¿Puede (y debe) un equipo de Segunda rechazar 35M? Yeremay y el orgullo del Depor
Una decisión inédita en Segunda División que refleja la buena salud financiera del Deportivo y su apuesta por construir el regreso a Primera con jugadores diferenciales en el campo
Yeremay, la gran estrella que retendrá el Depor. (EFE/Moncho Fuentes)
Por
Mikel Felipe Melgar
El Deportivo de La Coruña ha encendido todas las alarmas del mercado al rechazar una oferta de 35 millones de euros (30 fijos más cinco en variables) del Sporting de Lisboa por Yeremay. El gesto no es solo una anécdota de verano, sino un síntoma de que el club gallego vive un momento muy distinto al que arrastraba en la última década. Porque no se trata únicamente de lo que vale Yeremay, sino de lo que significa que un recién ascendido a Segunda pueda mirar a los ojos a uno de los clubes más importantes de Portugal y decir "no negociamos".
La comparación con otros escenarios resulta inevitable. El Almería vendió a Darwin Núñez al Benfica por 25 millones cuando estaba en Segunda, la venta más cara de la historia de la categoría, por lo que la venta de Yeremay podría haber roto un nuevo récord.
El Getafe, asentado en Primera, ha tenido que aceptar ofertas de 10 a 20 millones para cuadrar balances. Incluso el Barcelona, un gigante con problemas de liquidez, ha valorado la venta de canteranos como Marc Casadó en torno a los 30 millones. Frente a todo eso, el Dépor ha optado por blindarse con su cláusula de 60 millones, ofertas rechazadas y un mensaje de solidez que sorprende a todo el ecosistema económico que rodea el ámbito futbolístico.
La explicación no es solo sentimental. El Deportivo ha saneado sus cuentas después de años de turbulencias. El ascenso desde Primera RFEF ha devuelto estabilidad económica y deportiva. No está hipotecado ni urgido por vender para sobrevivir. Con el apoyo de su accionista mayoritario en 2024, ABANCA, el club no tiene que preocuparse de momento por el aspecto económico. En ese contexto, mantener a Yeremay no es un riesgo, sino una inversión.
Si Yeremay triunfa en Riazor, su valor no se devaluará. Aunque existe el riesgo de que una lesión o una mala temporada reduzcan drásticamente su valor de mercado, desde A Coruña, solo piensan en el gran futuro que le depara al jugador. Los clubes que hoy ofrecen 30 o 35 millones podrían ofrecer una cantidad superior en el futuro. Incluso la posibilidad de poder retener, de cara a la progresión futura del equipo, a una figura tan relevante como la de Yeremay. El Sporting de Lisboa ha demostrado que no tiene reparos en pagar cifras altas por jóvenes talentos, pero el Dépor sabe que ceder ahora sería entregar demasiado pronto su carta más valiosa.
En lo futbolístico, la decisión es aún más lógica. Antonio Hidalgo, el entrenador deportivista, destacó antes del debut liguero lo que supone tenerlo en plantilla: “Yeremay es increíble. Es muy exigente consigo mismo y estoy muy contento de que esté con nosotros”.
El Depor celebró su ascenso a segunda con estrellas como Lucas Pérez y Yeremay. (EFE)
En un año donde el objetivo es consolidarse en Segunda y mirar de reojo al ascenso, disponer de un futbolista diferencial inclina la balanza en muchos partidos. Y ese tipo de ventaja, en un fútbol cada vez más igualado, es más rentable que cualquier ingreso puntual.
El Dépor vuelve a tener poder de decisión, lo que recuerda a sus épocas más exitosas. Si antes estaba condenado a vender por necesidad, ahora se permite el lujo de resistir. Yeremay no se marchará salvo que alguien pague la cláusula de 60 millones. Esa firmeza no solo protege al jugador y al club, también redefine al Deportivo en el mapa, ya que se ha convertido en una entidad que se reconstruye mirando al futuro en busca de grandes objetivos.
El Deportivo de La Coruña ha encendido todas las alarmas del mercado al rechazar una oferta de 35 millones de euros (30 fijos más cinco en variables) del Sporting de Lisboa por Yeremay. El gesto no es solo una anécdota de verano, sino un síntoma de que el club gallego vive un momento muy distinto al que arrastraba en la última década. Porque no se trata únicamente de lo que vale Yeremay, sino de lo que significa que un recién ascendido a Segunda pueda mirar a los ojos a uno de los clubes más importantes de Portugal y decir "no negociamos".