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Un Athletic sin alma cae en Borisov y continúa su descenso al infierno
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los bilbaínos hipotecan su futuro en champions (2-1)

Un Athletic sin alma cae en Borisov y continúa su descenso al infierno

Los ‘leones se miran al espejo y no se reconocen. Derrota ante un Bate superior (1-2). Algunas voces ya miran con recelo el regreso a Champions tras 16 años

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A este Athletic nos lo han cambiado. Los ‘Leones' se miran al espejo y no se reconocen. Algunas voces ya miran con recelo el regreso a la Champions 16 años después. Pese a los 10,7millones asegurados –2,1 por superar la ronda previa, 8,6 por estar en el bombo de Ginebra– la participación en la máxima competición europea está siendo un auténtico calvario. Llegaba a Borisov en mal momento. En medio de una crisis existencial que le ha llevado a registrar el peor arranque liguero en los últimos 35 años (4 puntos de 18 posibles). Era ganar o caer a la hoguera. Y ocurrió lo segundo. Derrota sin paliativos (2-1) por falta de argumentos y fútbol. Imagen pobre y sensaciones difíciles de digerir de unequipo que hace poco más deun mes apeaba al Nápoles en la previa con holgura. Unvarapalo que, unido al empatedel Shaktar ante el Oporto (2-2), obliga a ganar a los de Lopetegui en el próximo envite si no quieren despedirse prematuramente del sueño que tanto costó alcanzar.

El 4-3-3 que dispuso Valverde sobre el verde del Borisov Arena trató de ser un canto a la esperanza. La sombra de Ander Herrera, pieza base en el andamiaje del titubeante United de Van Gaal, es alargada. Una figura irremplazable. El 'Txingurri' ha tenido que estrujarse los sesos para tratar de minimizar el efecto de la ausencia de ese enganche multifuncional con cara de niño y mente amueblada. Mikel Rico, Iturraspe y Beñat son el tridente en la sala de máquinas. Por delante, Ibai y Muniain escoltan a Aduriz. Atrás, en la fila de cuatro, el elegido fue Iraola. El insolente pulmón de un alma libre llamada De Marcos parecía demasiado para encarar la disciplina soviética de los bielorrusos. El aparatoso golpe que se llevó Gorka Iraizoz con Signevich, el tronco que tiene el Bate por delantero centro, fue la accidentada carta de presentación para una nueva crónica negra.

Un partido desangelado, sin alma, que acabó por confirmar todas las sospechas sobre uno de los periodos más oscuros que se le recuerdan al equipo bilbaíno. La falta de confianza de los ‘Leones’ preocupa. Nadie encara porque nadie se atreve. Parece que el balón arde y cuando se enfría no saben qué hacer con él. Por momentos, el Athletic se limita a ser un muro que ni siente ni padece. Con devolver el balón al contrario, darse un respiro, y esperar a la próxima acometida del rival, tiene bastante. El gélido ambiente otoñal de un escenario que se negaron a pisar hasta dos horas antes del partido les petrificó. Mientras Beñat probaba suerte desde lejos del área con nefasto resultado, el Bate amenazaba con castigar el sesteo inquietante de su rival.

Asombrosa fue la capacidad para crear peligro por parte de un equipo modesto que por algo lleva a cuestas la etiqueta de cenicienta en cuanto cruza la frontera bielorrusa. Nada que ver con la escuadra que hace dos semanas se llevó un saco de goles del Oporto en su visita a Do Dragao. Con orden, disciplina, predisposición e insolencia, el grupo de pretorianos de dirige Yermakovich demostró que todo es posible. Más ante un oponente que navega entre la timidez y la desidia. La ternura defensiva y las suspicacias futbolísticas nos depararon situaciones grotescas. Despejes en apariencia sencillos que se tornaban en saques de esquina inasumibles, pérdidas de balón en la medular provocadas por la previsibilidad en el discurso.

Y así, en la segunda opción desde el córner, llegó una jugada de manual que gozó de la connivencia de una zaga desmembrada. Centro que Signevich, la piedra en el zapato para el Athletic, peina en el primer palo y Polyakov ajusticia a quemarropa en el segundo. Una acción que recordó a otro fútbol. La inoperancia era insufrible. Nadie corría hacia atrás. Incomprensible. Valverde se desgañitaba en la banda, pero los músculos no respondían y el riego se cortaba al llegar al cerebro. El Bate siguió percutiendo a su antojo. En un repliegue aparentemente controlado, con tres defensas custodiando el punto de penalti, Karnitski aguardó el momento para combar un balón que Signevich estrelló en el palo ante la atónita mirada de los presentes.

Aduriz, como el eslabón perdido, se movía de un lado a otro en el área. Había poco que pescar entre las dos torres bielorrusas. Retener el balón más que el rival no es garantía de éxito. El Bate salía de la cueva con fuste y decisión. Karnitski llegó al balcón del área, recortó con atropello y lanzó una moneda al aire. Tras rechazar en Iraola y dejar a Gorka sin margen de maniobra, salió cara. El epítome de la desgracia. Si además de jugar de pena la fortuna te da la espalda, apaga y vámonos. Con un frente de nubes negras sobrevolando el ambiente, la magia de Iker Muniain se erigió en el asidero de esperanzas para los bilbaínos. Tras un control delicioso en zona de tres cuartos, hizo de delineante para meter un pase en profundidad a Aduriz. El delantero, en su hábitat natural, recibió de espaldas, se perfiló hacia su izquierda para conectar un sutil y efectivo disparo cruzado con su la derecha. Poco importó la presión del defensa y la estirada del portero. El temporal amainaba. Por desgracia, sólo fue una tregua.

A la vuelta de la caseta, Susaeta y De Marcos entraron en lugar de Ibai y Mikel Rico. Si el Gobierno español, en uno de sus intolerables y ofensivos patinazos, insistió en decirnos hace unos años que los españoles vivíamos por encima de nuestras posibilidades, es momento de que el primer ministro bielorruso comparezca para reconocer que el sempiterno campeón (con permiso del Dinamo de Minsk) jugó por encima de las suyas. El entusiasmo de los bielorrusos contrastaba con el gesto compungido del Athletic. Y precisamente esa euforia podría ser la cura a los males de los que adolece un equipo inmerso en una depresión que no encuentra motivo para existir.

En ningún momento, los ‘Leones’ pararon, se miraron las caras y dijeron "juguemos al fútbol". Mientras, el Bate recordó que seguía ahí y aplastaba con trepidantes contras (21 remates totales, 7 entre los tres palos). Con Toquero (Iraola) y Aduriz como focos, el Athletic trató de echar el resto. No hubo paciencia ni actitud. Mucho menos acierto. Esperaron un milagro de mil maneras (de disparo lejano, córner...) que les fue denegado. El paraíso deberá esperar. Borisov sueña.Bilbao desespera y continúa su irremediable caída a los infiernos mientras piensa en la inoportuna visita al Bernabéu del domingo.

Ficha técnica:

2 - BATE Borisov: Chernik; Khagush, Polyakov, Filipenko, Mladenovic; Yablonski, Aleksandr Volodko; Gordeychuk (Olekhnovich, min.92), Karnitski (Rodionov, min.86), Maksim Volodko (Yakovlev, min.81); y Signevich.

1 - Athletic Club: Iraizoz; Iraola (Toquero, min.77), San José, Laporte, Balenziaga; Iturraspe, Beñat, Rico (De Marcos, min.46); Muniain, Aduriz e Ibai Gómez (Susaeta, min.46).

Goles: 1-0, min.19: Poliakov. 2-0, min.41: Karnitski. 2-1, min.45: Aduriz.

Árbitro: Stéphane Lannoy (FRA). Mostró tarjeta amarilla al local Polyakov y a los visitantes Beñat, Toquero y Laporte.

Campo: Partido correspondiente a la segunda jornada del Grupo H de la Liga de Campeones disputado en un Borisov Arena que no se acabó de llenar en sus 13.000 localidades. Entre ellos, un centenar de aficionados rojiblancos.

A este Athletic nos lo han cambiado. Los ‘Leones' se miran al espejo y no se reconocen. Algunas voces ya miran con recelo el regreso a la Champions 16 años después. Pese a los 10,7millones asegurados –2,1 por superar la ronda previa, 8,6 por estar en el bombo de Ginebra– la participación en la máxima competición europea está siendo un auténtico calvario. Llegaba a Borisov en mal momento. En medio de una crisis existencial que le ha llevado a registrar el peor arranque liguero en los últimos 35 años (4 puntos de 18 posibles). Era ganar o caer a la hoguera. Y ocurrió lo segundo. Derrota sin paliativos (2-1) por falta de argumentos y fútbol. Imagen pobre y sensaciones difíciles de digerir de unequipo que hace poco más deun mes apeaba al Nápoles en la previa con holgura. Unvarapalo que, unido al empatedel Shaktar ante el Oporto (2-2), obliga a ganar a los de Lopetegui en el próximo envite si no quieren despedirse prematuramente del sueño que tanto costó alcanzar.

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