Luis Suárez mantiene viva la flor de Luis Enrique incluso sin Messi
El Barça ganó en dos minutos un partido que tenía perdido. El Bayer jugó mucho mejor que los culés, pudo sentenciar y luego, tras un bajón físico, Sergi Roberto y Suárez acabaron remontando
Hay una frase que se usa habitualmente en momentos puntuales cuando cualquier situación se pone complicada: "Nadie dijo que iba a ser fácil". Pero con el Barcelona sin Messi, estaba clarísimo que todo iba a ser no ya difícil, sino terrible. Hay un vacío existencial en el juego azulgrana que no tiene ningún tipo de solución. Porque en condiciones normales, podríamos ver a Rafinha, o Arda o a Pedro, si nos ponemos. Pero este Barça hace tiempo que dejó de ser normal, y quizás por eso, por la extrañeza constante que ya vive perenne en la capital catalana, ganó todo el año pasado. Y esta temporada, si quiere ganar, tendrá que tener mucha suerte y a los dos que quedan arriba mucho más inspirados que contra el Bayer.
Messi es mucho más que un jugador. Es como tres o cuatro a la vez, o más, porque hace todo lo que hacen otros tres o cuatro pero perfectamente. Lo que ha terminado convirtiendo a Messi, si no lo era ya antes, en el mejor del mundo, es su capacidad para ser indomable ofensivamente, hincharse a marcar goles, jugando unos metros por detrás, o en la banda derecha. Es un organizador, un mediapunta y un delantero, todo en uno, y todo eso es lo que ha perdido Luis Enrique sin su '10'. Y su solución primera fue sustituirlo por Sandro Ramírez...
Sandro no es Messi. Bueno, partamos de la base de que nadie es Messi, pero sobre todo Sandro no lo es. Sandro es un delantero bastante puro, con escasa técnica pero sí con un buen olfato de gol. Su capacidad de participación en el juego coral es reducida y al estar situado en el costado derecho, su participación se reduce a la nada prácticamente. No es culpa del chaval: es normal que suceda esto si se le da un papel que no puede desarrollar.
El estilo de Roger Schmidt es claro y le viene terrible a este Barça y mucho más sin Messi. El Bayer es un equipo muy trabajado, que donde pierde puntos habitualmente en la Bundesliga es contra los que le obligan a jugar, y por eso no opta nunca al título alemán. Pero cuando tiene que defenderse organizado y atacar al contragolpe, su nivel crece exponencialmente. Es probablemente uno de los mejores del mundo con esta forma de jugar. Un 4-4-2 claro en defensa con las líneas muy altas, siempre presionando la salida del balón y cerrando los espacios nada más perder la pelota. Y si a eso se le añade un gran nivel de los dos centrales, hablamos de un equipo muy serio.
Fue Kyriakos Papadopoulos el que abrió el marcador y el que evitó que el Barça empatara mucho antes. El Barça tiene problemas de creación de juego, de definición de ocasiones y defensivos. Son muy serios estos últimos, mucho. La mezcla Mathieu-Ter Stegen originó el tanto del central griego. Zaguero y portero midieron muy mal y permitieron que Papadopoulos entrara en el primer palo y simplemente con rozar el centro de Çalhanoglu puso el 0-1 y el miedo en el Camp Nou.
Y no un miedo cualquiera, porque con Messi se puede remontar a cualquiera. Pero sin él, es una odisea simplemente soñarlo. Y así fue el desarrollo del partido antes y después del gol de Papadopoulos, que de paso salvó un gol cantado tras un palo de Neymar, blocando el rechace de Sandro. El Bayer jugó con cabeza, con mucho físico, quizá con demasiado, porque bajó el nivel en el segundo tiempo y lo pagó demasiado caro para lo que merecía. Las ocasiones no eran del Barça, pese a perder, sino de los alemanes a la contra. Si Chicharito hubiera estado acertado, la remontada del Barça no se habría producido en ningún caso.
Pero Luis Enrique tiene una flor tremenda, eso es así. Ganar el Triplete con la situación que tuvo hasta enero parecía imposible, pero con los tres de arriba y bastante suerte, pudo hacerlo. Y ahora hay que reconocer que parecía imposible que el Barça marcase un gol al Bayer, y de repente, en dos minutos marcó dos. Y fue así porque Luis Enrique cambió un par de cosas que le funcionaron sensacionalmente. Primero, para evitar quitar a Sandro demasiado rápido y hundirle la moral, lo que hizo fue poner a Neymar como '10', por detrás de Suárez y el canario. Eso abrió espacios y metió miedo al Bayer. Y luego metió a Sergi Roberto, el que tenía que estar para sustituir a Messi. O él o Munir, que es mucho más hábil y participativo que su compañero de ataque.
Sandro no solo marcó el 1-1 y provocó la reacción en cadena inmediata que originó el gol de Suárez, sino que fue el que organizó los últimos minutos del Barça sin Iniesta y sin Messi, es decir, el más difícil todavía. Después de rendir a un nivel altísimo como lateral derecho, volvió a su posición y mejoró lo que había en el campo. Y esto hace imaginar que Lucho tendrá que olvidar el 4-3-3 histórico del Barça para dar espacio a Roberto, que se lo ha ganado... y que ayudará a que el lamentable espectáculo visto hoy sea algo mejor en las próximas tres semanas, en las que no estarán ni Messi ni Iniesta.
Ficha técnica:
2. FC Barcelona: Ter Stegen; Dani Alves, Piqué, Mascherano, Mathieu; Rakitic (Sergi Roberto, min.71), Busquets, Iniesta (Jordi Alba, min.60); Sandro, Suárez y Neymar (Munir, min.62).
1. Bayer Leverkusen: Leno; Donati (Hilbert, min.71), Tah, Papadopoulos, Wendell; Kramer, Bender; Kampl, Çalhanoglu, Bellarabi (Brandt, min.65); y Chicharito (Kiessling, min.55).
Goles: 0-1, min.22: Papadopoulos. 1-1, min.80: Sergi Roberto. 2-1, min.82: Suárez.
Árbitro: Martin Atkinson, de Inglaterra. Mostró cartulina amarilla a Neymar (min.37), Bender (min.41), Calhanoglu (min.63), Papadopoulus (min.67), Alba (min.75) y Kampl (mim.88).
Incidencias: partido correspondiente a la segunda jornada del grupo E de la Champions League jugado en el Camp Nou ante 68.694 aficionados, según datos facilitados por el club.
Hay una frase que se usa habitualmente en momentos puntuales cuando cualquier situación se pone complicada: "Nadie dijo que iba a ser fácil". Pero con el Barcelona sin Messi, estaba clarísimo que todo iba a ser no ya difícil, sino terrible. Hay un vacío existencial en el juego azulgrana que no tiene ningún tipo de solución. Porque en condiciones normales, podríamos ver a Rafinha, o Arda o a Pedro, si nos ponemos. Pero este Barça hace tiempo que dejó de ser normal, y quizás por eso, por la extrañeza constante que ya vive perenne en la capital catalana, ganó todo el año pasado. Y esta temporada, si quiere ganar, tendrá que tener mucha suerte y a los dos que quedan arriba mucho más inspirados que contra el Bayer.