Una mili chilena para la debilidad de Xabi Alonso... sin minutos con los mayores
Habitual en los entrenamientos, no ha tenido minutos y ya ha regresado del Mundial sub-20. Ha tenido que aprender que en el Madrid incluso las debilidades de los técnicos son pasajeras
Pitarch, durante el Mundial sub-20. (EFE/Benjamín Hernández)
Thiago Pitarch era, hace solo unos meses, la debilidad pública de Xabi Alonso. Su nombre sonaba en Valdebebas como un secreto a voces, como ese diamante que un técnico con olfato sabe que tarde o temprano brillará. Pero en la nueva temporada, entre la rutina de los mayores y la agitación de los torneos juveniles, su nombre se ha ido diluyendo. Mientras tanto, ha aprovechado el Mundial sub-20 como su servicio militar.
El Mundial sub-20 disputado en Chile se convirtió para Pitarch en su mili particular. No fue una concentración cualquiera. Fue una prueba de madurez, de resistencia, de aceptar que el fútbol internacional no se parece a la comodidad del filial. Allí se fogueó ante las escasas oportunidades con los mayores a pesar de las palabras de Xabi Alonso: "Me ha gustado desde el primer día".
Mientras él acumulaba kilómetros en Sudamérica, el primer equipo seguía su curso sin esperarlo. Xabi Alonso empezó a mirar hacia otros jóvenes, aunque a él lo había arropado. No por desencanto, sino por pura dinámica competitiva: el calendario no perdona, las lesiones aprietan y las jerarquías se imponen. La puerta no se cerró de golpe, pero sí se entornó.
Hay algo de ironía en el destino de Pitarch. El paso por el Mundial sub-20 debe servirle para regresar más hecho, más preparado para la batalla del Bernabéu. Pero al volver se ha encontrado un paisaje distinto: nuevos roles y nuevas urgencias. De pronto, el chico que representaba la fe en la cantera se vio empujado otra vez a la fila de atrás.
Xabi tiene en su mano darle minutos a Pitarch. (Europa Press)
Xabi no regala minutos
No es una caída ni un castigo. Es simplemente el fútbol en su forma más implacable: ese territorio donde la pausa cuesta minutos y los minutos cuestan carreras. Pitarch sigue siendo un jugador de enorme talento, con un pie fino y una visión de juego adelantada a su edad. Pero la distancia entre la promesa y la realidad la mide el cronómetro.
A Xabi no le tiembla el pulso. Si no lo pone, es porque no lo ve preparado y no se trata de imaginar escenarios distintos a este. Alonso no regala minutos, los administra a su manera. Sabe que un mal estreno puede marcar a un joven más que un año de entrenamientos. Por eso quizá ha preferido que Thiago observe desde la sombra, que entienda que en el Madrid —como en la mili— uno debe ganarse el rango.
Pitarch pide paso en el Madrid. (Real Madrid)
Su papel en el Castilla
El problema es que las sombras también enfrían. En el Castilla, Pitarch alterna titularidades con apariciones más discretas. No desentona, pero tampoco despunta. Y eso, en un club que mide cada gesto con lupa, puede ser suficiente para pasar de promesa a interrogante.
Quizá esta mili chilena acabe siendo, en perspectiva, lo mejor que le pudo pasar. El punto de inflexión que lo haga volver más consciente de que los elogios no dan minutos. O quizá no, quizá el tiempo haya hecho lo suyo y la oportunidad se haya desvanecido entre los matices del calendario. En cualquier caso, lo que deja esta historia es una sensación conocida: la de un talento que prometía irrumpir, pero que ha tenido que aprender —demasiado pronto— que en el Real Madrid incluso las debilidades de los entrenadores son pasajeras.
Thiago Pitarch era, hace solo unos meses, la debilidad pública de Xabi Alonso. Su nombre sonaba en Valdebebas como un secreto a voces, como ese diamante que un técnico con olfato sabe que tarde o temprano brillará. Pero en la nueva temporada, entre la rutina de los mayores y la agitación de los torneos juveniles, su nombre se ha ido diluyendo. Mientras tanto, ha aprovechado el Mundial sub-20 como su servicio militar.