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El ‘sí se puede’ blanco remontó a ‘Luis Aragonés’ en las gradas de Da Luz
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LLOROS DE ALEGRÍA Y TRISTEZA EN AMBOS BANDOS

El ‘sí se puede’ blanco remontó a ‘Luis Aragonés’ en las gradas de Da Luz

El Real Madrid se llevó su 'Décima' Copa de Europa en el campo, pero en las gradas de Da Luz se podría tildar de un empate, con cierta inclinación colchonera

Foto: La decepción se apoderó de los aficionados rojiblancos tras el segundo gol del Real Madrid.
La decepción se apoderó de los aficionados rojiblancos tras el segundo gol del Real Madrid.

Con un animador en cada fondo, la organización quiso que las aficiones entraran en calor lo antes posible, según se iban acomodando en sus asientos tras la azarosa tarea de pasar el control de seguridad de un estadio rodeado de desniveles, puentes y nudos de autopistas por los cuatro costados.

El reparto de fondos, correspondiente a la condición de local y visitante de sus respectivos equipos, quiso poner al revés a las aficiones respecto a su situación geográfica en la capital de España. Los madridistas, al sur; los atléticos, al norte. Las muchas banderas rojigualdas en uno y otro lado era lo único que les unía. Los cánticos respetuosos duraron lo que tardó en empezar el anuncio de alineaciones. Silbidos a los nombres del rival, hasta que algunas frases mucho más irrespetuosas hicieron acto de aparición.

La afición colchonera empezó a tomar ventaja al igual que lo hizo su equipo en el marcador. El gol de Godín llevó la locura y el éxtasis a ese sector del campo, y quizá por eso, o por su mayor ilusión por pisar con menos frecuencia estos escenarios o haciendo valer su fama de gran animadora, la hinchada rojiblanca desplegó la multitud de cánticos que sin excepción gritaron las 17.000 gargantas que tuvieron la suerte de conseguir una entrada. Luis Aragonés y el Cholo Simeone se llevaron la pana.

En el fondo de enfrente, los merengues trataban de reponerse a esa superioridad en la animación, pero el fallo del ídolo Casillas en el 0-1 les dejó sin argumentos. Al descanso se llegó con una afición vibrando con cada córner y con cada recuperación de su equipo, y otra asimilando que quizá tenían que empezar a asumir que otra ‘orejona’ vendría a habitar la ciudad… pero no precisamente al estadio de Chamartín. Antes de asumirlo, el fondo blanco comenzó a gritar un ‘sí se puede’ que rara vez se le había escuchado.

placeholder Aficionados siguen la final en madrid

Con la segunda parte quemando minutos, los atléticos se vinieron arriba y cantando trataban de aplacar los nervios de ver tan cerca un soñado triunfo. Tres acciones de Cristiano Ronaldo buscando el empate despertaron la ilusión de los madridistas. Pero los que no paraban de cantar eran los del club del Manzanares, que parecían haberse llevado un trozo de gradería del Calderón hasta el coliseo lisboeta.

Los últimos momentos de emoción de los 90 minutos se vivieron con unos cantando el mítico “Atleti, Atleti” y los otros repitiendo el “sí se puede” en cada acción a balón parado. Hasta que en el 92 llegó el córner que Sergio Ramos convirtió en el 1-1 que forzaba la prórroga. El fondo sur estalló de júbilo mientras sus vecinos rojiblancos se tiraban de los pelos como hace justo 40 años. Quedaba media hora más de juego con una hinchada blanca resucitada y creyendo en la Décima.

En el tiempo extra, el sector del Madrid comenzó a cantar el “A por ellos, oé” y el clásico entre los clásicos: “Este partido lo vamos a ganar”. Los colchoneros apenas lograron reponerse del mazazo del empate. Como las piernas de sus futbolistas, todos los aficionados empezaron a dejar ver el cansancio ante las dos horas de final.

Hasta que llegó el gol de Bale y mató a los corazones atléticos y encaminó la Décima que acabó llegando con el gol al final de Marcelo. Los hinchas del reciente campeón de Liga se echaron las manos a la cabeza y no las bajaron mientras el cuarto llegaba redondeando un marcador para el Real Madrid. A esas alturas, el fondo norte del Estaidio Da Luz comenzó a vaciarse, pero entre los que permanecían el grito de “Atleti, Atleti” y el himno rojiblanco resonaron cargados de resignación pero también de orgullo, a la vez que Simeone perdía los nervios con Varane.

Llegó el final, y las dos aficiones reconocieron el esfuerzo de los suyos tras una gran temporada para ambos bandos madrileños. La noche Lisboeta y la de Madrid tenían finalmente color blanco tras una final vivida con intensa emoción desde las horas previas hasta el pitido final.

Con un animador en cada fondo, la organización quiso que las aficiones entraran en calor lo antes posible, según se iban acomodando en sus asientos tras la azarosa tarea de pasar el control de seguridad de un estadio rodeado de desniveles, puentes y nudos de autopistas por los cuatro costados.

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