"A Franco le hacía gracia Santiago Bernabéu. Era un hombre muy culto que fingía ser un paleto"
El escritor y periodista publica 'Bernabéu, el hombre detrás del escudo', una biografía del presidente en la que aparecen nombres como Alfredo Di Stéfano, el fichaje que marcó su mandato, Raimundo Saporta y Carlos Arias Navarro
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Hay un estadio en Madrid llamado Santiago Bernabéu, pero pocos conocen a esa persona. El faraónico recinto, ubicado en el centro de la ciudad, es uno de los signos de estos tiempos modernos. Su palco se ha convertido en un centro de negocios en el que confluyen personajes de todo tipo, pero con el poder de fondo.
El escritor y periodista Juanma Trueba (Pozuelo de Alarcón, Madrid, 1968) se ha empeñado en que la gente conozca a Santiago Bernabéu, el hombre que presidió el Real Madrid desde 1943 hasta su deceso, en 1978. Para ello, ha publicado Bernabéu, el hombre detrás del escudo (Geoplaneta, 2025).
Trueba, perspicaz y brillante escritor, fue subdirector de As durante 11 años, tiempo más que de sobra para entender los entresijos del Real Madrid, del periodismo deportivo y, por supuesto, del Santiago Bernabéu. Ahora le toca al hombre. En el libro ahonda, entre otros asuntos, en la humildad por antonomasia del personaje, su relación con el franquismo y el trato con Di Stéfano. Asimismo, resalta a actores secundarios en el Madrid, pero imprescindibles en la vida de Bernabéu, como Raimundo Saporta y Pablo Hernández Coronado. El autor charla con El Confidencial.
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PREGUNTA. ¿Por qué un libro de Santiago Bernabéu?
RESPUESTA. Conocí a Bernabéu cuando era un niño y quizá esa ha sido la motivación primigenia. Siempre me pareció un personaje muy interesante, con independencia de aquel encuentro, acompañado de una dedicatoria de que la me olvidé por completo hasta que la recuperé hace poco. Nunca se me han olvidado los banderines que me firmó y las insignias que me regaló. Insignias que, por cierto, repartí más tarde entre mis amigos de forma inconsciente, porque debería tenerlas en una urna.
P. La infancia siempre aparece.
R. Quizá esa anécdota haya sido una motivación, pero el personaje era ya de por sí interesante. Es muy desconocido y se habla muchas veces en nombre de Bernabéu sin tener la más remota idea de cómo era. Su presencia es constante porque el estadio lleva su nombre y, además, está en el centro de Madrid. Todos hablamos de la magia del Bernabéu y luego no sabemos quién es el señor que está detrás.
P. ¿Cómo se investiga a una persona que falleció hace 50 años?
R. Creo que ha sido más cómodo que si estuviera viva. He visitado mucho la Hemeroteca Municipal, algo que me divierte. De hecho, es la parte a la que más tiempo he dedicado. El problema que tienes es que la documentación te acabe aplastando y me ha ocurrido un poco. Al tener tanto material, se hace muy complicado ponerlo todo en orden. Luego hay una cosa que me obsesiona: aportar algo nuevo. No hay mucho escrito sobre Bernabéu, solo dos biografías. De esas dos, la de Julián García Candau es la más convencional. Ha sido difícil encontrar declaraciones suyas con 20 años, porque no era habitual que un futbolista diera entrevistas. Sin embargo, para el que perfil fuera completo, he indagado en sus últimos años, cuando tenía 60 y 70 y sus opiniones estaban muy condicionadas por todo.
P. ¿Qué papel ha jugado Candau en este libro?
R. Importante, porque fue el primer director que tuve y que dedicó tiempo a enseñarme, que es una cosa que pasa poco actualmente. De hecho, yo nunca tuve ningún director que haya tenido la paciencia de enseñar con un carácter fuerte como era el de Candau, pero que dejaba muchísima huella. También ha tenido influencia su libro, porque está escrito por una persona que ha conocido al personaje. Eso tiene mucho valor.
P. ¿Bernabéu se hacía pasar por paleto o lo era realmente?
R. Se hacía pasar por paleto. Era una persona muy culta, pero él entendía que era más cómodo fingirse paleto, también más seguro en esa época. Parece que las opiniones de un paleto son tenidas menos en cuenta que las de un intelectual. Por tanto, es más fácil decir exabruptos cuando eres un paleto porque es lo que se espera de ti.
P. ¿Cómo era en realidad?
R. Una persona con inquietudes, políticamente incorrecta y que siempre decía lo que le venía en gana. Le encajaba bien ese disfraz que siempre usaba: nació en Almansa, es cierto, pero se había criado en Madrid. Decía que no sabía nada, pero sabía mucho. No era en absoluto un paleto.
P. Usted resalta que esa faceta de políticamente incorrecta lo lleva a mostrarse de manera errónea en la televisión.
R. Es un medio al que veía como al enemigo. La comparación que hago es la de King Kong en el Empire State intentando dar manotazos a los aviones. Ese era el Bernabéu de los últimos tiempos. Era alguien al que le había atropellado la modernidad de una España que empieza a abrirse en los 60 y que lo hace mucho más en los 70. Se pedía que se fuera Franco y, por tanto, era muy fácil decir que se fuera Bernabéu, porque eran coetáneos. Aunque no tuvieran nada que ver, eran la ropa vieja que había que sustituir.
P. Le preguntaba por su puesta en escena en la televisión.
R. Él se mueve muy mal a pesar de ser una persona brillante en tertulias. Sin embargo, cuando había una cámara de televisión delante, no sabía cómo actuar, era torpe y su discurso no conectaba. En ese mundo, necesitas una habilidad, como en cualquier otra faceta de la vida. Decía lo imbécil que parezco en la tele con lo listo que soy. Era uno de sus muchos sarcasmos.
Ha fallecido Mari Carmen Izquierdo pionera del periodismo deportivo en nuestro país. En el vídeo durante su etapa en TVE entrevistando a Santiago Bernabeu durante el descanso de un derbi en Chamartín. pic.twitter.com/pI22j9oT59
— Hemeroteca RMCF (@HemerotecaRMCF) July 30, 2019
P. ¿Es cierto que lo confundieron y estuvieron cerca de darle limosna?
R. Así es. Él tenía una humildad militante, sentía que había que ser así. Hay otra anécdota en el libro en la que hay un filósofo griego, Diógenes, al que Alejandro Magno le dice que le pida lo que quiera porque vive metido en un cántaro. Solo te pido que no me quites el sol, fue la respuesta. Ese era Bernabéu: no necesitaba nada porque estaba realmente convencido de que había que ser así. Ya me adelanto a la pregunta de los parecidos con Florentino Pérez. No podemos olvidar que no se parecería en absoluto, porque en el club también predicaba que tenían que ser humildes.
P. Luego hablamos de Florentino. ¿Por qué llevó mal que le pusieran su nombre al estadio?
R. Eso no lo tengo claro, porque si lo llevas mal, no hubieran puesto el nombre. Bernabéu es un personaje eminentemente contradictorio y humilde. Un día decidieron ponerle su nombre al estadio y lo aceptó. Eso sí, nunca lo llamó así, porque seguía diciendo el estadio de Chamartín. Él pensaba que su nombre estaría de forma temporal, porque en el 75 aniversario del club, en 1977, dudaba que el estadio siguiese llamándose Bernabéu durante mucho tiempo.
P. ¿Por qué esa duda?
R. Primero porque se hace viejo y eso le molesta muchísimo. En realidad, él había fracasado en su intento de construir un nuevo estadio. Había vuelto a ser visionario en ese sentido, porque se percató de que Madrid ya había crecido alrededor del Bernabéu y que tenía que irse más lejos. Quiso que el estadio estuviera en la carretera de Colmenar, pero le fallaron sus conexiones políticas, el Régimen y, concretamente, Carlos Arias Navarro.
P. Su primer empeño, al llegar a la presidencia en 1943, fue dotar al Madrid de un gran recinto.
R. Eso lo tenía muy claro, porque sabía que el estadio marcaba diferencias. El Atlético de Madrid había construido El Metropolitano y el Madrid se había quedado con uno más pequeño. Bernabéu se percató de que el crecimiento institucional pasaba por un gran estadio y construye Chamartín. Muchos pensaron que era una barbaridad y el estadio no se iba a llenar jamás.
P. Arias Navarro autorizó la Torre de Valencia, pero no el nuevo estadio que planteaba Bernabéu en los 70.
R. Él siempre tuvo una preocupación enorme por Madrid, no solo por el Real Madrid. En el banderín del 75 aniversario del club no solo está reproducido el escudo del Madrid, sino también incluye el oso y el madroño. Su preocupación se refleja cuando expuso su proyecto de irse a un nuevo estadio e incorporó un plan urbanístico para esa zona, que empezaba a ser de congestión. Planteó una arteria de carreteras subterráneas para que esa zona tuviera un desarrollo. No era invasivo lo que pretendía hacer.
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P. ¿Qué tal era su relación con Franco?
R. Él decía que Franco nos conocía como la madre que nos parió y que tenía pocas ideas, pero claras. A Franco le hacía gracia Bernabéu, porque no se achicaba con él. Además, le contaba chistes y creo que al caudillo le parecía un tío divertido. Tenía relación, pero no era influyente en el Régimen porque nunca le pidió favores a Franco. Don Santiago hacía y deshacía a su antojo. Pero recurría a Raimundo Saporta cuando se complicaba la situación. También contaba con el respaldo de Muñoz Grandes.
P. ¿Cuál es el papel que juega Saporta en la relación con el franquismo?
R. Saporta llega al Madrid el mismo año que Di Stéfano. De hecho, a don Alfredo le sorprende que sea directivo porque tenía su edad, 25 años. Raimundo, en realidad, es tan influyente en la historia del club como Di Stéfano. Lo digo porque completaba a Bernabéu, que carecía de diplomacia y de mano izquierda. Don Santiago tenía intención, pero hacían falta muchas cosas más para llevar al club.
P. Saporta le comentó que no sabía de fútbol y la reacción de Bernabéu fue decirle que de esos ya tenía a muchos en la junta.
R. Claro. El gran mérito de Bernabéu es darle las llaves de la casa a Saporta, un tipo de 25 años al que le deja hacer lo que quiera. Eso tiene mucho mérito en alguien que debería tener un tic más dictatorial por la época. Y lo tiene porque, además, Raimundo era judío y lo era en un entorno muy antisemita.
P. Me sorprende esa relación dado el gusto del Bernabéu por lo español.
R. Sí, pero Saporta nunca perdió el deje francés arrastrando las erres hasta el final. Sorprende esa relación porque estamos hablando de alguien que era muchísimo más joven que Bernabéu. Es valiosísimo que encontrase a alguien de muchísimo talento y dijera claramente que lo quería tener siempre a su lado. Saporta fue clave en la creación de la Copa de Europa, concretamente en las conversaciones con L'Équipe porque sabía francés. Era una llave para maestra para poder relacionarse.
P. ¿No hubo ninguna opción de que esa llave maestra sirviera para convencer a Arias Navarro en el tema del estadio?
R. No, porque Bernabéu pisó muchos callos en todo ese proceso y le pasan la factura.
P. ¿Cuánto hay de verdad y de leyenda en el incidente con Millán Astray? Hay versiones contradictorias sobre lo que sucedió en el palco.
R. De verdad todo, luego son los detalles los que pueden bailar un poco. En la construcción de un libro sobre Bernabéu hay que tener en cuenta que él mentía sobre sí mismo. Cuando te tienes que basar en sus declaraciones, ¿cómo discernir lo que era mentira de lo que era verdad? Hay momentos en los que sí hubo testigos y en este caso el testimonio más fiable que he recogido es de Gilera. Millán Astray aparecía sin previo aviso en el palco y solía romper el protocolo y la organización que debía tener aquello. Parece que en el palco se sobrepasó con una señora, aunque no está claro si era la mujer del embajador de Argentina en España. Bernabéu decidió que no volvería al palco. Cuando toma la decisión, que se lo dice a la cara ese día, Astray le reta a un duelo con pistolas. Tened en cuenta que se trataba de una persona simbólicamente muy importante para el franquismo.
P. Su relación con la prensa fue controvertida.
R. Sí, tuvo una relación de amor-odio con los periodistas. La gran mentira de Bernabéu es que era un mal jugador. Al repasar su carrera como futbolista, te das cuenta de que era un delantero extraordinario, que le metió cuatro o cinco goles en un partido al Barcelona.
P. ¿Qué decía él de sí mismo?
R. Que era malo, que sus hermanos habían jugado mejor que él, pero la cantidad de goles que marca desde jovencito… Igual que se disfrazaba de paleto, se disfrazaba de mal jugador. Era una manera de poner a prueba a sus interlocutores. Si yo digo que soy malo y usted no me rebate, es posible que no tenga ni idea de quién soy. Pero me habíais preguntado por los periodistas.
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P. Eso es.
R. Se le cruzó Antonio Valencia, porque estaba convencido de que era del Atlético de Madrid y que criticaba al Madrid. Tuvieron un tira y afloja, pero Valencia pasó olímpicamente del enfrentamiento porque es una persona muy curtida y muy relacionado con el Régimen.
P. Él no entendía que en la prensa de Madrid no se apoyara al Madrid, a diferencia de lo que se hacía en Barcelona con el Barça.
R. Eso era muy de Franco. Creo, además, que en algún momento llegó a verbalizar que no entendía que no se apoyara al Madrid, como si la obligación de los periodistas fuera apoyar al Madrid. Además, el Atleti no le gustaba porque le quitaba el foco al club y pensaba que el Madrid lo merecía.
P. ¿Cómo era la relación con Di Stéfano?
R. Al principio era el hijo que no tuvo, porque el carácter de Di Stéfano era muy fuerte, muy agrio. De hecho, Bernabéu le consentía todo, hacía la vista gorda porque le parecía algo extraordinario. En el fondo, don Santiago era un hombre de fútbol y, cuando veía a ese prodigio sobre el campo, era consciente de que la grandeza del Madrid tenía mucho que ver con don Alfredo. No solo por lo que aportaba, sino por las recomendaciones que hacía.
P. ¿Qué recomendaciones?
R. Sugirió el fichaje de Paco Gento y más tarde el de Héctor Rial, porque la composición del equipo le importaba mucho. Luego las cosas se estropearon a raíz de la última final de Copa de Europa que jugó, frente al Inter (3-1). Algo pasó ahí, pero nadie sabe exactamente qué, más allá de que el Madrid perdió.
P. Usted relata un episodio de un periodista.
R. Sí, se trata de un periodista, cuyo nombre prefiero no dar porque ha fallecido, y que me contó un episodio muy concreto. En vísperas del partido, él escuchó una conversación de Saporta y de Bernabéu con Di Stéfano en la que le están diciendo que habría que tomar algo que igualara la energía de los italianos. Es el testimonio de una persona que contó lo que escuchó y a la que le doy crédito, como cualquier cosa que te puedes encontrar. Tenía muy buena memoria y no creo que se inventara eso de ninguna manera; sería una explicación aquel desencuentro.
P. Cuando hablamos de "igualar energía"...
R. Sí, tema de dopaje, que en ese momento no es algo que existiera en sí. Por la época, lo más parecido era tomar anfetaminas, que era lo poco que a los deportistas les podía suponer una ayuda.
P. ¿La gente reconocería a Bernabéu si enseñásemos su foto por la calle?
R. No, no creo. Estaba recordando que en el As, cuando llegaban los becarios, se les hacía una prueba y siempre poníamos una foto de Bernabéu para ver si sabían quién era. Algunos contestaban que era Franco, porque era un señor mayor que aparecía en una foto en blanco y negro. Merece la pena saber quién es. Era una persona políticamente incorrecta con contradicciones, pero en el fondo era un buen tipo. No era cruel, no pisaba a nadie. Su único acto de crueldad lo tuvo con Di Stéfano sin que se sepa exactamente por qué. Una discusión entre ambos podía ser algo resoluble porque se querían desde un matrimonio.
P. ¿Lo cree?
R. Absolutamente. Cuando Di Stéfano empieza como entrenador, dirige al Elche, no le va bien y regresa a Argentina. Desde allí le manda un telegrama a Bernabéu a Santa Paloma y le reprocha haber sido un mal padre. "Cómo se nota que usted nunca ha tenido hijos, porque no me ha sabido tratar", le dijo. Es una carta de amor y de desamor al mismo tiempo, pidiéndole que le perdone.
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P. ¿Hay semejanzas entre Bernabéu y Florentino?
R. Sí, las hay, pero creo que no se hubieran llevado bien. Ambos son visionarios, pero uno desde la humildad más absoluta y otro desde el otro punto de vista. Bernabéu era absolutamente contrario a que el palco fuera un centro de negocios. Esa es la antítesis de la filosofía del Madrid actual. No obstante, ambos han entendido, cada uno en su momento, que el estadio y las estrellas son claves para el crecimiento. La gran diferencia es que Bernabéu creó desde la nada y eso es más difícil, porque él cogió a un equipo que estuvo a punto de descender a Segunda. Florentino, en cambio, llegó a la presidencia tras el triunfo en la Copa de Europa del 2000. Son puntos de partida diferentes, pero no le niego a Pérez el enorme mérito que tiene.
P. ¿Ponerle el nombre a la ciudad deportiva es una forma de decir que no va a tocar el del estadio?
R. Tiene toda la pinta y debería ser así. Igual que en algunos clubes ingleses hay estatuas alrededor de los estadios para las personas más significativas, el Madrid merecía eso. Descubrir a Bernabéu te permite conocer a otros personajes más allá de Di Stéfano como Saporta, Pablo Hernández Coronado o Ricardo Zamora, que fue el primer galáctico y un hombre clave en la construcción de un Madrid que trasciende y es internacional.
P. Una de las tesis del libro es que entender a Bernabéu es entender a un hombre y una parte de la historia de España. Lo curioso es que el estadio que llevaría su nombre acabaría por significar eso. Joan Tallón lo ficciona en la novela Salvaje Oeste, donde cuenta todo lo que sucede en el palco más importante del país... ¿Se puede entender nuestra historia sin el palco del Bernabéu?
R. No conozco el palco, porque hasta ahora no me han invitado [risas]. Lo conozco de oídas, de lo que me cuentan, pero es cierto que se trata de un centro de negocios y de un sitio donde se manejan influencias, no es ningún secreto. Es un lugar en el que la gente quiere estar y, sí, es probable que haya tenido una influencia en la historia de España.
P. Don Santiago promovía una dirección basada en la humildad, pero cuando se habla del estadio Bernabéu ocurre al contrario.
R. Es un elitismo total. Cuando Bernabéu hablaba de la construcción del estadio, presumía mucho de que el dinero lo pusieron los socios obreros, los que menos tenían y los que más se comprometieron. Sostenía que, salvo cuatro o cinco aristócratas, el dinero lo pusieron entre los menos pudientes. Esto choca un poco con lo que es ahora el estadio. ¿Cómo discernimos cuánto tienen de culpa los tiempos que nos toca vivir con la política propia que se ha desarrollado por parte del club? Ahora es muy difícil distinguir las querencias que tenía el Bernabéu antiguo porque no hay silencio.
P. ¿A qué se refiere?
R. El silencio del estadio era una de las grandes señas de identidad y de las que siempre había que estar orgulloso. El silencio predominaba hasta que ocurría algo excepcional. Hubo un momento en el que se decidió que tenía que estar la gente animando. Tenía mucho más valor que lo que existe ahora, porque es idéntico a lo que ocurre en el resto de campos. Bernabéu no soportaba que la gente criticara al equipo, porque tenía la mentalidad de los futbolistas y los consentía mucho.
P. Lo de Bernabéu es la historia del perfecto madridista. De jugador a presidente. ¿Va a volver a ser presidente del Madrid alguien que ha sido futbolista del club?
R. Sería muy bueno que ocurriera y muy difícil. Por los ingresos económicos, algunos estarían en condiciones de poner el aval. Bernabéu le tenía un cariño enorme al club y presumía de haber pagado de su bolsillo hasta los periódicos que se llevaba del club. Los directivos no cobraban nada, eran dirigentes que ponían dinero. Es una concepción totalmente distinta a la actual.
P. ¿Le gustará su libro a Florentino?
R. Si lo leyera, no tendría por qué no gustarle. Es un libro en el que no se habla mal del Madrid, se habla del Madrid con bastante objetividad. Hay cosas que engrandecen a Bernabéu y otras que le dejan un poco peor. Sin embargo, la sensación general es que es una persona íntegra y eso ya es mucho decir.
Ayer soñé que el Madrid fichaba a Borja Valero en lugar de Modric. Luego desperté.
— Juanma Trueba (@juanmatrueba) July 12, 2012
P. ¿Por qué el libro no tiene prólogo?
R. Odio pedir favores, no estoy en eso. Habrá gente que piense que soy un soberbio y un imbécil, pero tengo la sensación de que el prólogo siempre es un favor que se hace un poco a regañadientes porque no te puedes negar. De hecho, yo he hecho varios.
P. A usted seguro que le deben favores.
R. No me apetecía ponerle prólogo, porque había que comprometer a gente y me he sentido muy cómodo así. Además, creo que se trata de una trampa para vender el libro porque tiene un gran factor de marketing. Quizá no tenerlo repercuta en las ventas y no sé si me va a permitir escribir un tercer libro. Si supero esta barrera, igual alguien se entrega y escribe un prólogo precioso.
P. ¿Qué diagnóstico hace del periodismo deportivo actual?
R. Está en una fase de degradación progresiva que empezó hace diez años. Cuando empecé en esta profesión, el periodista todavía tenía prestigio. No le quedaba mucho, pero lo tenía. En el libro hablo de Rienzi, que destila la importancia que teníamos, porque estábamos cerca del literato y del detective privado. El periodista era un personaje de película. Luego nos hemos degradado por muchas razones, pero sobre todo por nuestra propia culpa.
P. ¿Qué razones?
R. La transición hacia lo digital nos ha perjudicado muchísimo. Hemos conocido muy poco al que siempre nos ha leído, porque hacíamos una repetición de lo que se publicaba en internet en el periódico impreso. Es la perfecta demostración de que no teníamos ni idea. Además, nos hemos conformado con los que nos daban, con las declaraciones que salían de los clubes; con esos comisariados políticos en los que se han convertido los departamentos de prensa. El periodismo deportivo, asimismo, ha abierto de par en par las puertas a gente externa que escribía simplemente por ser famoso y muchas veces había que reescribirlos. Nos ha faltado un poco de grandeza y creer que lo que hacíamos era más importante. Y hemos confundido el producto fácil con el producto que tiene la gente. Informe Robinson, por ejemplo, ha sido la reserva india de las buenas prácticas. Lo otro se ha perdido un poco en el forofismo.
P. Para acabar, usted se despierta y el Madrid ha fichado a Modric en lugar de a Borja Valero.
R. Cómo sois [risas]. Yo trabajé con Rocío Rodríguez, a posteriori esposa de Borja. Él me parece un tipo maravilloso y un estupendo jugador de fútbol, como ha demostrado en Italia. Cuando se rumoreaba que el Madrid podía fichar a Modric, yo defendía que necesitaba un centrocampista de toque como Valero. La osadía que uno tiene en las redes. Lo que se dice poco, y creo que es para ponerse muy serio y enfadarse, es que la carrera tan larga de Modric ha hecho que a mí me crujan durante años [risas].
P. ¿El tuit no está borrado?
R. No, no. Es más, escribí un alegato en mi defensa: he publicado más de 4.000 tuits y si sólo me he equivocado en el de Modric y en algún otro, tengo el mismo porcentaje de acierto que Stephen Curry [risas]. No me pueden echar nada en cara.
Hay un estadio en Madrid llamado Santiago Bernabéu, pero pocos conocen a esa persona. El faraónico recinto, ubicado en el centro de la ciudad, es uno de los signos de estos tiempos modernos. Su palco se ha convertido en un centro de negocios en el que confluyen personajes de todo tipo, pero con el poder de fondo.