que le han hecho historia viva, llevan perdidas un tiempo y el Atlético está ahí, enfrente de él, esperando el embate.

Foto: El Real Madrid está en semifinales gracias a Cristiano. (EFE)

La personalidad de Cristiano está definida como su físico, curtidos ambos después de más de década y media como profesional. La seguridad le acompaña en todo lo que hace y una capacidad tal es imposible de alcanzar si el entorno de la persona no le ayuda a que así sea. Es decir, a Cristiano se lo han puesto fácil. Llevan años diciéndole lo bueno que es y la fuerza que le daba demostrar en el campo que tenían razón los que lo decían le ha ido permitiendo ir amasando un ego inconmensurable, a veces tan necesario para ser una estrella en este deporte y prácticamente en cualquiera. Pocas leyendas de cualquier disciplina no se han considerado a sí mismos inmejorables. Jordan, Pelé, Ali, Schumacher...

Quizá lo que nadie le enseñó es cómo llegar a la cuesta abajo con las manos en los frenos. Con 31 años, Cristiano se va acercando (con mayor presteza de la que desearía) al final de su carrera y nadie le va a decir ahora, después de conquistar el cetro de Di Stéfano en el Real Madrid, lo que tiene o no tiene que hacer. "No me digas lo que no puedo hacer", que diría John Locke a, por ejemplo, Benjamin Linus. Obviamente, ni siquiera Zidane le va a cortar las alas, y menos ante la eliminatoria del año, a la cual Cristiano llega con unos números que asustan... pero no en el sentido positivo.

"Como entrenador, Cristiano es el mejor rematador que he tenido. No he tenido la oportunidad de jugar con él, jugué contra él. Sus datos son impresionantes. Sí tuve la suerte de hacerlo con Ronaldo el brasileño que también era extraordinario. Les tengo envidia porque yo no tenía estos goles, daba pases, pero gol no tenía tanto como ellos. Son jugadores impresionantes", dijo Zidane este lunes en la previa al derbi europeo. "Cristiano siempre ha jugado de extremo y de vez en cuando, por sus cualidades, puede jugar de delantero centro porque es muy bueno, pero su posición es extremo y nadie lo va a cambiar. No podemos olvidarnos de 400 goles en esa posición. Con su calidad puede jugar también en otro sitio", dijo el fin de semana pasado.

Nadie habla de la evolución lógica del jugador. Cristiano ya no es un extremo. Es una simple cuestión del desarrollo físico y táctico con el que un futbolista convive a lo largo de su trayectoria que, por lo general, se asume con naturalidad. Juanfran Torres pasó a ser lateral y sin duda él sabe que si hubiera seguido siendo extremo no habría debutado jamás con la Selección. Durante una década Cristiano fue el mejor extremo izquierdo del mundo. Ahora es uno de los mejores rematadores que existen. ¿Es el mejor? Puede que sea el mejor que ha tenido Zidane, que entre el Castilla y el Madrid tampoco es que tenga demasiado donde elegir.

Es muy bueno, pero los números no engañan. Ha dado la impresión que este año Cristiano no ha jugado tanto, que entre problemas físicos iniciales y las rotaciones impuestas por su entrenador se ha perdido muchos partidos. Habitualmente, Cristiano juega sin problemas unos 4.000 minutos por temporada, y este año ya va por 3.500. ¿A qué viene esto? A que su rendimiento goleador no se ha visto afectado por jugar menos. Y sin embargo, ahora mismo, ya en mayo, Cristiano 'solo' suma 32 goles entre todas las competiciones. Su registro no era tan bajo desde su primera temporada en el Madrid, cuando en 2.915 minutos hizo 33 goles.

Foto: Cristiano volvió ser el Cristiano de siempre. (Reuters)

La personalidad de Cristiano es inquebrantable, ya lo sabemos. A veces intenta regates que él mismo sabe que no le van a salir, lanza carreras que no va a ganar y dispara faltas que no van a ser gol. Pero lo sigue intentando. Sigue intentando jugar de extremo incluso cuando juega de delantero. Ahí ha marcado sus últimos goles. De '9', del dorsal que le dio Florentino ante 80.000 personas el 6 de julio de 2009. Cinco al Bayern, otro al Valencia... y antes de eso, el vacío. De repente, con su recital ante los alemanes, sus cifras en la Champions no parecen tan negativas. Siete goles, suena razonable; bajo para un tío que hizo 17 en 2014 y 16 en 2016, pero buen número. Pero siete goles en tres partidos, de diez disputados...

Y al Atlético le ha marcado en la Copa de Europa, pero cuando ya no aportaba más que la alevosía al golpe madridista en Lisboa. No fue decisivo ni en aquella final ni en la de Milán. Sí, tiró el último penalti, poco más. Le dio el pase a Chicharito en 2015 en una eliminatoria en la que se le vio poco más que a Benzema, que no jugó la vuelta. El Atleti se le ha dado bien toda la vida. Ese hat-trick en el Calderón de la primera vuelta está bastante reciente como paradigma de lo que comentamos. Vuelven los colchoneros al Bernabéu. Cristiano estará sobre el verde. Pero ¿cuál de ellos? ¿El de los 20 goles en Liga, a 13 de Messi, o el de los cingo goles al Bayern?

Es posible que Cristiano Ronaldo sea la persona más odiable dentro del fútbol. Una vez, hace ya bastante tiempo, dijo una frase para recordar: "Tener demasiada humildad es un defecto. A mí se me ama o se me odia". Era el momento en que asumía que Messi volvía a ganar otro Balón de Oro en 2013. "Ni siquiera Dios es capaz de agradar a todos", añadió con un tinte indudablemente redentor al asumir con sobradísima entereza que miles de personas le miraban con reconocible desprecio, otros con disimulada envidia. Él no iba a cambiar su manera de ser, mucho menos su forma de jugar, esa misma que le había elevado al Olimpo mundial en el deporte que le llena el corazón desde que puede andar. Esas cualidades, las que le han hecho historia viva, llevan perdidas un tiempo y el Atlético está ahí, enfrente de él, esperando el embate.

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