El Madrid se pega un tiro en el pie que puede ser una bendición en los octavos
Bale y Benzema dieron al Madrid una ventaja sólida, pero el equipo se vino abajo incomprensiblemente y se dejó meter tres goles, uno de ellos por fallo de Keylor. Kovacic lo maquilló
Es difícil de comprender por qué el Madrid se pegó un tiro en el pie en Polonia. Se quedó mudo, como el estadio del ejército polaco, que acabó siendo tan tétrico para los madridistas como el nombre con el que bautizaron el templo del Legia, mientras caían los goles de los locales, haciendo inútil una ventaja más que suficiente para volverse a casa con la buchaca llena de puntos. Pero, de repente, el Madrid metió en el agujero la bola negra, gesto igual de horrible que su equipación, y casi perdió la partida.
Destaquemos, para hacer justicia, que el equipo de Varsovia no es un grupo de inútiles que se ha colado de milagro en la Champions. Bueno, esto último sí, pero no viene a cuento. Es flojo, el más débil del grupo F con diferencia, pero saben jugar al fútbol. Jacek Magiera, el entrenador, sabe que les van a echar de Europa, pero al menos se quiere ir para quién sabe cuánto tiempo dejando una impresión lo más positiva posible. Ya tiene, por ahora, su partido épico.
Si el lector recuerda, el Madrid goleó en el Bernabéu, pero la imagen que ofreció distó mucho de rozar la excelencia. El gol de Miroslav Radovic fue una de las tantas ocasiones de peligro que crearon los polacos. Ni se tendrían que creer que hubieran visto tantas veces a Keylor Navas tan de cerca. En su casa y ante unos 300 invitados, que no aficionados propios, mantuvieron las virtudes que enseñaron en Madrid. El propio Radovic y, sobre todo, Vadis Odjidja y su despliegue físico, fueron un peligro demasiado habitual que lo que debía ser para el Madrid. No hay ninguna plaga de lesiones en defensa ni acierto ajeno que sirva como excusa a que el Legia de Varsovia le haga tres goles al campeón de Europa.
Quizá tenga que ver con que Zidane considerara oportuno aprovechar que no le veía casi nadie en las gradas para improvisar. Y decimos improvisar, porque nunca había jugado hasta la fecha con Bale, Benzema, Morata y Cristiano Ronaldo juntos de inicio. No nos engañemos, si había algún día en que parecía razonable utilizar una alineación poco conocida, iba a ser este. Un rival asequible, una superioridad técnica fuera de lo común, y la posibilidad de cerrar la clasificación a octavos para tener dos partidos para decidir qué es mejor, si ser segundo o primero. Ahora, para liderar el grupo hay que ganar los dos partidos que quedan... ¿pero merecerá la pena?
Veamos: si los grupos de la Champions League se hubieran cerrado en la jornada de hoy, los posibles rivales de un Madrid segundo de su grupo serían Arsenal, Benfica, Monaco y Leicester, que casi suena más a Europa League. De lo contrario, siendo líderes, los blancos podrían enfrentar en la siguiente fase a uno entre Paris Saint-Germain, Napoli, Manchester City, Bayern Múnich, Bayer Leverkusen, Porto y Juventus. El abanico, más amplio que el primero, es infinitamente más peligroso potencialmente. Es decir, está mal no ganar al Legia en Varsovia, sobre todo tirando un 0-2 incomprensiblemente, pero peor sería enfrentarse a Ancelotti o Guardiola en octavos de final. Sarna con gusto no pica.
Siendo, sin embargo, como es, el defensor del título, resultaría criticable hasta el infinito que se dejase remontar para conseguir tal objetivo, pese a lo comprensible que pueda llegar a ser. Es extraño, igualmente, que sucediese, no solo por el rival, sino por cómo estaba jugando el Madrid hasta el momento en que los polacos se vinieron arriba. A pesar de lo que se podía esperar, el cuarteto de atacantes se asoció con agilidad e inteligencia, haciendo creer que habían jugado juntos en infinidad de partidos. Las apariencias eran engañosas, ya que no era el 4-2-4 que se anunció, sino que Benzema jugó donde es feliz, por detrás del punta, en el lugar en el que su infinita imaginación cobra un sentido mayúsculo. Inventaba con Bale y dejaba la punta a Morata y a las incorporaciones de Cristiano Ronaldo, creando una superioridad numérica falsa.
Por supuesto, es mucho más sencillo jugar al fútbol con ventaja en el marcador, lo cual logró Bale con una volea de época antes de que se cumpliese el primer minuto de juego. De ahí hasta el gol de Odjidja, el Madrid jugó a placer y creó numerosas combinaciones largas que acababan en la portería de Malarz o cerca de ella. Kroos y Kovacic apoyaban desde atrás, empujando al Legia hasta su campo y cortando las salidas (si un pase superaba su línea, akelarre), mientras que Carvajal era siempre fiel aliado de Bale.
¿Qué falló, entonces? Falló que el doble pivote de Kroos y Kovacic no es suficiente para encargarse de frenar la voluntad del Legia de sacar algo positivo del encuentro. La igualdad numérica en el ataque polaco con respecto a la defensa blanca no era efectiva porque Keylor era otro elemento, pero seis atacaban a seis. ¿Que se debían bastar? Puede ser, pero es jugar con fuego. Que esto es la Champions y cualquiera te puede pintar la cara en un día tonto, como pudo ser este miércoles. Odjidja, por ejemplo, pudo gestionarse una jugada individual excelsa para poner el 1-2 y después, en el segundo tiempo, Radovic y Guilherme tenían unas autopistas por recorrer sin nadie a quien pagar el peaje. Empataron y remontaron. Y en el caso del 2-2, fue también porque Keylor dejó de sumar para el Madrid y lo hizo para el Legia.
Zidane redondeó el día de pruebas con una bajo la imperiosa necesidad: pasó a jugar con tres defensas que, en realidad, eran dos, Varane y Nacho, ya que Carvajal se fue hacia el extremo. Coentrao, por cierto, no estuvo mal. Buscó el entrenador en el arrojo de Asensio, Lucas y Mariano una reacción de coraje, una más de esas en las que se especializó el Madrid hace décadas. La encontró en otro canterano, Carvajal. Un taconazo suyo bajo presión le regaló el empate a Kovacic, el jugador más completo del Madrid en Polonia (que fue uno de los que permitieron el 1-2), de la que se va preguntándose si ha sido un mal resultado o no.
Ficha técnica
3 - Legia: Malarz; Bereszynski, Padzan, Rzezniczak, Hlousek; Moulin, Kopczynski, Odjidja Ofoe (Jodlowiec, m.86), Radovic (Prijovic, m.77), Guilherme; y Nikolic (Kucharczyk, m.69).
3 - Real Madrid: Keylor Navas; Carvajal, Varane, Nacho, Coentrao (Marco Asensio, m.77); Kroos, Kovacic, Bale, Cristiano Ronaldo; Morata (Mariano, m.85) y Benzema (Lucas Vázquez, m.64).
Goles: 0-1, m.1: Bale. 0-2, m.35: Benzema. 1-2, m.40: Odjidja Ofoe. 2-2, m.58: Radovic. 3-2, m.83: Moulin. 3-3, m.85: Kovacic.
Árbitro: Pavel Kralovec (República Checa).
Incidencias: encuentro correspondiente a la cuarta jornada de la Liga de Campeones, disputado en el estadio Wojska Polskiego a puerta cerrada.
Es difícil de comprender por qué el Madrid se pegó un tiro en el pie en Polonia. Se quedó mudo, como el estadio del ejército polaco, que acabó siendo tan tétrico para los madridistas como el nombre con el que bautizaron el templo del Legia, mientras caían los goles de los locales, haciendo inútil una ventaja más que suficiente para volverse a casa con la buchaca llena de puntos. Pero, de repente, el Madrid metió en el agujero la bola negra, gesto igual de horrible que su equipación, y casi perdió la partida.