Del Bosque y Ancelotti enseñan a Zidane el camino de la redención en la Champions
El técnico francés formó parte, en el campo o en el banquillo, de equipos que fracasaron estrepitosamente en la Liga pero supieron rehacerse para ganar la competición continental
La sensación de vértigo no es nueva para el Real Madrid. Sus jugadores saben que solo una carta puede hacer que esta temporada no sea un fiasco. La competición más valiosa, la Liga de Campeones, se presenta como último reducto en un año en el que el club ha fracasado en la Liga y ha hecho el ridículo en la Copa del Rey.
La lógica invita a pensar que un equipo disfuncional como el Real Madrid está condenado al abismo también en Europa, donde la competencia es máxima y los mejores equipos se ponen siempre sus mejores galas. La historia, sin embargo, recuerda que la lógica no se aplica necesariamente en el fútbol y que se puede llegar a la gloria por la ruta más pedregosa. Dos de los maestros de Zidane, Del Bosque y Ancelotti, han demostrado que es posible.
De hecho, las cuatro últimas copas de Europa de los blancos, las que se encuadran en el fútbol más moderno, llegaron siempre con un Madrid fracasado en Liga. Tal fue el descalabro, que en ninguna de ellas logró siquiera quedar subcampeón en el campeonato local. No importó nada, el Madrid llegó a la Champions, hizo de tripas corazón, terminó triunfando y, de paso, olvidando todas sus miserias.
"El Madrid no solo es candidato, es favorito para la Champions, aquí la regularidad sirve para poco", dice César Sánchez
Zidane conoce la senda, porque ha sufrido en sus carnes temporadas grises en las que la luz solo llegaba al final del camino. El francés dio el golpe en la mesa definitivo en Glasgow, con Del Bosque en el banquillo, para que el Madrid ganase la novena. En la décima, el técnico del Madrid estaba en el banquillo, siguiendo de cerca a Ancelotti para ver cómo se consigue tan complicada ecuación.
La historia de Glasgow, la de la novena Copa de Europa, quedó como la mayor aportación de Zidane a la historia del Madrid. Los blancos habían quedado terceros en la Liga, por detrás del Valencia y el Deportivo, y poco bueno se podía augurar de un equipo que se tenía que enfrentar a la ferocidad de la Champions. Ganó al Bayern en cuartos, al Barcelona en semis y en la final al Bayer Leverkusen, gallo en la Europa de aquellos días.
Triunfar con una ráfaga de 20 minutos
César Sánchez, portero de aquel equipo -hasta que Casillas entró en la final y cambió para siempre su biografía-, cree que es un error general considerar que ambas competiciones están relacionadas. "No es casual que en las últimas Champions ganadas por el Madrid haya habido veces en las que no ha sido capaz siquiera de entrar en Europa", explica el guardameta. "Son dos competiciones completamente diferentes, una es de regularidad y en la otra te puedes quedar fuera o triunfar con una ráfaga de 20 minutos buenos", cuenta el portero cacereño.
César va más allá, considera que el Madrid "sigue siendo favorito para la Champions, no solo un candidato, sino favorito". "Su plantilla es extraordinaria, y en esta competición de poco sirve la regularidad", cuenta el portero.
Se podría pensar que el miedo al fracaso mueve a los jugadores en estas situaciones, pero los futbolistas están hechos de otra pasta y acostumbran a convertir las flaquezas en virtudes. "No tienes más miedo, en absoluto, lo pones en aspecto positivo, te agarras a un éxito importante, el mayor, y sabes que hacerlo bien en Europa elimina las responsabilidades sobre el resto de las cosas", cuenta Sánchez.
"No tienes más miedo por jugarte la temporada, lo pones en aspecto positivo y te agarras a un éxito importante", cuenta César Sánchez
La misma situación que César la vivió Iván Campo en el Madrid. En su caso, el gran momento fue la octava, también con Vicente del Bosque en el banquillo. "Perdimos contra el Racing y dijimos adiós a la Liga, pero luego en Copa de Europa lo hicimos bien en Old Trafford, contra el Bayern en Múnich y en la final contra el Valencia. Tuvimos fortuna, porque en una final siempre hay que tenerla", recuerda el central.
Iván Campo recuerda algo que parece obvio pero a veces se olvida: en el Madrid no valen medias tintas. "El Real Madrid es exigencia total, desde el presidente y la junta, a los aficionados y los propios jugadores, todos los partidos tienes que ganar y no hacerlo significa tener problemas, muchos problemas", cuenta el central blanco. "Por eso hoy los jugadores saben que hay que ganar a la Roma, no me quiero imaginar lo que puede ocurrir en el Bernabéu si se falla, así que tienen que salir sabiendo que es importantísimo para la entidad. El Madrid suele jugar bien en Europa cuando no lo hace bien en la Liga", reflexiona Iván Campo.
Jugar a vida o muerte puede ser un acicate. Lo entendió así también el Madrid de Ancelotti, en el que Zidane ejercía de segundo entrenador. Una eliminatoria se eleva por encima de todas en ese año, la que enfrentó a los blancos contra el Bayern de Guardiola en semifinales. Los bávaros acudían al Bernabéu, en la ida, como evidentes favoritos. Un equipo muy bien pertrechado, capaz de todo y que venía de haber ganado el torneo un año antes. Su primera parte en el coliseo madridista fue magnífica, un vendaval terrible para el Madrid, pero sin acierto de cara al gol. Sí que lo encontró Benzema, que con un tanto en una jugada aislada hizo saltar por los aires toda la planificación del técnico catalán para la eliminatoria.
"Del Bosque intentaba que las concentraciones fuesen como estar en casa", explica Iván Campo
El resto es historia, el Madrid realizó en la vuelta, en Múnich, uno de los partidos más completos de su historia. Aprovechó la necesidad del Bayern de remontar para armar contragolpes y amordazar a un equipo que solo 15 días antes parecía imbatible. El 0-4 entró instantáneamente en la lista de grandes noches europeas. Fue una demostración de rabia, la reivindicación última para el equipo que luego, en la final contra el Atlético, también supo rehacerse hasta la victoria cuando ya todo parecía perdido.
Perfil dialogante
Zidane, en su muy exitosa carrera como deportista, ha tenido ejemplos de todo tipo para resolver cualquier tipo de circunstancias. En la situación actual tiene los mejores espejos, dos de los técnicos -Heynckes consiguió algo similar- que han conseguido despejar esa difícil ecuación. No es casualidad que ambos respondan a un perfil de técnico muy similar, de esos que confían ciegamente en su plantilla y creen que la materia prima del fútbol son los jugadores y no todas esas cosas que rodean la práctica deportiva. Lo hicieron sin estridencias, llevando a cabo el plan más lógico, a veces atacado por simple. Nunca trataron de reinventar el fútbol antes de cada eliminatoria, se limitaron a hacer lo que siempre hacían.
"Vicente es muy afable con todos y lo que intentaba es que las concentraciones fuesen como si estuvieses en tu casa, guardando las comidas, los paseos y las horas de sueño, pero fuera de eso hacía todo lo posible por mantener la normalidad. Tú tienes una rutina diaria, sabes lo que tienes que hacer y que puedes relajarte, jugar a las cartas y descansar. Es la persona más tranquila que he tenido como entrenador, otros no te dejaban estar calmado ni en tu habitación", explica Iván Campo sobre Del Bosque. No hace falta alquimia para llegar a un éxito: "La clave es tener un buen grupo, que todos se lleven bien y hagan su parte".
Cuando Florentino Pérez, presidente blanco, decidió no renovar a Del Bosque buscando un libreto más moderno, se encontró la oposición de la plantilla blanca. Tras despedir a Ancelotti, un año después de ser campeón de Europa, varios jugadores han declarado que le echan de menos. El entrenador-padre, ese tipo de técnico que genera ambiente familiar y no trata de imponerse a gritos, no siempre está bien visto en la grada blanca y, desde luego, tampoco en el palco del Bernabéu. La historia, sin embargo, le enseña a Zidane que hacerlo así puede ser una buena opción para lograr los objetivos. La normalidad como antídoto. El camino que Zidane conoce.
Alineaciones probables
La sensación de vértigo no es nueva para el Real Madrid. Sus jugadores saben que solo una carta puede hacer que esta temporada no sea un fiasco. La competición más valiosa, la Liga de Campeones, se presenta como último reducto en un año en el que el club ha fracasado en la Liga y ha hecho el ridículo en la Copa del Rey.