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Del Bosque, la Octava y la similitud con el camino del Real Madrid de Zidane
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muchos parecidos con la champions del 2000

Del Bosque, la Octava y la similitud con el camino del Real Madrid de Zidane

El ahora seleccionador llegó con la temporada empezada tras el fracaso de Toshack, empezó mal, no pudo ganar la Liga, pero llegó a la final de la Champions contra un español, y la ganó

Foto: Del Bosque es manteado por sus jugadores tras ganar la Octava. (Imago)
Del Bosque es manteado por sus jugadores tras ganar la Octava. (Imago)

Si a cualquier aficionado del Real Madrid le dicen a principios de enero que unas semanas después iba a estar sentado en las gradas de San Siro o frente a una pantalla de televisión preparado para ver a su equipo en la final de la Champions League, probablemente se habría reído a carcajadas hasta hacerse daño en la tripa. Le han pasado tantas cosas deportivas e institucionales al Madrid durante esta temporada que era impensable creer que podía terminar siendo un éxito rotundo (que es lo que tiene ganar la Copa de Europa, claro).

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A Zidane no se le exigía ser campeón de Europa, sino competir. Se vio en medio de un follón de dimensiones bíblicas cuando echaron a Benítez y le subieron al primer equipo, más aún teniendo en cuenta que no contaba con el beneplácito del presidente, que no lo consideraba preparado en absoluto para asumir una función tan delicada y determinante. Se le pedía que volviera a crear ilusión en el madridismo y que compitiese hasta el final en los dos frentes que le quedaban, pero de no ganar nada, se entendería visto el panorama que se encontró. Y de repente, puede ganar la Undécima, como le pasó a Vicente del Bosque en el año 2000. De ser interino, a ganar la Octava.

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La historia rara vez se repite con tanta similitud como en estos dos casos, entre los que hay 16 años de diferencia. En la temporada 99-00, John Benjamin Toshack estaba condenado desde casi antes de empezar. Era un matrimonio de conveniencia el que se había formado entre el Madrid y el galés, que llegó el año anterior para sustituir a un Hiddink caduco, que a su vez había reemplazado al siempre breve Camacho. Toshack, como Benítez, llegó con un objetivo claro: moldear a un vestuario muy crecido, muy 'mimado' y que contaba con una serie de egos muy desafiantes y preocupantes para un técnico de unos valores y una personalidad muy firme, demasiado para encajar en el vestuario.

"Un cerdo volando sobre el Bernabéu"

Desde el principio de la relación Toshack-plantilla, los jugadores se sentían incómodos con él, creían que era injusto con ellos y que sólo confiaba plenamente en los jugadores que él había pedido contratar. El ambiente, por tanto, dentro del seno del Madrid era muy tenso, cortante, nocivo. Los resultados, para más inri, no le estaban acompañando en absoluto, por un lado porque los jugadores tampoco estaban por la labor de dar su brazo a torcer y porque la calidad global del plantel era bastante más baja que la de dos años antes, cuando se ganó la Séptima a la Juventus. Ese verano se habían marchado Suker, Mijatovic y Panucci, mientras que Seedorf se marchó al Inter en invierno.

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Era una relación envenenada desde el principio y condenada a morir... o a suicidarse tras aquella frase inolvidable de "es más fácil ver un cerdo volando sobre el Bernabéu que yo rectifique". Del Bosque era el salvador. Un hombre de la casa que ya había tenido que ejercer de bombero en otras muchas ocasiones pero que, esta vez, tenía el cometido de aguantar hasta final de temporada, y hablamos de noviembre. Aún quedaban muchos meses hasta mayo. Y Del Bosque tenía ante sí todos los frentes, pero la exigencia era muy diferente ahora que entonces. Salvar la temporada dignamente ya era un éxito. Y no tenía pinta de que fuera a lograrlo, más después de perder pocos días después por 1-5 contra el Real Zaragoza, quedando 16º a un punto del descenso.

Del Bosque, entonces, implementó un sistema que cambiaría esa temporada: el Madrid pasó a jugar con cinco defensas. Un cambio táctico que se puede interpretar como similar a la introducción de Casemiro como pieza angular del Madrid de Zidane. Y a partir de ahí, el Madrid empezó a remontar. No le dio en absoluto para pelear la Liga. Estaba demasiado lejos del Deportivo. Le dio a malas penas para quedarse a un gol de la final de la Copa del Rey, pero Baljic falló. Y, eso sí, le dio para ganar la Champions.

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Se cargó a los finalistas

Y no fue una Champions cualquiera aquella, la última del siglo XX, ese del que la FIFA dijo que el Madrid había sido el mejor. Del Bosque llegó ya en la segunda liguilla, contra el gran Bayern de Effenberg y Kahn. Su Madrid hizo el ridículo en los dos enfrentamientos directos contra los bávaros, pero hizo lo que tenía que hacer ante Rosenborg y Dinamo de Kiev. Pero luego, en cuartos, el Madrid se las vio con el actual campeón, y Raúl y Redondo lo destrozó en Old Trafford con una exhibición. Y luego, el subcampeón, otra vez el Bayern, que le había hecho ocho goles en dos partidos. Y con un equipo sólido en defensa y determinante en ataque, ganó 2-0 en Chamartín y Anelka se coronó en el Olímpico de Múnich.

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Quizá la mayor coincidencia con aquel año, pues es lo más complicado, es que el Madrid jugó aquella final contra un equipo español. Y uno que, además, partía en principio como favorito, pues estaba en mejor estado de forma, con un juego creciente en cuanto a calidad que se culminaría en el Valencia de Rafa Benítez dos años después. Pero ese Madrid era un monstruo de las finales y desde el primer minuto no dio opción a los de Héctor Cúper. Del Bosque había cogido a un Madrid al borde del descenso y lo hizo campeón de Europa. Zidane cogió a un Madrid en el que la sombra de la dimisión recorría la cabeza de Florentino, y ¿lo hará campeón de Europa?

Si a cualquier aficionado del Real Madrid le dicen a principios de enero que unas semanas después iba a estar sentado en las gradas de San Siro o frente a una pantalla de televisión preparado para ver a su equipo en la final de la Champions League, probablemente se habría reído a carcajadas hasta hacerse daño en la tripa. Le han pasado tantas cosas deportivas e institucionales al Madrid durante esta temporada que era impensable creer que podía terminar siendo un éxito rotundo (que es lo que tiene ganar la Copa de Europa, claro).

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