Con más sudor que fútbol, el Atlético tiene el primer puesto del grupo en su mano
El frío de tierras vikingas no sentó bien al Atlético. Pese a ello, los rojiblancos tiraron de oficio. Dentro de 15 días ante Olympiacos pueden sellar el pase
Venía el Cholo anunciando con cierta altivez que ahora su equipo busca más posesión y un juego más asociativo. Incluso se atrevía a advertir de que había que involucrar más hombres en una circulación de balón que nunca ha sido el plato fuerte de su plantel. Osadas pretensiones que saltaron por los aires ante el Malmö. Eso sí, se ganó, que era lo importante (0-2). "Veíamos por el vídeomarcador lo que pasaba en el otro partido... Era importante ganar", comentaba Koke con las gotas de sudor corriendo por su rostro tras el titánico esfuerzo que hubo que desplegar sobre el campo. El otro partido era un Juventus-Olympiacos que se disputaba al unísono en el Juventus Stadium de Turín.
Allí, con más angustia que el Atlético ganó la ‘Vecchia Signora’ (3-2) de forma apurada a un conjunto correoso que día a día da muestras de su crecimiento con Míchel en el banco. Un triunfo que deja a los colchoneros la clasificación para octavos de cara. Los de Simeone son primeros de grupo con 9 puntos, seguidos por el doble empate entre turineses y atenienses (6 puntos). De esta forma, las cuentas están claras: si el Atlético vence a los griegos, con quienes cayeron derrotados en el Georgios Karaiskakis en el partido que abría la temporada de Champions (3-2), en el Calderón el próximo día 26 el pase a octavos como primero de grupo será una realidad. Si no habrá un último intento en Turín en la última jornada de esta primera fase (9 de diciembre).
"Me voy muy contento. Dependemos del próximo partido en el Calderón", expresaba Simeone al concluir el choque. Una satisfacción que tuvo que ganarse latido a latido, resoplo a resoplo. Pese a los diez grados de temperatura que se registraban en el Swedbank Stadion de Malmö, al argentino le sobraba el abrigo, la corbata y hasta la camisa. Aunque su pasión e intensidad son una constante en su vida, éstas alcanzaron un pico muy elevado en tierras suecas. Máxime cuando en más de una ocasión tuvo que contener la respiración ante la insolencia y el descaro dispuesto por sus rivales sobre el verde.
Pero al final, el oficio, la picardía y el empaque para afrontar los desprecios acabaron marcando la diferencia. Dos picotazos de Koke, con un soberbio taconazo, y Raúl García, al quite para castigar a la tierna zaga del Malmö, fueron suficiente para mantener viva la llama del triunfo. Y van cinco de forma consecutiva (Espanyol, dos veces al Malmö, Getafe y Córdoba). Desde el desnudo integral en Mestalla los rojiblancos no conocen la derrota. Señales positivas a nivel de resultados. No tanto en cuanto a fútbol, la gran asignatura pendiente del equipo del Manzanares. Porque para doblegar al aguerrido combinado vikingo hubo que tragar saliva y apretar los dientes hasta casi romperlos.
Muchos pudieron pensar que los rojiblancos bajaron los brazos. Viendo el partido, y, más aún, conociendo las señas de identidad que rigen su libro de estilo, resulta algo impensable. "Para eso está él (el Cholo), que siempre nos tiene tan enchufados. Sabíamos cómo iba a ser el partido. Hemos estado muy fuertes en defensa y aprovechamos las ocasiones", comentaba Koke de forma tajante. La lectura del Cholo rebosaba optimismo. "El equipo interpretó el campo donde iba a jugar. Ha sido uno de los partidos más completos de esta temporada, por trabajo, por compromiso, por humildad y por talento". Con las tres primeras cualidades fuera de toda duda, el talento fue lo que menos se dejó ver sobre el gélido ambiente en tierras vikingas.
Los dos equipos salieron buscando la pelota. Se jugaba en 30 metros y el descontrol se apoderaba del ambiente. Ninguno era capaz de imponer sus ideas. El técnico del Malmö, Age Hareide, aparcó el 5-3-2 por el 4-4-2, con Halsti ocupando su sitio en la zona de medio campo. Tras el meneo que supuso el 5-0 del Calderón de hace dos semanas, los suecos, que acumulaban ocho triunfos ante su público en competiciones europeas, querían morir luchando y estuvieron cerca de conseguirlo. La posesión (56%-44%) fue suya y las llegadas también: 17 tiros (5 entre los tres palos) por los nueve (3 directos al arco) de los madrileños. Pero al filo de la media hora llegó una contra exuberante comandada por un imperial Juanfran que Koke definió con un magistral taconazo. Antes, en la mejor acción del duelo, Raúl García remató al cuerpo de Olsen un tiro desde dentro del área tras una jugada trenzada para enmarcar. Pero la brega y el corazón de los suecos se impusieron al infructuoso intento de sosegar los ánimos de Arda. Al contrario que en la ribera del Manzanares, el Malmö no se desinfló y siguió jugando por encima de sus posibilidades.
En el segundo acto, con el agua al cuello (palo incluido de Rosenberg tras el rechace de una falta), una nueva cabalgada de Juanfran dio origen al gol de la sentencia. Su centro desde la derecha, fuente inagotable de llegadas, fue despejado de forma errática por Helander. Manso, el balón cayó en la diestra de Raúl García, que conectó un disparo seco y cruzado que no dio opción al meta sueco. Haciendo gala de una eficacia insultante, esta vez no hubo que echar mano de la pizarra para salvar los muebles. Dos certeros mordiscos fueron suficientes para desprenderse de la angustia. Arda, deshecho físicamente y Mandzukic, impotente después de 'pegarse' con la zaga contraria, dejaron su sitio a Griezmann y el ‘Cebolla’ Rodríguez. El uruguayo estabilizó las constantes vitales de los rojiblancos con su despliegue físico. Un esfuerzo concentrado en poco más de 15 minutos. Tiempo suficiente para marcar un gol de cabeza que, pese a sus enérgicos lamentos, fue correctamente anulado. Supo sufrir el Atlético y de nuevo se encontró con un rédito doble: la victoria y un primer puesto del grupo en la palma de la mano.
Venía el Cholo anunciando con cierta altivez que ahora su equipo busca más posesión y un juego más asociativo. Incluso se atrevía a advertir de que había que involucrar más hombres en una circulación de balón que nunca ha sido el plato fuerte de su plantel. Osadas pretensiones que saltaron por los aires ante el Malmö. Eso sí, se ganó, que era lo importante (0-2). "Veíamos por el vídeomarcador lo que pasaba en el otro partido... Era importante ganar", comentaba Koke con las gotas de sudor corriendo por su rostro tras el titánico esfuerzo que hubo que desplegar sobre el campo. El otro partido era un Juventus-Olympiacos que se disputaba al unísono en el Juventus Stadium de Turín.