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El Atlético no dejó de creer y por fin ganó; a este Barcelona ya nadie se lo cree
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el árbitro no vio penalti en una mano rojiblanca

El Atlético no dejó de creer y por fin ganó; a este Barcelona ya nadie se lo cree

Mientras el equipo de Simeone saltó al Calderón convencido de clasificarse para las semifinales de la Champions, el de Luis Enrique empezó a quedarse fuera en la ida

Foto: Griezmann celebra el segundo gol del Atlético. (Juanjo Martín/EFE)
Griezmann celebra el segundo gol del Atlético. (Juanjo Martín/EFE)

Hace ocho días, el Barçaganó un partido en el Camp Nou. Lo ganó porque así lo indicaba el marcador, que en esto del deporte al fin y al cabo es lo que hace o no pasar a la historia por toda la eternidad. Pero por nada más. Aquel día, el Barça salió derrotado y con un pie fuera de la Champions. Porque el que ganó fue el Atlético de Madrid. Poco más de una semana después de aquello, el Atleti se ha metido en el bombo de las semifinales de la Champions League, y el Barça está hundido en una crisis profunda generalizada que sorprende por inesperada y perturba por inexplicable.

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Aquel día en Can Barça, el equipo que vestía con una ‘senyera’ en la espalda se sintió inferior. Jugó olvidando lo que mejor ha hecho en toda su historia, que es la creación, y ya van unas cuantas contra el Atlético de Simeone. De repente, como si alguien hubiese involuntariamente apagado el interruptor de las ideas, al Barça no le valió más que el empuje natural del que va perdiendo. Obtuvieron entonces una remontada que no olía a victoria. Rezumaba inseguridad. Y la tercera derrota en cuatro partidos lo ha confirmado, esta vez con consecuencias verdaderamente desastrosas.

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Al final va a ser verdad aquello de que el campeón de Europa tiene asegurado que no va a ganar al año siguiente. Puede que fuera el Barça el vigente ganador al que más opciones se le daban de volver a levantar la 'Orejona'. Y pese a la idea creada por mérito propio de equipo invencible y dictatorial, la derrota en el Clásico loha dejado en estado de 'shock', sin posibilidad de reacción aparente. Desapareció Messi, Neymar dejó de participar, y Luis Suárez, el único con gol, se perdía en guerras que no podía ganar.

Ilusión acumulada

El Atleti, aun si la derrota había escocido, por su forma más que por su fondo, se creía en la remontada. Se sabía que era posible, más que posible, que era probable. Por qué no iba a llegar el día en que Simeone le ganase a Luis Enrique; por qué no iba a ser para meterse, otra vez, en semifinales de la Champions, se preguntaban los aficionados rojiblancos, henchidos de fe, de la ilusión tantos años acumulada y no satisfecha en Europa. Porque hace más el que quiere y el que cree que el que puede, como dice el dicho. El Atleti se lo creyó desde el primer minuto de la ida. Y lo más importante, le hizo creer al Barça que eran ellos los que no podían, que eran ellos los aspirantes y no los campeones. Hizo pequeño al más grande.

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¿Cómo afrontar alternativamente un partido que tantas veces se había jugado igual y tantas veces se había perdido? Los elementos eran los mismos de siempre, o muy similares a los empleados en otras veces, pero la idea es absolutamente invariable. Es la única forma que conoce Simeone de afrontar un partido contra el Barça: presión, ocupación inexorable de los espacios a lo ancho del campo y velocidad en la ejecución de las jugadas con fines ofensivos. Unas veces salió mal, o solo en parte bien. Esta vez, todoslos experimentos con resultados negativos valieron la pena ser sufridos para la recompensa final obtenida.

Augusto, una pieza casi innegociable

En las últimas ocasiones en las que el Atleti había jugado como lo ha hecho esta vez ante el Barça, acabó con un jugador menos, si no dos. Más allá de la proposición de esas rojas como excusas por las derrotas, el Atleti había jugado bien y quizás el resultado tanto en Liga como en la ida habría sido diferentede no haberse producido. No podemos hablar hipotéticamente. Materialmente, el Atleti consiguió ganar y holgadamente cuando estuvo en igualdad de condiciones, y eso es significativo.

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Augusto entró por el sancionado Torres. Era de esperar. Augusto Fernández ahora mismo es una pieza casi innegociable para mantener la consistencia y, probablemente, el jugador que más rápido se ha adaptado a un equipo de primerísimo nivel y de la máxima exigencia táctica como es el Atlético. Basado en la disposición global para cerrar los espacios por dentro absolutamente al Barça, el Cholo encontró un agujero negro pocas veces descubierto a la espalda de Sergio Busquets. Carrasco cayendo a una banda y descolocando a los centrales y Griezmann haciendo suyo el frente de ataque en una lucha directa contra Mascherano. Saúl barriendo arriba, Augusto y Gabi haciéndolo atrás. No hacía falta casi ni que participaran los defensas propios. Ese despliegue descomunal bastaba.

Ineficaz táctica

La acción más peligrosa del Barça en todo el primer tiempo fue un disparo de libre directo de Messi bastante desviado. El Atleti tampoco se hinchó a probar a Ter Stegen, pero siempre daba sensación de peligro. Es lo que tiene creérselo. Era difícil que el cómputo de ocasiones azulgrana creciese ante la falta de movilidad rápida de la pelota. Dibujando una U mayúscula imaginaria que formaba desde el extremo de una banda, bajando a su lateral, pasando a los centrales y haciendo el recorrido inverso por el otro costado. Así movió el balón el Barça, y el Atleti disfrutó defendiendo esa ineficaz táctica.

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En la presión alta del Atleti, algún error del Barça podía acabar mal. Y tuvo que ser Jordi Alba, el único culé que estaba sacando el balón con decisión, el que despejó hacia dentro. Después de un toque, Saúl la puso en el área de primeras con el exterior, ideal para Griezmann. Era lo justo. Mandaba el Atleti en el marcador, como lo hacía en el césped.

Monumental pitada a Arda

No había vida en el Barça. No se reconocía por ningún lado al equipo que estuvo 39 partidos invicto y que había deleitado al mundo del fútbol con espectáculos constantes. Luis Enrique reaccionó con Roberto y Arda, que recibió una pitada que le tuvo que doler en lo más hondo de su corazón. Fue hombre por hombre, no había cambio. El canterano algo más hizo que Alves, pero no sirvió para nada.

Al final, cuando el Calderón ya paladeaba su bola en el bombo, se encontró con una sentencia mentirosa. Un penalti en una contra que mereció una roja que no se mostró. Rizzoli no la quiso liar, pero lo hizo. Unos minutos después, otro penalti no fue señalado. La infracción sí, pero en el lugar equivocado. No fue en el borde del área la mano del Atlético, sino dentro. Messi mandó el balón a la grada. Pero el Barça tuvo en esa pena máxima el posible gol que igualase la eliminatoria. Esta vez no hubo prórroga. Ni quejas de los atléticos por el arbitraje. Ahora les toca a los culés ejercer el papel de víctima.

Ficha técnica:

2 - Atlético de Madrid: Oblak; Juanfran, Godín, Lucas, Filipe; Saúl, Gabi, Augusto (Savic, m, 91), Koke; Griezmann (Correa, m. 89) y Carrasco (Thomas, m. 72).

0 - Barcelona: Ter Stegen; Dani Alves (Sergi Roberto, m. 64), Piqué, Mascherano, Jordi Alba; Rakitic (Arda Turan, m. 64), Sergio Busquets, Iniesta; Messi, Luis Suárez y Neymar.

Goles: 1-0, m. 35: Griezmann cabecea un centro perfecto de Saúl. 2-0, m. 87: Griezmann, de penalti.

Árbitro: Nicola Rizzoli (Italia). Amonestó a los locales Gabi (m. 69), Godín (m. 84) y Correa (m. 89) y a los visitantes Luis Suárez (m. 70) y Neymar (m. 77).

Incidencias: partido de vuelta de los cuartos de final de la Liga de Campeones, disputado en el estadio Vicente Calderón ante unos 55.000 espectadores. Lleno.

Hace ocho días, el Barçaganó un partido en el Camp Nou. Lo ganó porque así lo indicaba el marcador, que en esto del deporte al fin y al cabo es lo que hace o no pasar a la historia por toda la eternidad. Pero por nada más. Aquel día, el Barça salió derrotado y con un pie fuera de la Champions. Porque el que ganó fue el Atlético de Madrid. Poco más de una semana después de aquello, el Atleti se ha metido en el bombo de las semifinales de la Champions League, y el Barça está hundido en una crisis profunda generalizada que sorprende por inesperada y perturba por inexplicable.

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