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Nadie da como favorito al Real Madrid y es la mejor noticia para Xabi Alonso
Sin los refuerzos clave solicitados, el equipo afronta una temporada llena de incógnitas en el centro del campo y la delantera, mientras la Premier sigue marcando el ritmo europeo
Para construir su mecano, Xabi Alonso pidió dos fichajes: Zubimendi, y Florian Wirtz. Zubimendi, un centrocampista de verdad, no de ida y vuelta, ni media punta, ni un hombre para todo. Alguien que tiene el paisaje del partido en la cabeza y que ordena las piezas con esmero. Zubimendi se fue al Arsenal que pagó más allá de la cláusula de rescisión. El Arsenal, un club de la parte alta de la Premier, pero no uno de los grandes: le falta en su palmarés la Champions y de su última liga hace 20 años. Su dueño es un magnate americano que colecciona clubs de la NFL y de la NBA, casado con la heredera del imperio Walmart. Ese tipo de gente que tiene el dinero por castigo y que usted nunca conocerá.
Florian es un mediapunta. En la plantilla tenemos media docena. Pero Florian es quizás el más moderno y sencillo de todos los que había en el mercado. Un artilugio fotosensible y fulminante ideal para alimentar los galgos de nuestra delantera. Lo fichó el Liverpool por 125 millones. El Liverpool es parte de un conglomerado estadounidense llamado "Fenway sports Group" que desea hacerse con el Getafe de Ángel Torres. El Liverpool ha gastado más de 200 millones este año. Cantidad similar a la del Arsenal. Cada año, cada club grande de la Premier, gasta cantidades parecidas. A veces en extraños intercambios de jugadores infladísimos y que sólo se pueden entender desde la ley del dinero oculto que mueve el mercado del fútbol. Un dinero que busca volverse respetable y lo hace bajo el auspicio de la infinita libertad financiera del Reino Unido post-breixit. Un país que es ya un apéndice de los Estados Unidos, una plataforma desde la que asaltar definitivamente Europa.
La Premier, la liga favorita de los que saben de fútbol, de los que tienen un paladar exquisito, de los que desprecian el basto ecosistema español. El mayor lavadero de dinero de occidente. La liga que ha roto definitivamente el equilibrio en Europa. Quizás porque UK ya no es Europa. El Madrid ya no puede competir en los veranos con la Premier. El último jugador que le quitó fue el mejor de todos: Cristiano Ronaldo. Ese golpe descalabró la liga inglesa para 10 años.
Huijsen, Carreras y Mastantuono. Los tres han sido caros. El gasto del club blanco supera los 150 millones. Pero no es suficiente. En los últimos 6 años, el Madrid, sumando gastos e ingresos, era el equipo de los grandes de Europa, que menos había gastado. Es necesaria una renovación a fondo de la plantilla y para eso hay que vender. Zubi y Florian, han volado. El Real sigue siendo de los socios, no de espesos conglomerados deportivos, ni de fondos de inversión con sede en Barbados, ni es la cara visible de un emirato post feminista.
Era Rodrygo el jugador que estaba en venta. Restos de serie. No lo quieren en la Premier. Demasiado sutil para los ingleses. Ellos prefieren cazabombarderos de sangre africana. Hay una excepción a esos gustos perversos y es Guardiola. Pero el catalán no le va a hacer un favor al Madrid. Eso no entra en sus planes de dominio mundial. Rodrygo ha vuelto cabizbajo a los entrenamientos. Es casi un apestado. Su último año fue ruinoso y acabó con un desprecio a la afición. De esos partidos inservibles, los últimos de la temporada, se borró. Pero la gente sigue el Madrid por todos los partidos. Es como ir a misa. Lo que importa es el rito, la celebración por rutinaria que sea. La misa del sábado sirve para el Domingo, tragarte un Madrid-Getafe de Mayo, con todo el pescado vendido, es un sacrificio que te acerca más a la verdadera Fé blanca. En esos últimos partidos sin nada en juego, también hay luz. Pequeños metales preciosos que los aficionados saben degustar. La búsqueda de la bota de oro para Mbappé, la lucha de un canterano contra sus miedos infantiles; una pintura impresionista de Güler.
Son detalles, la maleza de la temporada. Un pequeño ecosistema lleno de vida y que la gente aprecia. Difícil de jugar para un profesional que busca la gloria. Y por eso, Rodrygo se borró. Xabi lo puso en su sitio en los partidos del mundialito. Apenas jugó. Se creyó que era titular y ni siquiera supo ser jugador del Madrid. El brasileño no es un cualquiera. Es un geniecillo. No un genio completo porque el genio no necesita nada de nadie para ganar el partido. Rodrygo necesita que los contrarios estén cansados y hacer su jugada limpia, libre de cargas, sin que nadie lo toque. Eso pasa más fácil a partir del minuto 70. Las dos últimas champions del Madrid llevan su marca. Rodrygo se cuela en los palacios de Moztezuma sin que nadie lo advierta. Entra en la cámara secreta y roba la joya incrustada, la que paraliza el mundo con su resplandor. Y cuando sale, hay una luz sobrenatural que todo lo baña, el brasileño camina sobre el césped sin tocar la hierba, alza los brazos sin esfuerzo, gana el partido y todos sueñan con él.
Rrodrygo es ideal para el ensueño pero no para la vida corriente. Y él lo sabe y se llena de ansiedad. Se le pone serio el entrecejo, pierde precisión porque siente que cada minuto de titular tiene que demostrar su misión en el mundo. Dispara fuerte cuando lo suyo es buscar los ángulos. Desaparece del juego esperando la ocasión. Se le pone cara de rencor al ser cambiado. Al final, es un delantero con poco gol y tras eso se pueden escribir los 45 tomos del apocalipsis.
Rodrygo, por hidalguía y títulos, se creyó titular y obligó a Ancelotti a buscarle sitio. Dependía demasiado de su inspiración, de la disposición de los átomos de hidrógeno sobre la ionosfera. Mbape, por ejemplo, no depende de nada. Es un hecho natural. La noche, el día, un noviazgo a los 20. Y como el Madrid no ha podido vender a Rodrygo, le ha faltado dinero para comprar un centrocampista profesional. O quizás no haya sido el dinero, porque ha venido Mastantuono por una cantidad importante. Y el argentino viene para ocupar el puesto del brasileño. Falso extremo derecho que evoluciona hacia dentro, hacia posiciones de falso media punta cercanas a las de falso interior derecho. Mastantuono no es algo concreto, como Zubimendi; es un tributo a la ilusión concebida desde la memoria. El hoyito de Di Stéfano, una zurda albiceleste, el eco de algo grande que se va revelando poco a poco.
Lo que se ha visto del de River, ha gustado. Muy conectado con el juego, tiene la cabeza de un mediocampista y la precisión en la zurda de los enganches del río de la plata. Pero no era algo que Xabi hubiera pedido. Franco es espuma y si es lo que aparenta, habrá que esperarle años. Xabi necesitaba un arquitecto. De momento, no lo tiene.
Huijsen ya aterrizó en el Madrid. La impresión que dejó en 4 partidos fue parecida a la de aquel Bellingham de hace dos años. Un jugador nuevo para un mundo a estrenar. Jude se paró en seco, pasó de ser un Zidane más rápido y elástico, a un señor mayor al borde de la jubilación. Nadie sabe la razón y nadie sabe si volverá. Wirtz lo hubiera sustituido. Sonó para el Madrid y sin duda Xabi lo quería pero el club decidió esperar al inglés. Bellingham no es un creador de juego. Es un hacedor de jugadas, un llegador y un mago del último pase. Huijsen sí es un creador. No habíamos visto a nadie así. Tan alto y tan seguro de sí mismo. Con esa precisión en el primer pase sea cual sea su dificultad. Convierte lo extraordinario en normal. Por eso con 19 años es ya titular de la selección y del Madrid. Faltó el día del PSG y el Madrid dejó de ser un equipo de fútbol. Así de simple. Quizás desde Cristiano, no habíamos visto una ascendencia tal sobre el juego, de un recién llegado. Es un niño, es ingenuo y a la vez muy inteligente. No sabemos hasta que punto es consciente de sus limitaciones físicas, que las tiene. Muchas veces la madurez es eso. Hacer de la necesidad, virtud. El fútbol es cruel. Siempre es definitivo. En cada jugada se pone en jaque al universo. A Dean lo expulsaron contra el Borussia porque no supo esconder su error. Y su error fue culpa de un esqueleto demasiado grande al que le cuesta girarse, correr hacia atrás y cazar al defensa en ese primer metro crucial en el área. Eso quizás le esté convirtiendo en un intelectual del juego. Alguien que piensa continuamente para adelantarse a la jugada y comenzar la siguiente de su equipo.
El resto de los centrales son Alaba, Militao y Rüdiger. Tres veteranos de guerra que en vez de articulaciones, tienen zanjas. Hasta verlos tres meses sobre el campo, no podremos saber si valen para la vida corriente. Acensio sí vale para la vida corriente pero no para las grandes cumbres. Es un cuarto central peor de lo que aparentaba en principio y seguramente algo mejor de lo que demostrará esta temporada, que será la de su suplicio personal.
Carvajal, Trent y Carreras. El inglés provocaba desmayos en la premier e incluso se le llamaba jugador-sistema. Una exageración típica de los fans de esa liga demoníaca. Cuando se enfrentaba al Madrid, impresionaban sus pases cargados de veneno, pero gustaba aún más la planicie que asomaba a su espalda, que este año seguramente aumentará y se convertirá en un país que llevará a Militao a nuevas cotas de amargura.
La delantera es conocida. Se ha hablado demasiado sobre el virus de la pereza que late en los dos titulares y su escasa conexión. Xabi lo verá desde el primer día y su éxito en el club dependerá de cómo lo gestione. Gonzalo y Endrick son dos fieras que casi nadie tiene en Europa. Y Rodrygo, tendrá que comenzar una remontada contra sí mismo como aquel Zamorano de los 90. El descalabro del último Ancelotti vino de la mano de una ausencia: la de Kroos. Sin un arquitecto del juego, se espera que Xabi active las palancas desde su sillón, pero eso nunca ha funcionado en el Madrid. Así que dentro del voluntarismo típico de quien se quiere ganar a la afición, el guipuzcoano ha dicho que Güler será el interior que haga sonar la jugada, mientras Tchouamení -el insustituible- será la piedra sobre la que edificará su iglesia. Añádanle a Bellingham y Valverde como aderezos al guiso y ya está el equipo hecho.
Güler de momento es un jugador a la mitad. Ser interior es un trabajo difícil: preciso, arquitectónico y a la vez, de contención. Un trabajo al que nunca se llega hasta que se alcanza la madurez. El turco será desmontado en diversos momentos de la temporada y el Madrid va a necesitar cerrar ese interrogante de alguna forma. Sin inteligencia y sin razón en el medio, - una inteligencia que se sepa imponer-; el equipo no podrá pasar de cuartos en Champions y la liga estará perdida en Marzo. Una liga administrada cuidadosamente por los enemigos del Madrid y en el que cada salida será un Vía Crucis.
Para construir su mecano, Xabi Alonso pidió dos fichajes: Zubimendi, y Florian Wirtz. Zubimendi, un centrocampista de verdad, no de ida y vuelta, ni media punta, ni un hombre para todo. Alguien que tiene el paisaje del partido en la cabeza y que ordena las piezas con esmero. Zubimendi se fue al Arsenal que pagó más allá de la cláusula de rescisión. El Arsenal, un club de la parte alta de la Premier, pero no uno de los grandes: le falta en su palmarés la Champions y de su última liga hace 20 años. Su dueño es un magnate americano que colecciona clubs de la NFL y de la NBA, casado con la heredera del imperio Walmart. Ese tipo de gente que tiene el dinero por castigo y que usted nunca conocerá.