Tolerancia cero: el compromiso del fútbol para ganar el partido al racismo

El fútbol no es solo un deporte: es un reflejo de la sociedad. En él conviven la pasión, la identidad y el orgullo, pero también los ecos de las desigualdades que aún persisten fuera del terreno de juego. Erradicar el racismo y el odio no es solo un reto para las instituciones deportivas, sino un compromiso colectivo que implica a jugadores, clubes, medios y aficionados. Promover el respeto no es una meta, sino una forma de entender el juego y la convivencia.

Con esa convicción se celebró el encuentro “La fuerza de todos: administraciones, justicia y fútbol frente al racismo”, impulsado por El Confidencial, LALIGA y la Junta de Andalucía. La cita, celebrada en el Espacio Exploraterra de Sevilla y moderada por la periodista Marta Paneque, reunió a voces del deporte, del ámbito jurídico y de las instituciones para reflexionar sobre qué herramientas, políticas y alianzas pueden reforzar la cultura del respeto y la igualdad.

Carlos Sánchez, director adjunto de El Confidencial, inauguró la jornada apelando al papel del deporte como motor de cambio social. Reconocido futbolero, destacó que, aunque los episodios de violencia o discriminación son hoy minoritarios, persiste una cultura de tolerancia hacia el insulto y la agresión verbal que debe erradicarse. “El fútbol, históricamente un espacio de desahogo colectivo, debe ahora liderar la lucha contra esos comportamientos incívicos, también en el entorno digital, donde el anonimato amplifica el odio”, señaló. La eliminación del racismo y la xenofobia, añadió, exige “una responsabilidad compartida basada en la educación, la sensibilización y, cuando sea necesario, en un marco sancionador firme. No es una cuestión ideológica, sino un compromiso cívico y común”.

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En esa misma línea, José Montero, director de Asuntos Públicos y Relaciones Institucionales de LALIGA, subrayó el compromiso de la organización con “una causa legítima y necesaria: la erradicación del odio y la violencia, física o verbal, en el deporte”. Reafirmó la obligación de velar por el bienestar de deportistas, técnicos y aficionados, y destacó el papel de la plataforma LALIGA VS como eje de ese esfuerzo conjunto. Anunció además que la iniciativa continuará por toda España con talleres sobre bullying y espacios seguros en el fútbol: “Si administraciones, medios y clubes remamos juntos, no solo podremos combatir el odio: seremos imbatibles”.

Una visión que compartió la consejera de Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía, Patricia del Pozo Fernández, para quien la lucha contra la intolerancia solo cobra sentido desde la unión y la memoria compartida. “El Guadalquivir es un río de civilizaciones y Andalucía, cuna de culturas judía, musulmana y cristiana, ha sabido convertir la diversidad en un valor común. No se me ocurre mejor lugar para iniciar esta iniciativa”, afirmó. Del Pozo reivindicó el papel del deporte como instrumento de paz y convivencia, y advirtió que la violencia o el odio “ultrajan su esencia: el respeto, el esfuerzo y la unión”. Por eso, instó a “una respuesta coordinada entre administraciones, justicia, educación, familias y entidades deportivas, centrada en la prevención y la educación desde edades tempranas”. La tarea no es fácil, reconoció, “pero los buenos somos más, y contamos con el mejor instrumento para ganar esta batalla: el deporte”.

De la ley a la acción

En el terreno de juego, las reglas son claras: hay límites que preservan la justicia, la integridad y el respeto. Fuera de él, esos mismos principios deben sostener el marco que protege al deporte de cualquier forma de odio o discriminación. En un contexto donde los delitos de odio aún encuentran espacios de impunidad -en las gradas, en las redes o en la conversación pública-, fortalecer la respuesta institucional y jurídica es más necesario que nunca.

Este fue el eje de la primera mesa, “De la ley a la acción: blindar el deporte contra el odio”, que reunió a Isabel Sánchez Fernández, secretaria general para el Deporte de la Junta de Andalucía; Jesús Manuel Madroñal Navarro, magistrado Sección VII Audiencia Provincial de Sevilla; Enrique Pedrós, fiscal delegado de Delitos de Odio y Discriminación de la Fiscalía Provincial de Sevilla; y Francisco Martínez Fernández, abogado y miembro de la Dirección Legal de LALIGA. Entre todos analizaron cómo reforzar ese entramado normativo que debe garantizar protección, disuasión y coherencia.

Desde su perspectiva como magistrado, Madroñal Navarro explicó la complejidad que entraña delimitar jurídicamente qué constituye un delito de odio. “No todo insulto o expresión ofensiva lo es”, matizó, “sino únicamente aquellos comportamientos que el Código Penal tipifica expresamente”. Así, distinguió dos grandes categorías: los actos de odio -cuando se agrede a una persona por pertenecer a un grupo determinado- y los delitos de discurso de odio, que sancionan la incitación pública al odio o la discriminación. Subrayó además “la complejidad probatoria de estos delitos” y citó los recientes casos de Iñaki Williams y Vinícius Jr., que se resolvieron con sentencias de conformidad en 2025.

Pedrós destacó el valor de esas sentencias como ejemplo de responsabilidad y disuasión: “Quien acepta una conformidad sabe que será condenado”. Insistió en la necesidad de actuar desde la base, especialmente en el deporte juvenil, donde persisten comportamientos intolerantes. Explicó que la Fiscalía trabaja de forma coordinada en todo el país y que su labor incluye controlar la instrucción y promover medidas cautelares, como alejar a los radicales de los estadios.

Desde LALIGA, el abogado Francisco Martínez explicó las diferentes vías de actuación frente a las conductas de odio: la disciplinaria deportiva, la administrativa -más ágil y ejemplarizante en muchos casos- y la penal, donde se han solicitado medidas cautelares contra personas racistas o violentas. Subrayó la colaboración constante con los clubes, que disponen de protocolos y canales de denuncia, incluso mediante códigos QR en sus instalaciones y páginas web.

La exdeportista y actual secretaria general para el Deporte, Isabel Sánchez, aportó una visión más emocional y preventiva. “De niña era la rara, la que siempre estaba con un balón en la mano. Habría sido inspirador que un deportista profesional hubiera visitado mi colegio”. Recalcó la importancia del ejemplo, de educar en valores desde edades tempranas y del papel de las familias. “La prevención pasa por mostrar que no podemos mirar hacia otro lado. El deporte tiene un enorme poder educativo, y debemos usarlo”. Asimismo, subrayó la necesidad de recursos humanos y económicos para hacer frente a la violencia en redes sociales, un fenómeno que, dijo, “daña profundamente a los deportistas y crece de forma desproporcionada”.

Los ponentes coincidieron en que la represión penal, por sí sola, no basta. El magistrado insistió en que “el derecho penal no puede impedir que una persona odie, pero sí perseguir que ese odio se exprese colectivamente”. La prevención -a través de la educación, la implicación de los clubes y la actuación administrativa- se destacó como la herramienta más eficaz.

El encuentro concluyó con un mensaje de consenso: la tolerancia social hacia las conductas racistas está disminuyendo, y cada vez hay más denuncias y conciencia en el fútbol. En palabras de Martínez, “el racista que insulta no marca un gol: se lo mete en propia puerta”

El compromiso de los clubes

En una ciudad con dos aficiones apasionadas y un mismo amor por el fútbol, el compromiso de sus clubes demuestra que hay causas que van más allá de los colores. Así lo pusieron de manifiesto Ramón Alarcón, CEO del Real Betis, y José María del Nido Carrasco, presidente del Sevilla FC, en un diálogo centrado en la responsabilidad social y el ejemplo.

Del Nido explicó que el Sevilla impulsa campañas para promover una “pasión con respeto”, y recordó que el club retira el abono y denuncia a quienes incurren en comportamientos racistas, incluso en redes sociales. “No podemos enseñar a los niños que todo vale. El fútbol es disfrute, respeto y educación”.

Por su parte, Alarcón destacó que tanto el Betis como el Sevilla representan “una afición alegre y viajera”, pero advirtió que “no todo puede justificarse en nombre de los colores”. El Betis dispone de un código interno y cámaras de alta definición para identificar a infractores. “No se puede castigar a una grada entera, pero sí excluir a quien daña la imagen de todos”, señaló.

Ambos coincidieron en que la educación y el ejemplo son esenciales. Del Nido lamentó ver “a padres insultando con sus hijos al lado”, mientras que Alarcón recordó que el club trabaja con escuelas y peñas para fomentar el respeto al rival, al árbitro y al público. Ambos clubes colaboran con LALIGA y la Comisión Antiviolencia en campañas de tolerancia cero.

Contra el odio, hechos

La última mesa reunió a Salvador Rodríguez Moya, periodista e investigador; Cristina de la Serna, directora del Departamento de Igualdad y Lucha contra la Discriminación de la Fundación Secretariado Gitano; Francisco Jesús Toronjo Benítez, director general de Políticas Migratorias de la Junta de Andalucía; y José Montero, director de Asuntos Públicos y Relaciones Institucionales de LALIGA.

Rodríguez Moya situó el origen del problema en la historia reciente del fútbol español y señaló que, aunque se han dado pasos decisivos -especialmente desde la ley de 2007-, aún queda camino por recorrer en las categorías inferiores, donde “no hay cámaras ni control, pero sí conductas preocupantes”. Subrayó la importancia de “no reaccionar solo cuando los casos afectan a figuras mediáticas”, sino de trabajar de manera continua en la prevención.

Desde la Fundación Secretariado Gitano, De la Serna destacó que “el deporte puede ser un altavoz para acelerar el cambio social y visibilizar la diversidad”. Recordó los 600 años de presencia del pueblo gitano en España y defendió la necesidad de “mostrar su aportación más allá de los estereotipos”. Asimismo, valoró positivamente el convenio firmado con LALIGA, que contempla becas, acompañamiento a víctimas y asesoramiento técnico.

Toronjo Benítez coincidió en que “el principal problema es el desconocimiento”, y advirtió del impacto de los discursos que asocian migración con amenaza. Recordó que la población migrante en Andalucía es diversa y equilibrada por género, y que la mayoría llega por vías legales. “Podemos llegar a perder la batalla social contra el racismo porque se repiten mensajes falsos. La educación es la herramienta más poderosa para revertirlo”.

Por parte de LALIGA, Montero explicó que desde 2023 se trabaja sobre tres pilares: prevención, educación y actuación, con medidas concretas como la monitorización de comportamientos de odio y el uso de inteligencia artificial para detectarlos. Subrayó la importancia de la formación en valores desde el deporte base: “Cuando visitamos los campos, muchas veces son los padres quienes insultan. La educación debe ser integral, no solo de los niños”.

En el tramo final, los ponentes coincidieron en que la lucha contra el odio requiere educación, prevención y aplicación efectiva de la ley, pero también coordinación y compromiso colectivo. Rodríguez Moya apeló a “reconocer el problema y no esperar a que vuelva a ocurrir”; De la Serna pidió reforzar el acompañamiento a las víctimas; Toronjo defendió un “trabajo conjunto y sostenido para construir una sociedad más tolerante”;, y Montero cerró con un mensaje claro: “Vivimos en una sociedad multirracial y multiétnica. Hay que mantener la alerta, aplicar la ley y seguir actuando con tolerancia cero”.