El Villarreal mira de tú a tú a los cocos: por qué los 'groguets' son una amenaza en LaLiga

El Villarreal es el equipo de la ilusión. Dos partidos de Liga, dos victorias, siete goles a favor, ninguno en contra y liderando la clasificación, con lo más importante, dejando buenas sensaciones. La goleada al Girona en La Cerámica (5-0), con el hat-trick de Buchanan, ha disparado las expectativas de un equipo que llega de clasificarse para la Champions tras un año de transición y que, además, ha invertido fuerte en el mercado con el fichaje más caro de su historia: Renato Veiga.

Pero lo que más impresiona de este Villarreal no es el presente inmediato, sino su capacidad histórica para reinventarse. Pocos clubes en España tienen esa capacidad de superación. Tras ganar la Europa League en 2021 y alcanzar las semifinales de la Champions un año después con Unai Emery, el equipo se desmanteló parcialmente y se quedó fuera de Europa la siguiente temporada. Cualquier otro habría tardado años en levantarse, pero el Villarreal reaccionó rápido y, esta misma campaña, regresa a la máxima competición continental con un proyecto reforzado y ambicioso.

Resulta difícil explicar este arranque sin hablar del banquillo. Marcelino ha construido su carrera con una mentalidad exigente y con una trayectoria que lo vincula a algunos de los mejores años del Villarreal. En su primera etapa asentó al equipo en Europa y lo llevó a pelear contra los grandes.

En su regreso ha recuperado un plan reconocible, basado en la presión alta, la verticalidad y un juego ofensivo que se apoya en la velocidad de sus extremos. Su experiencia y su forma de trabajar explican en parte la rápida adaptación de los nuevos fichajes y la solidez mostrada en este inicio de temporada.

El saber resurgir

En 2012 llegó a caer a Segunda División, un golpe devastador para un equipo que logró llegar a las semifinales de Champions en el 2006 y conseguir el subcampeonato de LaLiga en la temporada 2008. Sin embargo, en un solo año regresó a Primera y poco después volvió a asentarse en Europa. El club presidido por Fernando Roig ha hecho de los tropiezos un punto de partida. Donde otros se hunden durante años (ejemplos como el Sevilla, que aún intenta levantarse tras tocar fondo, o el Valencia, que sigue atrapado en sus propios problemas).

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El papel de Roig es fundamental. Antes de su llegada en 1997, el club estaba presidido por Pascual Font de Mora, contaba con apenas unos miles de socios y hasta entonces, el club había sido un equipo modesto que alternaba la Segunda, Segunda B y Tercera División, hasta su primer ascenso en 1998, ya en manos de Fernando Roig.

El Villarreal pasó a ser un club prácticamente desconocido en España, a ser uno de los clubes referentes en el panorama europeo. Es cierto que, a base de inversiones económicas, pero donde algunos invertirían en fichajes millonarios, él se dedicó a construir una base sólida, centrándose en la cantera y en el crecimiento del club a nivel estructural. Cada ciclo se gestiona con cabeza, se vende caro, se ficha joven y se transmite la sensación de que el Villarreal siempre tiene un plan.

Un mercado eficiente pero controvertido

Este verano han ingresado 74,5 millones que podrían elevarse hasta los 88 con variables, mientras que el gasto en fichajes asciende a 67,5 millones. Las salidas de Baena (42 millones al Atlético) y Barry (32 M al Leipzig) han dejado dinero en caja, y a cambio han llegado jugadores jóvenes con margen de crecimiento: Moleiro (16 M), Mouriño (10 M), Buchanan (9 M), Oluwaseyi (6,5 M) o el fichaje récord de Renato Veiga (24,5 M más 5 en variables).

Sin embargo, uno de los fichajes claves de esta temporada ha aterrizado rodeado de polémicas. Thomas Partey, de 32 años, llegó libre tras cinco temporadas en el Arsenal y con un pasado en el Atlético, pero arrastra un proceso judicial en Inglaterra por presuntos delitos de violencia de género. El club defendió su presunción de inocencia y emitió un comunicado reiterando su rechazo a cualquier forma de violencia, aunque parte de la afición mostró su desacuerdo en redes y causó un gran revuelo en el fútbol español. Una incorporación polémica que contrasta con la estrategia habitual.

El caso Etta Eyoung también preocupa en la entidad. Atacante veloz, potente y con gol. Convenció a Marcelino con su rendimiento en pretemporada y Marcelino ya lo utiliza de manera habitual. El problema es su cláusula, fijada en solo diez millones, una cifra muy asequible para cualquier gran club. El Barça lo considera una oportunidad de mercado y planea ficharlo para después cederlo, evitando así problemas de inscripción por el fair-play financiero. A ese interés se suman Betis, Real Sociedad y varios clubes de la Premier, además de Levante y Oviedo, que han preguntado por su cesión.

El proyecto, además, no se da por cerrado. La dirección deportiva busca un portero (con Arnau Tenas como favorito) y un delantero de referencia que pueda llegar cedido. Todavía podría quedar la guinda del pastel con Artem Dovbyk, con el club groguet negociando en Roma. Con la ambición de competir de tú a tú en la Champions y en LaLiga, donde el Villarreal se mide con presupuestos superiores. El Atlético de Madrid, por ejemplo, ha desembolsado 175 millones en este mercado de fichajes, y equipos como el Athletic de Bilbao destinan más de 60 millones en gasto salarial frente a los 45 millones invertidos del Submarino Amarillo.

La historia demuestra que al Villarreal no le asusta el vértigo. Ha sabido levantarse tras descensos, tras ventas dolorosas y tras temporadas sin Europa. Lo ha hecho con paciencia, con visión de futuro y con un estilo que se mantiene reconocible.