Monchi: "Mi mujer se enteró de que volvía a San Fernando por las redes. Esto es mi Bayern"

"Háblame de tú, por favor, que podría ser tu hermano mayor". Ramón Rodríguez Verdejo, Monchi, (San Fernando, Cádiz, 1968) descubre pronto sus cartas al inicio de esta conversación, acompañada de un trato afable y una indeleble sonrisa. El hombre que popularizó la figura del director deportivo a nivel mundial no necesita presentación, aunque conviene realizar un apunte para los más desactualizados: ya no es el director deportivo del Aston Villa, es el presidente del CD San Fernando 1940, club que milita en Tercera Andaluza, la categoría más baja del fútbol.

Hay serias posibilidades de que usted ubique a Monchi como un sevillano más por su longeva vinculación con el Sevilla. Lo cierto es que han pasado 37 años desde su salida de San Fernando y ahora ha llegado el momento de regresar para devolver al club a su lugar. La desaparición del San Fernando CD, que perdió su plaza en Tercera RFEF, obligó a fundar un nuevo equipo, el CD San Fernando 1940. Es el líder de un proyecto en el que también están los hermanos Ramos: Sergio y René.

Algunos pensarán que Monchi se ha vuelto loco, incluso es posible que ese planteamiento haya invadido a su esposa. Cambiar el oro y los brillantes de Birmingham (por club, no por ciudad, todo sea dicho) por el barro de Bahía Sur y de los campos más modestos de la provincia confirman que todavía restan reductos de romanticismo en este fútbol tan mercantilizado.

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Puede sonar a hipérbole, pero Monchi asegura que el San Fernando es su Bayern de Múnich. Una historia así tenía que darse en Cádiz, donde no impera el capitalismo. Allí resumen esta forma de vida con la siguiente sentencia: "Lo que no tiene precio no se le puede poner". Parece que no hay cifra que pague el sentimiento del León de San Fernando.

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PREGUNTA. Jugador, director deportivo, presidente… ¿Te queda algo por hacer en el fútbol?

RESPUESTA. También fui delegado.

P. Es cierto.

R. Casi nadie lo recuerda, pero para mí fue muy importante. Ahora vivo el día a día, porque nunca había pensado ser presidente de un club. He llegado aquí por las circunstancias y no sé qué va a pasar en el futuro. Eso sí, puedo decirte que he sido un afortunado. Todavía recuerdo a ese Monchi que jugaba en el barrio de San Ignacio de esta ciudad. Me siento un privilegiado porque he disfrutado de cada faceta y espero hacerlo ahora como presidente. Pero no me fijo en el futuro, no quiero ir más allá. Rafa, si te preguntan hace dos meses que me ibas a estar entrevistando como presidente del San Fernando, dirías que eche más tabaco [risas].

P. ¿Cómo surgió la opción de llegar al San Fernando?

R. Es la segunda vez que me preguntan lo mismo en una hora, porque acabo de salir de una reunión de trabajo. No había nada previsto, pero es cierto que, en el dibujo de mi vida profesional, la cuadratura del círculo era volver a San Fernando, lugar del que salí en 1988. Me hacía ilusión terminar mis días de fútbol trabajando aquí. Se han dado un cúmulo de circunstancias que han adelantado esta vuelta.

P. Todo el revuelo que se armó en torno al club.

R. Nos fuimos involucrando poco a poco en la vorágine del verano, en el intento de salvar al anterior club. En ese proceso, afloró más que nunca el sentimiento a raíz, sobre todo, del contacto con la gente y fue una dinámica de la que era difícil salir. Como no conseguimos la salvación, pues dijimos de intentar crear un equipo nuevo y no me paré a pensar en ello. Siempre le cuento a la gente que mi mujer se enteró de mi regreso a San Fernando por las redes sociales. "¿Me vas a contar esto?", me dijo. Le vendí una burra y ella se dio cuenta, pero le comenté que era algo en lo que no me iba a implicar mucho. A la vista está: he dejado el Aston Villa y estoy en el San Fernando [risas].

"Es seguir vinculado a algo que ha sido mi vida, pero en un contexto menos expuesto y llamativo. Yo no he notado el cambio"

P. ¿Dejar el Aston Villa y volver al San Fernando es subir o bajar un peldaño en la escalera?

R. No lo sé, pienso que no es ni subir ni bajar. En realidad, es seguir vinculado a algo que ha sido mi vida, el fútbol, pero en un contexto menos expuesto y llamativo. Yo no he notado el cambio, porque no he parado. No ha habido un antes y un después, solo una continuación con distintos colores, dedicación y ubicación. No se trata de un salto.

P. ¿Cómo es el día a día del presidente del San Fernando?

R. Imagino que como el de todos los presidentes profesionales sin serlo. Llego al estadio a las nueve e intento hablar con todos los departamentos: prensa, marketing, cantera, tesorería, con mi secretaria… Intento coordinar todos aquellos aspectos que influyen en el día a día. Como y luego vuelvo para seguir ocupándome de otros asuntos. Anteriormente, te decía que no noto diferencia con respecto a lo que hacía anteriormente, aunque es cierto que antes mi tarea estaba mucho más centrada en lo deportivo y ahora mucho más en todos los aspectos que rodean al club. Para entender esto, tienes que olvidarte de la categoría. Si no, no lo entiendes. Este club ha intentado ir de manera paralela a la categoría, porque los partidos están ahí. Pero estamos generando una estructura muy profesional: somos 12 empleados y tenemos 5.000 socios. Por tanto, hay muchas cosas que demandan atención.

P. Montaste de cero la dirección deportiva del Sevilla. ¿Qué aprendizaje de aquella etapa te está sirviendo ahora?

R. Me preocupa que ya es la segunda pregunta que coincide con la que me han hecho en la reunión previa a esta entrevista. No sé si tenías puesto allí un micrófono [risas]. Tengo que decirte que hay muchas cosas que me están sirviendo ahora.

P. ¿Cuáles?

R. Tuvimos que construir desde la nada con pocos recursos, pero tenía una buena marca, que era el Sevilla, igual que ocurre con el San Fernando. Hay muchos paralelismos que a mí me sirven. Cuando la gente me dice que yo era un director deportivo especial porque me metía en todo, lo hacía porque en aquel momento no había estructura. Ahora hago lo mismo: intento estar en todo.

"Yo vivía en un entorno familiar en el que había que sacarle el máximo partido a la peseta, era un ambiente donde el despilfarro no era común"

P. Procedes de familia humilde. ¿Te ha servido eso para ubicarse en esta economía de guerra del San Fernando y en aquella del Sevilla?

R. Yo vivía en un entorno familiar en el que había que sacarle el máximo partido a la peseta, era un ambiente donde el despilfarro no era común, al contrario, porque había que optimizar los recursos. Puede ser que todo aquello que vi en mi infancia lo tenga en mi mente. Al final, se trata de aplicar la cordura.

P. ¿Cómo se aplica?

R. Evitando que se repitan los defectos y los errores del pasado. En esta ciudad se han cometido muchos fallos grotescos que no voy a contar y tenemos que aprender. El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra y nosotros, que ya lo hemos hecho, no queremos hacerlo una tercera vez.

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P. ¿Qué objetivos se marca un club como el San Fernando?

R. El crecimiento continuo en todos los aspectos. Tenemos que intentar que se haga de forma horizontal para asentarnos, igual que ocurrió con el Sevilla.

P. ¿Es realidad o leyenda que fue el Maestro Araújo quien te apodó el León de San Fernando?

R. No, no, es realidad. Hubo un partido frente al Atlético de Madrid, el año del doblete, en el Calderón y ganamos 0-1. Solo pasamos del centro del campo en la jugada del gol. Yo tuve un partido magnífico y esa fue la ocurrencia del Maestro. Como anécdota, en aquella época se puntuaba a los jugadores cero, uno, dos o tres. Y a mí me pusieron As, Marca y ABC un cuatro. Como San Fernando es la Isla del León, Araújo hizo el juego de palabras y así se quedó.

P. Te sentaste junto a Bilardo en el banquillo durante un año. ¿No te picó el gusanillo para ser entrenador?

R. Yo no tengo carácter para ser entrenador porque soy una persona sentimental. Me cuesta trabajo decir que no, entonces sospecho que tendría que ir a hablar con el árbitro para decirle que jugaríamos con 15 en lugar de con 11 para no dejar a nadie fuera [risas]. Aprendí muchísimas cosas de Bilardo, soy el discípulo máximo del bilardismo.

P. ¿Cómo definirías el bilardismo?

R. Con una frase muy rápida: en los pequeños detalles están los grandes logros. Bilardo era un obseso de esas pequeñeces porque pensaba que ahí se podían ganar los partidos. Yo también soy una persona enferma del detalle. Carlos está loco y lo llevaba al límite; yo soy un pelín, no mucho, más normal que él. Lo llevaba a situaciones dramáticas, pero todas tenían sentido. Podría llevarme un día entero hablando de él por la cantidad de anécdotas que tengo.

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P. Todos tienen una anécdota con Bilardo.

R. No puedo decirte una, porque mañana me acordaría de otra. De todas he aprendido, porque Carlos es un tipo que manejaba todo. Él utilizaba el vídeo de verdad cuando ni siquiera existía casi el VHS. Era capaz de llamarnos a casa para que fuésemos al estadio toda la plantilla, nos ponía un vídeo de un minuto y luego nos íbamos a casa. Eran solo 60 segundos, pero era genial porque nos hacía ver lo que él quería.

P. ¿Te influyó Luis Aragonés tanto como Bilardo?

R. Sí, Luis lo hizo en lo táctico y en lo técnico. Bilardo es el entrenador que más he marcado como persona; Luis, como jugador. Él es el técnico, de los que tuve, que mejor ha plasmado en un entrenamiento lo que después quería poner en práctica en un campo de fútbol. Aragonés era un adelantado, igual que Carlos, y podría entrenar hoy. De hecho, sus conceptos futbolísticos son mucho más de esta época que de la anterior.

P. Te consideras sevillista de adopción. ¿Cuándo empezó a aflorar ese sentimiento?

R. En el momento en el que me voy de San Fernando en 1988 y me pongo la camiseta del Sevilla Atlético. A partir de ahí empieza y va creciendo y madurando con el paso del tiempo. Posiblemente, hay una fecha, en agosto de 1995, con el descenso administrativo, que nos hizo a todos más sevillistas.

P. ¿Llegaste a temer por la desaparición del club?

R. Yo le dije a mi padre que pusiera el cartel de "Se vende" en el único piso que tenía en venta, porque no sabía cómo iba vivir [risas]. Sí, sí, claro que temí por la desaparición. Esos 15 días que pasé no se lo recomiendo a nadie. Afortunadamente, pudimos quedarnos en Primera.

P. El presidente era Luis Cuervas. ¿Qué recuerdas de él?

R. Era un presidente con mucha personalidad. Él te impactaba y si te llamaba, te ponías al teléfono porque sabías que algo pasaba. Negocié tres contratos con él y si sumas las negociaciones de todos, la duración fue de un segundo. Eran presidentes que no iban a los entrenamientos y que no se metían en los vestuarios, aparecían cuando había algo importante.

P. Eres licenciado en Derecho. ¿Cómo compaginaste el fútbol y el deporte de élite?

R. Los dos primeros años de carrera los cursé en Jerez. Yo era juvenil, pero ya estaba en el primer equipo del San Fernando. Ahí era más o menos fácil porque tenía cierta manga ancha por parte del entrenador. Estudiaba lunes, martes y miércoles y luego entrenaba. En Sevilla tuve que ir alternando e incluso paré un tiempo porque no daba abasto. Luego la retomé y la saqué al dedicar mis huecos libres al estudio.

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P. Llegaste a la cantera del Sevilla con 20 años. ¿Hasta qué edad se puede esperar a un futbolista?

R. Se puede esperar mucho, aunque depende del grado de madurez. Hay jugadores, como Sergio Ramos, a los que ves desde pequeño, que antes o después van a romper. Pero después hay otros como Marchena o Jesuli que lo hacen algo más tarde. Es cuestión de ver dónde van a romper. Es un tema difícil, pero se puede esperar siempre y cuando tenga las condiciones.

P. Fuiste director deportivo casi de la noche a la mañana. ¿Tuviste algún mentor, quizá Rosendo Cabezas?

R. Rosendo era una referencia. Más que en una persona, me fijaba en los modelos de los clubes. Observaba aquellos equipos como el Zaragoza, el Celta, el Oporto, el Lyon… Eran clubes que, sin ser grandes transatlánticos, triunfaban. Estudiaba qué es lo que hacían. Me di cuenta de que habían creado una buena estructura deportiva, que compraban barato y que luego vendían caro. Eso fue lo que intentamos aplicar.

"En el San Fernando vamos a tener una estructura poco acorde a la categoría porque son casi nueve personas las que van a trabajar"

P. ¿La vida académica sirvió en esos inicios?

R. Ayudó en esos inicios donde la estructura del club era mínima.

P. ¿Cómo era la dinámica de trabajo en el 2000?

R. Viajando mucho, mirando mucho, viendo mucho fútbol en el coche, pateándonos numerosos campos… Intentábamos abarcar lo máximo posible desde las limitaciones que teníamos. Tuvimos la ventaja de que crecimos muy rápido en número de personas y eso nos permitió tener mayor capacidad de seguimiento. En el San Fernando vamos a tener una estructura poco acorde a la categoría porque son casi nueve personas las que van a trabajar para el fútbol. Eso es por la manera en la que entiendo esto. Tenemos que generar la mayor información posible para tomar decisiones de la manera menos errónea posible.

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P. ¿Cómo es la financiación de un club como el San Fernando?

R. Fundamentalmente autofinanciación, intentamos generar recursos siendo imaginativos, porque son mucho más limitados. Nuestra principal fuente de ingresos son los socios, pero también tenemos la tienda y vamos a hacer eventos para atraer a patrocinadores. Todo con imaginación.

P. Monchi tuvo la capacidad de identificar talentos en mercados inexplorados. ¿Verdadero o falso?

R. No sé, tiene parte de verdadero. Más que inexplorado te diría que nosotros —el Sevilla, no Monchi— fuimos un club innovador en hacer seguimientos exhaustivos en campeonatos poco conocidos.

P. ¿Se puede replicar eso en la actualidad?

R. Yo creo que sí, aunque cada vez es más difícil por la tecnología actual. A ese nivel es complicado encontrar un futbolista al que nadie ve, pero hay que ser constante e intentarlo. Siempre pongo el ejemplo de Dani Alves. Fue descubierto en un Sudamericano sub-20 en 2003 en Punta del Este. En ese campeonato, solo había un club de fútbol acreditado, el Sevilla. Ahora hay 150 o 160 equipos.

P. ¿Te sientes el gran responsable de los éxitos del Sevilla contemporáneo?

R. No, no, yo me siento partícipe. Es un hijo tan grande que no puede tener un solo padre. Soy partícipe de construir ese Sevilla, pero no soy el único culpable.

"Mi figura ha ayudado algo, porque el Sevilla tuvo éxitos cuando todavía estaba algo huérfana esa figura y por eso quizá tuvo un poco más de brillo"

P. ¿Se hubiera popularizado tanto la figura del director deportivo de no haber existido Monchi?

R. Me parece muy presuntuoso afirmar eso. Creo que mi figura ha ayudado algo, porque el Sevilla tuvo éxitos cuando todavía estaba algo huérfana esa figura y por eso quizá tuvo un poco más de brillo. Soy uno más de muchos profesionales que le han dado lustre a una figura que para mí es fundamental en un grupo.

P. No me negarás que eres el paradigma del director deportivo.

R. Es cierto que había ruido en torno a mi figura, pero no creo que sea paradigma. Sería una falta de respeto a algunos que, con menos recursos, han conseguido cosas importantes.

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P. Se habló de Barcelona, Bayern de Múnich… ¿Nunca te planteaste el salto a sitios más grandes?

R. Ahora estoy en mi maravillosa San Fernando, este es mi Bayern de Múnich. Tú no me conoces, pero soy una persona que intenta estar a gusto en los sitios y sentirse útil. En los equipos que he estado siempre ha sido por circunstancias muy particulares. Cuando no me he encontrado feliz, he decidido salir y ya te digo que ahora no me encuentro feliz, sino lo siguiente.

P. Pacheta me dijo que prefería un futbolista buena persona y algo peor jugador que viceversa. ¿Te encaja eso?

R. En caso de que haya igualdad, prefiero que sea una buena persona. Si la diferencia es muy grande, ya intentaremos que sea bueno. No se puede tratar igual a todos los jugadores, porque estamos ante la gestión de personas y no todas son iguales. Ni tú, ni yo, ni nadie. Hay que estar cerca de los jugadores para cuando se vayan un poco de madre. Si eres capaz de conseguir que la persona sea feliz, tendrá unas condiciones para triunfar. Los malos rendimientos de los futbolistas tienen que ver muchas veces con la falta de pasión o de adaptación.

P. ¿Qué importancia tienen los datos para hacer un fichaje?

R. La estadística no es definitiva, pero es importante. Es una herramienta que nos ayuda a tomar decisiones y a acortar tiempos.

P. ¿Hay margen para una tercera etapa de Monchi en el Sevilla?

R. Ahora mismo, todo, todo, todo está centrado aquí. Estas hipótesis creo que no ayudan. Además, hablar de algo que no me concierne a mí me parece una falta de respeto. Yo me voy a empeñar en seguir explicándole al mundo entero que he elegido estar aquí, en San Fernando. Nadie me ha obligado a venir y lo he elegido porque soy feliz.

"Hay buena gente en Cádiz y Sevilla igual que hay puñetera. Sevillanos y gaditanos tenemos en común el sentimiento andaluz y de pertenencia"

P. No se le puede poner precio a aquello que no lo tiene.

R. No, no. Este es un tema que evidentemente no es económico, tampoco laboral, Rafa. Este es un tema emocional. No estoy aquí porque trabajo aquí, estoy por una emoción. Si las emociones perduran en el corazón, son difíciles de abandonar, como los amores. Yo estoy enamorado del San Fernando.

P. Eres gaditano, pero has vivido muchos años en Sevilla. ¿Qué diferencia a un sevillano de un gaditano?

R. Hay que añadir, y es fundamental, que yo soy cañaílla [como se conoce a los oriundos de San Fernando]. He vivido más tiempo en Sevilla que aquí, pero no soy de los que encorseto a la gente por su forma de ser, DNI o por el lugar en el que nacieron. Hay de todo en un mundo tan cosmopolita como el actual. Hay buena gente en Cádiz y Sevilla igual que hay puñetera. Sevillanos y gaditanos tenemos en común el sentimiento andaluz y de pertenencia a las raíces.

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P. Eres chirigotero confeso. ¿El arte de Cádiz se podría inventar si no existiera?

R. Es difícil. Ese arte particular del carnaval es muy complicado, va mucho con la sal y el viento de levante de esta zona.

P. Tu vida ha dado muchas vueltas. ¿Podría haber una letra de carnaval en torno a tu figura?

R. El Carnaval de Cádiz es muy respetuoso y creo que no doy el perfil para ser objeto de letras. El carnaval es mucho más de lo que Monchi representa.