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La increíble historia del Dundalk: necesita ir a la Champions para construirse un estadio
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Perdió 0-2 en la ida con el Legia de varsovia

La increíble historia del Dundalk: necesita ir a la Champions para construirse un estadio

El modesto club irlandés necesita voltear ante el Legia el 0-2 de la ida de la previa de Champions para soñar con jugar la fase de grupos e ingresar un dinero vital para su futuro

Foto: El Oriel Park es el lugar en el que disputa sus partidos el modesto Dundalk irlandés (FOTOS: (www.dundalkfc.com)
El Oriel Park es el lugar en el que disputa sus partidos el modesto Dundalk irlandés (FOTOS: (www.dundalkfc.com)

El sueño de verano del fútbol modesto llega con cada estío en las rondas previas de la Champions League. Algunos, como el del Astaná kazajo el año pasado, se cumplen y logran avanzar hasta esa fase de grupos donde aguarda la flor y nata del balompié continental. En ese titánico empeño de llevar la contraria a la lógica de los presupuestos se haya ahora inmerso el Dundalk Football Club. En realidad, el caso del campeón irlandés vendría a ser una especie de vuelta de tuerca imposible entre las ‘cenicientas’ que suelen aparecer en escena en la antesala de la mejor competición de clubes del planeta. No sólo por el hecho de ocupar el puesto más bajo en el ranking UEFA (359) de cualquier escuadra que la haya disputado hasta la fecha. También porque el conjunto dirigido por Stephen Kenny necesita imperiosamente esos millones de euros que se embolsaría en caso de remontar en el Wojska Polskiego Stadion de Varsovia el 0-2 que el Legia le endosó la pasada semana.

Inmerso de lleno en una agria disputa referente al contrato de arrendamiento con el propietario de los terrenos sobre los que se erige el Oriel Park, su hogar desde 1919 y actualmente en un importante estado de abandono, el Dundalk parece abocado a construir un nuevo feudo con una capacidad superior y que cumpla con todas las garantías que exige la UEFA para poder albergar encuentros internacionales. Claro está que para poder llevar a buen puerto esos planes de modernización, el mejor equipo irlandés del momento deberá invertir una importante cantidad económica (se habla de unos 30 millones de euros), de la que carece. De ahí que su única vía plausible de financiación pase por embolsarse los cerca de 20 kilos que percibiría del órgano rector del fútbol europeo si esta noche remata en Polonia la gesta que inició el mes pasado ante el Hafnarfjordur islandés y que continuó después mandando a casa al BATE Borisov bielorruso.

Un recinto para 4.500 espectadores

“Lograr un éxito de este calibre podría transformar el panorama del fútbol en Irlanda, puesto que daría una gran confianza a todos los jugadores de este país”, aseveraba el preparador de los ‘Lillywhites’, recordando de soslayo que ningún club de su país ha sido hasta la fecha capaz de meter la cabeza en la fase de grupos de la Champions. En términos numéricos, esta pequeña entidad nacida en 1903 y que cuatro años atrás se benefició de la desaparición de un rival para eludir en los despachos el descenso a Segunda, obtendría un premio 49 veces superior al recibido por conquistar el pasado mayo la SSE Airtricity League (107.000 euros).

La austera existencia de esta escuadra que tiene en vilo a los 35.000 habitantes de una localidad a mitad de camino entre Dublín y Belfast, más conocida por ser el lugar de nacimiento de los miembros (todos hermanos) del grupo musical The Corrs que por el fútbol, quedó patente en el momento en que la UEFA les obligó a trasladarse la semana pasada al AVIVA Stadion de la capital irlandesa para recibir al campeón polaco, dado que su pequeño y destartalado feudo, con capacidad para 4.500 espectadores y superficie de juego artificial, no reunía las condiciones mínimas para albergar un encuentro de la última ronda previa de la Liga de Campeones. La calculadora puso en jaque a un Dundalk que debía vender al menos 12.000 entradas de un aforo de 51.000 para cubrir los gastos de alquiler del estadio nacional, la instalación de la tecnología en la línea de gol y una plataforma destinada a la televisión.

Retransmisión en 'streaming'

Los precios populares, entre 5 y 30 euros el billete, y el desesperado llamamiento de la directiva y los jugadores (todos de nacionalidad irlandesa) surtieron efecto y más de 30.000 vecinos cubrieron los 85 kilómetros que les separan de Dublín para arropar a su escuadra en el día más trascendente de su larga e insignificante historia. El sueño de atravesar el duro umbral de la fase previa y tener la gran posibilidad de quedar emparejados en la siguiente etapa del torneo con algún gigante del fútbol continental fue el atrayente señuelo que movilizó a una parroquia que rara vez supera las 3.000 unidades en los choques que el Dundalk disputa como local en el campeonato doméstico. Su nulo pedigrí dentro del panorama futbolístico patrio le privó incluso de encontrar un canal de televisión que quisiera retransmitir su doble duelo con el campeón islandés en la primera eliminatoria.

Aquel primer obstáculo en su improbable carrera hacia la gloria propició una anécdota que sirve para poner en relieve la extrema humildad del ahora orgullo del condado de Louth. La dirigencia decidió emitir en 'streaming' el choque de vuelta, a través de su página web, algo que finalmente no pudieron llevar a cabo ante la imposibilidad de localizar a la única persona que conocía la contraseña de la línea Wi-Fi del club, y que a la hora del encuentro se encontraba trabajando en una tienda de mascotas.

Con una plantilla de seudoprofesionales valorada en poco más de un millón de euros, en la que la inmensa mayoría de sus integrantes se ven obligados a desempeñar otras labores al margen del balompié para redondear sus emolumentos, esta versión extrema del mitológico e irredento David se dejará la vida esta noche si es necesario con tal de rubricar ante el Goliat polaco una hazaña sin precedentes en el largo historial de la competición más prestigiosa a nivel de clubes. Varsovia bien vale una prima suculenta y, de paso, un estadio nuevo que garantice la viabilidad futura del Dundalk.

El sueño de verano del fútbol modesto llega con cada estío en las rondas previas de la Champions League. Algunos, como el del Astaná kazajo el año pasado, se cumplen y logran avanzar hasta esa fase de grupos donde aguarda la flor y nata del balompié continental. En ese titánico empeño de llevar la contraria a la lógica de los presupuestos se haya ahora inmerso el Dundalk Football Club. En realidad, el caso del campeón irlandés vendría a ser una especie de vuelta de tuerca imposible entre las ‘cenicientas’ que suelen aparecer en escena en la antesala de la mejor competición de clubes del planeta. No sólo por el hecho de ocupar el puesto más bajo en el ranking UEFA (359) de cualquier escuadra que la haya disputado hasta la fecha. También porque el conjunto dirigido por Stephen Kenny necesita imperiosamente esos millones de euros que se embolsaría en caso de remontar en el Wojska Polskiego Stadion de Varsovia el 0-2 que el Legia le endosó la pasada semana.

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