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El intento de épica del Barcelona se estrella contra el racionalismo de la Juventus
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el 3-0 de la ida sentenció la eliminatoria

El intento de épica del Barcelona se estrella contra el racionalismo de la Juventus

Los italianos controlaron desde el primer minuto el 'tempo' del partido, ellos no son el PSG. Los de Luis Enrique tuvieron pocas ocasiones porque se vieron perdidos en un partido dominado

Foto: Messi y Suárez se lamentan. (Reuters)
Messi y Suárez se lamentan. (Reuters)

Invocar al milagro como rutina no es una estrategia sensata. En el Barcelona lo sabían, pero tampoco pudieron hacer nada para evitarlo. Tras el diluvio de Turín solo podían hablar de la épica, del recuerdo de lo del PSG y de la capacidad del equipo para sobreponerse a la adversidad. Un conjunto de cuestiones que, en realidad, se parecen muy poco a la filosofía del club. Han pasado una década acostumbrados al juego bonito, al toque infinito y al dominio absoluto de las circunstancias. Cuando perdían era por algún detalle nimio, en su cabeza siempre era inmerecido, salvo algunas ocasiones concretas, como una semifinal contra el Bayern que marca uno de los puntos más bajos de una trayectoria por lo demás envidiable.

Foto: Imagen de un sorteo de Champions en Nyon. (EFE)

La idea de Luis Enrique era tratar de emular todo aquello que funcionó contra el PSG. El problema es que enfrente no había franceses sino italianos y que el entrenador era Allegri y no Emery, que tuvo una de las tardes más desafortunadas de su carrera en el nefasto partido que terminó con su equipo eliminado. La Juve, un grande de Europa, planteó el partido como una continuación de lo que había pasado allí. Sin locuras, con calma, manteniendo la tensión en todo momento. Siendo, al fin y al cabo, un equipo muy serio.

Desde el primer momento demostraron que no se iban a amedrentar por más que el estadio estuviese lleno y la grada rugiese. El Barcelona, con todo lo grande que es, no era suficiente para torcer la voluntad de un equipo que tiene las cosas muy claras. Son italianos, de los que tienen en la mente que para ganarles hay que derribarles tres veces por lo menos, los que nunca se dejan llevar por más que la fiesta parezca estar preparada solo para su divertimiento.

Hubo ráfagas de juego en las que el Barcelona se acercó, aparentó, amenazó. Pero no fue. No encontró el camino al gol, ni siquiera hubo grandísimas ocasiones más allá de un remate de Messi en el minuto 18. La Juventus empezó mordiendo desde el primer minuto, presionando arriba para no dejar que los de Luis Enrique estuviesen cómodos. Su ejercicio defensivo fue, una vez más, formidable, una lección para el PSG, que consideró 20 días antes que bastaba con acumular gente en la frontal para detener al rival, algo que se demostró empíricamente falso en aquella noche aciaga para sus intereses.

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Football Soccer - FC Barcelona v Juventus - UEFA Champions League Quarter Final Second Leg - The Nou Camp, Barcelona, Spain - 19 4 17 Juventus' Gianluigi Buffon celebrates with teammates after the match Reuters Sergio Perez Livepic

Buffon, la defensa y Pjanic

La Juve tiene muy buena zaga, por jugadores y por conceptos. Son de esos futbolistas solidarios, que tapan las vergüenzas del compañero y que siempre saben por dónde va a ir la jugada y hacía que lado hay que bascular para ahogar al rival. La Juve empieza su estrategia de defensa desde Higuaín, el delantero centro, hasta Buffon, un portero colosal -aunque con muy poco trabajo en el Camp Nou- que manda en el área y es capaz de colocar a sus peones para que nunca puedan hacerle daño. Un tipo inteligente.

Foto: Gianluigi Buffon y Lionel Messi. (Reuters)

En toda esta trama destacó especialmente un jugador, Pjanic, que hace unos meses era un mediapunta de clase y ahora es un centrocampista todoterreno. Con su calidad, que es mucha, y una enorme capacidad para robar balones y jerarquizar el juego. La transformación es magnífica, pues no es en absoluto sencillo contarle a un artista que también tiene que ser excelente en la fontanería y la intendencia. Él lo ha conseguido y es un jugador en crecimiento, en el camino a ser una estrella. Su función, como la de Khedira, era trastear en la línea previa a los centrales, un lugar en el que se mueve mejor que nadie en el mundo Messi, que desde esa posición ha construido un imperio. No apareció en el partido, lo intentó, se movió, pero nada.

La estrategia del Barcelona era mantenerse en sus trece y confiar en que aparecerían más tarde o más temprano sus estrellas. Se quejaron desde el principio de que el árbitro no parecía muy dispuesto a pitar faltas, pues se encontraron un colegiado no intervencionista, de esos que abundan por Europa. No era la peor opción posible, si el juego se hubiese parado con más frecuencia las posibilidades, ya de por sí remotas, hubiesen sido aún menos. El mucho tiempo efectivo de juego no fue aprovechado por los azulgrana.

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GRA480. BARCELONA, 19 04 2017.- El delantero brasileño del FC Barcelona Neymar Jr (i) se lamenta durante el partido de vuelta de cuartos de final de la Liga de Campeones que FC Barcelona y Juventus juegan hoy en el Camp Nou, en Barcelona. EFE Quique García

El reloj de Neymar

Foto: Luis Suárez acompaña a Neymar tras su expulsión en Málaga. (EFE)

Una remontada es una pelea contra un equipo y contra el reloj. Los jugadores, por más profesionales que sean, saben que el tiempo es su mayor enemigo, que marcar tres goles en 90 minutos es posible, pero hacerlo en diez no tanto. Esa medida es la que marca la desesperación, la que hace que el gesto, que en el principio es de concentración, se convierta en crispado y tenso. Algunos jugadores, como Neymar, tienen un resorte dentro que transforma ese miedo y esa competitividad en cierta agresividad. Pudo ser expulsado antes del descanso por una entrada que no vino a cuento pero el árbitro decidió que con una amarilla era suficiente.

Al Barcelona le faltaron ideas, recursos diferentes. Es cierto que la variedad nunca fue su punto fuerte, la excelencia era la clave y hacer una cosa mucho mejor que el resto era el camino del éxito. Tampoco ayudó que en el banquillo no hubiese más que medianías para atacar la segunda parte. Cuando la defensa de la Juve ya había maniatado al Barça en la primera mitad se necesitaban alternativas y lo único que encontró Luis Enrique fue a Paco Alcácer, un delantero que marcaba muchos goles cuando no estaba en la Ciudad Condal. Nadie en el banquillo del Barça podía hacer el más mínimo daño a la Juventus.

La segunda mitad tuvo poco juego, pocas ocasiones, poca vida. A la Juventus, que ha dominado completamente esta eliminatoria, le valía más que de sobra con anestesiar el encuentro. Consiguieron jugar en todo el momento, durante los dos partidos, al fútbol que les convenía. Y en algo tan cartesiano, tan bien organizado y cuadriculado, la épica no tiene rendijas por las que introducirse. Las remontadas ocurren desde un equipo que cree que puede hacerlo y otro que no cree que vayan a conseguir sobrevivir. La Juve no es de esos equipos, la Vecchia Signora cree.

Ficha técnica:

0 - Barcelona: Ter Stegen, Sergi Roberto (Mascherano, min.78), Piqué, Umtiti, Alba; Busquets, Rakitic (Paco Alcácer, min.58), Iniesta; Messi, Suárez y Neymar.

0 - Juventus: Buffon; Alves, Chiellini, Bonucci, Alex Sandro; Khedira, Pjanic; Cuadrado (Lemina, min.83), Dybala (Barzagli, min.74), Mandzukic; e Higuaín (Asamoah, min.88).

Árbitro: Björn Kuipers (HOL). Mostró cartulina amarilla a Iniesta (min.41), Neymar (min.44), Chiellini (min.57) y a Khedira (min.64).

Incidencias: Asistieron 96.290 espectadores en la vuelta de los cuartos de final de la Liga de Campeones disputado en el Camp Nou. En el palco, entre otras personalidades, se encontraban el presidente de la Generalitat de Cataluña, Carles Puigdemont; y el ministro de Educación, Cultura y Deportes, Íñigo Méndez de Vigo.

Invocar al milagro como rutina no es una estrategia sensata. En el Barcelona lo sabían, pero tampoco pudieron hacer nada para evitarlo. Tras el diluvio de Turín solo podían hablar de la épica, del recuerdo de lo del PSG y de la capacidad del equipo para sobreponerse a la adversidad. Un conjunto de cuestiones que, en realidad, se parecen muy poco a la filosofía del club. Han pasado una década acostumbrados al juego bonito, al toque infinito y al dominio absoluto de las circunstancias. Cuando perdían era por algún detalle nimio, en su cabeza siempre era inmerecido, salvo algunas ocasiones concretas, como una semifinal contra el Bayern que marca uno de los puntos más bajos de una trayectoria por lo demás envidiable.

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