Las variantes de Guardiola para hacer al 'tricampeón' Bayern un equipo imbatible

Hace poco menos de un año, Jupp Heynckes levantaba su segunda Copa de Europa como entrenador en el que fue su último partido como entrenador, al menos hasta la fecha. Meses antes se confirmaba la incógnita más relevante de los últimos años en el planeta fútbol: Pep Guardiola entrenaría al Bayern de Múnich esta temporada. El entrenador que ha ganado más en menos tiempo dirigiría al club que más había ganado en ese último año. La función del ex del Barcelona es infinitamente más complicada de lo que ‘a priori’ pueda parecer, puesto que la exigencia de victorias de un equipo como el Bayern es siempre voraz, pero a su vez el trabajo de Guardiola iba a tener que ser tremendamente exitoso para situarse, al menos, a la par de su antecesor.

Aterrizó de manera oficial en la capital bávara allá por junio para comenzar el curso futbolístico a mitad del siguiente mes, una carrera que se prolongará hasta la final de la Liga de Campeones del 24 de mayo, siempre y cuando superen al Real Madrid. El desarrollo deportivo del club es, hasta la fecha, soberbio, excelso. Ha conseguido que la opinión pública europea lo nombre, sin ningún tipo de tapujos, como el equipo más peligroso del continente. Los datos en la Bundesliga, la cual revalidó a falta de siete jornadas para el final, son escalofriantes, y su camino en la Copa alemana, donde se enfrentará al Kaiserslautern, es igual de excelente.

La única forma que tenía Pep de mejorar una máquina que había demostrado sobre el verde ser casi perfecta, por no decir que el adverbio sobra, era añadiendo ciertos aspectos tácticos y perfeccionando otros para explotar aún más las cualidades técnicas y físicas de sus futbolistas. El de Sampedor es único para aprovechar los baches puntuales de ciertos jugadores, ya sean lesiones o bajones de forma, para improvisar decisiones que a la postre son claves. De esa situación surgió lo que ha sido la principal apuesta del catalán y, quizás, su acierto más grande: la reconversión de Lahm al mediocentro.

Philipp Lahm tiene 30 años y lleva toda la vida en el Bayern de Múnich. Es capitán tanto de su club como de Alemania, y sus triunfos los ha vivido desde el lateral, ya fuera diestro o zurdo. Pero las circunstancias en la pretemporada, repleta de lesiones, obligaron a Pep a utilizarlo como volante tapón y su rendimiento fue tan bueno o mejor como los compañeros que despeñaron ese rol con anterioridad, como Schweinsteiger o Javi Martínez. La idea de Lahm como pivote único funcionó por la sabiduría balompédica del jugador, su lectura de los partidos y la práctica imposibilidad de quitarle la pelota cuando la tiene en los pies. El alemán entiende cuándo su equipo necesita unos segundos de pausa para colocar las líneas en posición o cuándo debe conducir y meterse en línea de interiores para acumular hombres en la zona de tres cuartos.

Esa nueva posición de Lahm obligó a Guardiola a repescar casi del patíbulo a Rafinha Ferreira, al que le ha otorgado los galones que nunca tuvo en el Bayern. Además, con el capitán en el medio, el Bayern ha podido disfrutar de la calidad técnica de dos interiores como el propio Bastian Schweinsteiger y Toni Kroos habitualmente, a los que Thiago Alcántara y Götze han ido dando relevo cuando su salud lo ha permitido. El ex canterano culé fue ganando peso en el equipo hasta que se lesionó a finales del pasado mes de marzo, por lo que llegará con lo justo para el Mundial de Brasil.

Mario Götze es el prototipo de fichaje clásico de la historia del Bayern. La política de contrataciones del club bávaro siempre se ha centrado en el cuantioso mercado alemán con la idea de reforzarse a sí mismo debilitando a los rivales. El ex ‘borusser’ tuvo una lesión que le impidió incorporarse al equipo hasta los últimos días de septiembre y nunca ha sido un fijo. Sin embargo, las continuas rotaciones de Guardiola le han permitido entrar hasta en 37 partidos tanto de interior creativo como de mediapunta.

Las dos variantes tácticas en la pizarra ordenadas desde el banquillo han sido el 3-4-2-1 y el 4-2-3-1, intercambiándolas si la situación lo requiere en un mismo partido. La primera de ellas la suele utilizar el Bayern de forma habitual, sobre todo con la posesión del balón. Por norma general, en la zaga están Javi Martínez y Boateng, con Lahm incorporándose entre ellos para la fluidez de la posesión desde atrás.

Los laterales, Rafinha y Alaba, se incorporan al ataque, pero ahí reside otra novedad introducida por Pep: lo hacen por dentro, es decir, como falsos interiores. Ello otorga más hombres para tocar con calma en el centro del campo y, lo más importante, al arrancar un jugador de la zaga rival para taparles, Robben y Ribéry disfrutan de unos contra unos con frecuencia, o más bien siempre. Arriba, Guardiola puede optar por ese ‘9’ puro que siempre quiso en el Barça cuando utiliza a Mario Mandžukić, o por el delantero mentiroso si se trata de Müller.

La otra posibilidad es la heredada por Heynckes. Dos pivotes naturales, que suelen ser Schweinsteiger y Lahm, delante de ellos estaría Götze en su posición natural y Müller ejercería de delantero muy móvil para desconcertar a los centrales rivales. El resto del esquema sería el mismo que el anterior, con la diferencia de que los laterales mantendrían algo más la posición pegados a la cal, si bien su movimiento seguiría siendo constante.

Guardiola: “Me alegro del cruce, será un gran reto”

La reacción al sorteo del técnico del conjunto muniqués ha sido, como siempre, cordial con el rival. Guardiola calificó como “gran reto enfrentarnos a uno de los mejores equipos del mundo”, pero recalcó que tiene “confianza en mi equipo”. El catalán dice que “toda Europa va a estar pendiente de estos dos partidos, me alegro de este cruce. Conozco al Real Madrid muy bien, he jugado contra ellos muchas veces como jugador y como entrenador”. Pep no se deja engañar por la teórica endeblez defensiva blanca al asegurar que “hasta Cristiano Ronaldo está dispuesto a correr atrás para recuperar balones”.