El calor de Matías Almeyda contagia al Sevilla y deja al Barcelona helado y sin liderato (4-1)
Los sevillistas completaron un excelso partido en el que neutralizaron por completo a los culés. Isaac, Alexis, Carmona y Adams fueron los goleadores de una tarde para el recuerdo en el Pizjuán
Isaac marcó el segundo gol del Sevilla. (Reuters/Marcelo del Pozo)
Dos derrotas en cuestión de cinco días han convertido la semana previa al parón en la peor del Barcelona en la presente temporada. Los culés se han dejado el liderato en su paso por el Ramón Sánchez-Pizjuán, donde fueron superados por el Sevilla de principio a fin, contagiados por la garra y el mensaje de su audaz entrenador, Matías Almeyda (4-1).
"El 98% de los equipos que esperaron atrás al Barcelona acabaron perdiendo. Hay que buscar otras formas", advirtió Almeyda en la previa del duelo. El argentino aseguró que había estudiado bien a los azulgranas y el duelo confirmó que es mucho más que un alumno aventajado; es un estudiante brillante. El Barça fue neutralizado por un Sevilla que mostró tintes bélicos, fiel a la casta que es parte indispensable de la idiosincrasia del club.
La propuesta de Almeyda fue mucho más que una declaración de intenciones ambiciosa. El Sevilla redujo los espacios y aprovechó la explanada ubicada a espaldas de la defensa azulgrana, pradera inmejorable para correr y recordar por qué el fútbol es la mejor forma de retrotraerse a la infancia. Isaac Romero y Alexis Sánchez se divirtieron en ese correcalles.
Ocurrió que al Barcelona le arrebataron el balón y el drama fue mayúsculo. Desubicados ante la valentía del Sevilla, los culés se vieron igual de indefensos que aquellos a los que les despojan del mapa del tesoro. Solo Pedri era capaz de proponer en un equipo carente de ideas, irreconocible como nunca antes.
Almeyda estuvo intenso desde la banda. (EFE/Raúl Caro)
El penalti de Araújo
La viveza de Isaac tuvo recompensa cuando le señalaron un penalti que volvió a colocar a Ronald Araújo en las imágenes de la jornada, como en otras tardes o noches para el olvido. Alexis adelantó el Sevilla cuando el Barça aún seguían por las protestas por una pena máxima discutible. El contacto existió, aunque es posible que fuera insuficiente para un castigo de semejante envergadura.
La sorpresa llegó cuando el Sevilla se mantuvo fiel a lo definido, muy lejos de aflojar el ritmo. La incógnita era saber si en algún momento se agotaría el reloj de arena de las fuerzas. Las ocasiones se sucedieron con dos claros errores de Isaac. No es ninguna hipérbole sostener que tres o cuatro goles de diferencia al descanso hubieran hecho justicia.
Isaac aumentó la ventaja a pase de Vargas con un derechazo. El Barça seguía sin alternativa al descalabro hasta que Rashford se ubicó a escasos metros del éxito, pero la fortuna dijo fracaso. Su mano a mano fue neutralizado, pero justo antes del descanso recortó distancias con un soberbio remate. El premio era mayúsculo e injusto. Pero ya saben que el fútbol no entiende de justicia.
Lewandowski falló un penalti. (EFE/Raúl Caro)
La hoja de ruta de Almeyda
El asombro continuó al ver que el Sevilla mantuvo el plan sin moverse un centímetro de la valentía. En esta ocasión, sin embargo, fue el Barça el que hizo méritos para alcanzar el empate gracias a los cambios de Flick. Entre ellos, un Balde que se convirtió en el motor perfecto para opositar a la remontada.
El Barça encontró el premio esperado en un penalti que le daba alas para conseguir el triunfo. El turno fue para Robert Lewandowski, hasta entonces infalible. Pero la estadística, a veces, también es imperfecta. Su remate ni siquiera fue entre los tres palos y quizá esa fuera la enésima señal de que la tarde estaba condenada a la decepción.
El gol de Carmona certificó el triunfo. (Reuters/Marcelo del Pozo)
La resistencia sevillista se mantuvo hasta el final, con Vlachodimos como héroe ante la ofensiva azulgrana. El suspiró llegó con el tanto de Carmona, cuyo sprint tuvo la recompensa esperada. Fatigado por la larga carrera, optó por el remate como mal menor. Y la decisión se convirtió en la mejor de las soluciones. En el descuento, Akor Adams redondeó la victoria con otro tanto.
Almeyda ha construido un equipo de autor. No encuadren este comentario en la categoría de los elogios encendidos, habituales cuando el aire sopla a favor. Ya hubo partidos, como en Bilbao, donde el Sevilla mereció más. Ahora le ha llegado una victoria en la que sometió al Barça. Hay señales inequívocas de que, esta vez, en Nervión han acertado con el inquilino del banquillo.
Dos derrotas en cuestión de cinco días han convertido la semana previa al parón en la peor del Barcelona en la presente temporada. Los culés se han dejado el liderato en su paso por el Ramón Sánchez-Pizjuán, donde fueron superados por el Sevilla de principio a fin, contagiados por la garra y el mensaje de su audaz entrenador, Matías Almeyda (4-1).