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Los 'Celticsaurios' y el bus de la felicidad: pintas, tradición e idolatría por Messi
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Glenn, Graeme y Tom, los ‘abuelos’ del Celtic

Los 'Celticsaurios' y el bus de la felicidad: pintas, tradición e idolatría por Messi

Les apodan ‘la banda de los de un pie en la tumba’, pero beben, animan como el que más y van a Parkhead en autobús, sentados en primera fila. Lógico que el crack azulgrana les adore

Foto: Afición del Celtic de Glasgow
Afición del Celtic de Glasgow

De tan rutinario, es un procedimiento casi mecánico. Con sus 87 años y una vitalidad que asombra, Glenn se subirá esta tarde al autobús en su parada habitual, el pub Dows, una vez cumplimentada la primera parte de un ritual inalterable a lo largo de seis décadas: la ingesta de cuatro pintas de Guinness. Se sentará en el primer asiento, junto a la ventanilla, y verá las calles de Glasgow pasar. En el asiento de al lado, como siempre, estará Graeme (82), que se sube un rato antes, en el Finnegans Wake pub, luego de tomarse siete lagers, vasos de cerveza que este abuelo con hígado de platino ingiere como si de agua se tratase.

Al ratito, en la parada del Cabin Bar, aparecerá Tom (70), que ocupa uno de los lugares de la segunda fila aunque, a diferencia de sus dos colegas, no prueba una sola gota de alcohol. ¡Qué se le va a hacer! Nadie es perfecto. Pero Glenn, Graeme y Tom tienen algo en común que les ha unido toda la vida: son hinchas fanáticos del Celtic. Las veces que coinciden es en ese bus, que religiosamente los lleva a su amada ‘iglesia’ cada vez que hay un partido del equipo católico de Glasgow en Parkhead.

A medida que pasan las paradas, todas, sin excepción, junto a bares y pubs, el vehículo se va poblando de incondicionales de la escuadra verdiblanca escocesa. A los ‘Celticsaurios’ de adelante, los jóvenes de atrás los llaman ‘The one-foot-in-the-grave gang’, la banda de los de un pie en la tumba. Claro que el sueño de todos ellos es, precisamente, llegar a sentarse en esos asientos delanteros, que, por cierto, nadie se atreve a ocupar a sabiendas de que están ‘reservados’ al popular trío. Glenn se subió en él por vez primera hace 55 años… y no se ha bajado una sola vez antes de alcanzar la parada del santuario de los ‘bhoys’.

Esta tarde, el ‘Celtic bus’ se poblará nuevamente, de pub en pub, en busca de una misión cercana a lo imposible: sacar los colores al Barça que pilota el ‘comandante’ Messi, cuya idolatría hacia los culpables del fascinante ambiente que se prepara en las noches de Champions en Parkhead es directamente proporcional a la que esa ingente y curtida tropa de supporters, con los ‘Celticsaurios’ a la cabeza, profesan por el cinco veces Balón de Oro. Y no sólo por sus gambetas imposibles de detectar, sus explosivas arrancadas, su sacrosanta conducción de zurda o sus libres directos teledirigidos a la escuadra. Aún más si cabe por unas declaraciones que el argentino realizó antes de su anterior visita al templo católico del balompié en Glasgow.

“Los partidos contra el Celtic en su cancha son especiales y los recuerdo con cariño. Celtic Park es un estadio difícil. Nunca es fácil sacar de allí un buen resultado. Somos conscientes de que si el Celtic te toca en el sorteo tendremos un partido complicado allí, pero todos los que hemos jugado alguna vez un Barça-Celtic en su cancha, queremos volver otra vez allí. Es el mejor ambiente de fútbol de Europa y todos los que amamos este deporte queremos disfrutarlo de nuevo”.

La visita del genio rosarino a Parkhead será el colofón a un 2016 inolvidable para Glenn, Graeme y Tom, que en este último trimestre volvieron a la normalidad con la primera ‘Old Firm’ en Liga ante el Rangers desde 2012. Todo está nuevamente donde debe, como su ristra de álbumes de recuerdos, repletos de programas de partidos míticos e imágenes con sus ídolos mayores (Jock Stein, Jimmy Jonhstone, Tommy Gemmell, Steve Chalmers, Kenny Dalglish, Paddy Bonner, Paul McStay, Neil Lennon, Henrik Larsson, Chris Sutton, Stan Petrov…) coronando el vetusto mueble del año del caldo que preside el salón de sus respectivos hogares, improvisados museos de una vida en tonos verdes y blancos.

La hazaña ante las huestes de Luis Enrique o una presumible derrota, habida cuenta de la diferencia de arsenal entre el campeón español y el escocés, marcará el ritmo de los latidos en el Celtic bus de vuelta a casa. Euforia máxima y cánticos hasta hacer enrojecer el gaznate, o silencio de cal y mirto. Así es la ‘otra’ Champions League. La de Glenn, Graeme y Tom. La que nunca se televisa, porque no vende, pero de la que estos imbatibles ‘Celticsaurios’ podrían escribir una enciclopedia desde sus asientos reservados en el autobús de la felicidad.

De tan rutinario, es un procedimiento casi mecánico. Con sus 87 años y una vitalidad que asombra, Glenn se subirá esta tarde al autobús en su parada habitual, el pub Dows, una vez cumplimentada la primera parte de un ritual inalterable a lo largo de seis décadas: la ingesta de cuatro pintas de Guinness. Se sentará en el primer asiento, junto a la ventanilla, y verá las calles de Glasgow pasar. En el asiento de al lado, como siempre, estará Graeme (82), que se sube un rato antes, en el Finnegans Wake pub, luego de tomarse siete lagers, vasos de cerveza que este abuelo con hígado de platino ingiere como si de agua se tratase.

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