Eli, el nieto del predicador, quiere jugar al fútbol
Mientras EEUU se convierte en el epicentro del fútbol gracias al Mundial de Clubes, los jóvenes locales acuden a Europa para acercarse a su sueño y dejar atrás el estigma del 'soccer'
Eli no te mira a la cara. Ni siquiera a las manos o a las zapatillas. Su mirada tiene dueño. El mismo que orienta a millones de chavales de 14 años como él. El balón de fútbol.
Eli es Elías Valdez. Convive como puede con el calor de la tarde de junio madrileña en el Estadio Antonio Sanfiz, hogar del Aravaca Club de Fútbol. El portero forma parte de una expedición de jóvenes estadounidenses que disputarán diferentes torneos de fútbol base tanto en la Comunidad de Madrid como en Cataluña.
Mientras EEUU es el epicentro del fútbol internacional con el Mundial de Clubes, su cantera prueba fortuna en Europa. Ese día, amistoso contra los aravaqueños. Eli jugará la segunda mitad del encuentro. Su abuelo le observa desde el banquillo.
Ataviado con el uniforme del equipo, ha viajado con el grupo para estar junto a su nieto. Parece uno más dentro de la habitual estampa española del abuelo apoyando a su chaval mientras juega fútbol. En Chicago, Illinois, a Rosendo Valdez le consideran una de las voces autorizadas dentro de la comunidad. Es el pastor de la iglesia evangélica bautista Nueva Jerusalén. Pide que le llamen Shando, tiene cierto deje argentino al hablar, pese a ser hijo de inmigrantes mexicanos, y se le reconoce por un inconfundible Soccer en su polo.
"Era un hombre enfadado con el mundo"
La historia de Shando con la fe no es la de un amor a primera vista. "Claro que conocía a Dios, me había criado en un ambiente cristiano, pero estaba incluso enfadado con él. Si existía, ¿por qué permitía lo malo?". Tenía 18 años y estaba en una vorágine de "autodestrucción". La enfermedad de su madre, una inmigrante de Monterrey (México), las malas compañías, la edad... Un cultivo idóneo para acabar con las ambiciones de aquel chico de Chicago al que le gustaba el baloncesto.
—Ah, claro, como gente que engaña, ¿no?
—Sí, lo de predicador nos suena raro en España, como de charlatán. Algo muy estrafalario y extravagante.
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El refugio lo encontró en la comunidad y, más en concreto, en un pastor llamado Tim que ejerció de mentor. "Me salvaron y yo me reencontré. Mi congregación incluso pagó mis estudios universitarios. Gracias a mis raíces, me dediqué a ayudar al colectivo latino de la ciudad. Trabajé mucho con drogadictos, gente con problemas sociales... Iba a devolver todo lo que a mí me dieron".
Su trabajo con la Iglesia le llevó a Argentina, concretamente a Buenos Aires: "Muchas veces me confunden por el acento. No hablaba español fluido antes de estar en Latinoamérica". Ahí conoció a Lilliana, quien acabaría siendo su esposa y madre de tres hijos. Después de tres años, regresó a Chicago. Su ambición era contribuir a la comunidad y ahí sigue, a sus 59 años, en la misma Iglesia con la que empezó.
Trump y la inmigración
A Shando no le sorprende cuando se le avisa del impacto que está teniendo en España este segundo mandato de Donald Trump. Es noticia a diario, tanto a nivel doméstico como en cualquier parte del mundo. El predicador habla despacio y mide sus palabras cuando toca charlar sobre el presidente 45.º y 47.º de los Estados Unidos. La política (anti)migratoria fue parte fundamental de su campaña y de su agenda. "A Trump le votó un 45% de los latinos", recuerda el pastor: "Es cierto que su apoyo ha sido, en especial, dentro de los hombres [un 53% de los hombres hispanos votaron al empresario, su mejor resultado en ese espectro en tres pasos por las urnas], y aunque se ha atribuido a temas económicos, la inmigración era algo que preocupaba mucho".
El ministro se define como "republicano constitucional", su labor como consultante político se escribe en Sabia bienvenida, un decálogo que Shando expone a otros líderes religiosos latinos que, a lo largo de la extensa geografía norteamericana, expresan "muchas dudas" con la situación del país. Durante los primeros cien días de Gobierno de la nueva Administración, se expulsaron a 139.000 inmigrantes, junto a 145.000 detenciones. Las prácticas incluyen redadas aleatorias con arrestos a discreción.
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"Es una problemática que tiene varias vertientes. No podemos abordarla desde el lado situacional, el de conocer a alguien que ha sido detenido, o desde la perspectiva emocional. También vemos muchos intereses políticos", expone Shando, quien defiende que debe haber una regulación de fronteras. Su voz es escuchada. Entre otros, por Toman Homan, el "zar de la frontera", hombre fuerte de Trump en materia de inmigración y firme defensor de una estricta legislación en dicho ámbito.
Estas duras medidas políticas han provocado situaciones dolorosas en todos los sectores, incluido el deporte. Las competiciones escolares también se ven afectadas. Cada vez son más los casos de jugadores que no pueden arriesgarse a acudir a ciertos estados por miedo a una redada que acabe en la deportación del progenitor que les acompañe. "Queremos que todos tengan oportunidades y así lo transmiten las enseñanzas bíblicas, y también que se proteja la nación", reafirma el pastor.
Hacer cantera en EEUU
Shando y Elias cambiaron unos agradables 22°C por el sol impúdico del verano madrileño y sus 39°C a las seis de la tarde. Los dos forman parte de la expedición de Soccer Dreams, una escuela de fútbol de Illinois coordinada por un español, Santiago Rubio Gilabert, que lleva 24 años en Estados Unidos. Rubio lleva tiempo realizando este tipo de giras veraniegas, lo compagina con su trabajo como maestro de gimnasia en Highland Park —tristemente famoso por el tiroteo masivo ocurrido en julio del 2022—.
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Después de toda la vida dedicada al fútbol formativo, reconoce cierta "preocupación" por la situación de Estados Unidos tanto en materia de inmigración como a nivel educativo. Lleva un grupo de más de cinco chicos divididos en dos grupos, sub19 y sub16. "Aquí hay de todo, gente más adinerada y gente más humilde. Lo único que miro es que sean buenas personas, no quiero que haya problemas y menos fuera de casa", cuenta. Lejos de los estereotipos del balompié, solo hay cuatro latinos en el grupo.
Rubio reconoce que hay dos tipos de perfil en estos viajes, los deportivos y los de experiencias, con un fin más lúdico y de ocio. En el primero de los casos, su escuela ejerce como scouting en EEUU, y los futbolistas con mejor nivel, acaban dando el paso a estas giras. "Ronda los 4.000 dólares estas dos semanas, con dos torneos, alojamientos, etc", confirma el director.
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Para la inmensa mayoría de canteras, tener una red en Estados Unidos es imposible. Santiago, en España, colabora con Armando de la Morena, uno de los nombres de referencia en el fútbol base madrileño. Cuenta con 17 años de experiencia en la cantera del Atlético de Madrid, jugadores como Koke, Rodrigo Hernández o Álvaro Morata empezaron con él. En el 2008 fundó la Academia Dribling Madrid, que sirve de enlace para Soccer Dreams cuando acuden a la capital, como en este caso para la disputa de la MadCup. "Nadie sabe más que él de fútbol formativo", asegura Rubio.
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Según fuentes del sector, estas fechas, junto a Navidad, son esenciales para las grandes canteras del fútbol español. "Antes de la pretemporada, es importante reforzar el equipo. Es lógico buscar futbolistas que estén finalizando su etapa de cadete y pasen a juveniles. Son palabras mayores", aseguran. Estos viajes veraniegos suceden desde Estados Unidos, pero también desde países latinos o desde Australia. Hay empresas cuyo negocio consiste en mover jóvenes aspirantes a futbolista, independiente de su nivel, por canteras de España... pagando elevados costes por el camino.
Santiago Rubio se lamenta de estos casos: "Muchos solo buscan sacarle dinero a los padres. Es una pena, porque el futbolista estadounidense tiene que intentarlo en Europa". El coordinador de fútbol base comenta una situación habitual en EEUU; cuando se pasa el corte al deporte universitario, infinitamente superior al español por lo mediático y lo estructural, los equipos prefieren traer a futbolistas de 23-25 años de Europa, que no han triunfado en el viejo continente, en vez de apostar por el producto local: "Incluso en la MLS ves jugadores norteamericanos que ni han tenido un paso por el extranjero".
Eli y un cambio en los sueños
"La primera vez que lo vi, jugaba en el equipo rival. Me acuerdo perfectamente de ese partido. Fue un baño, les generamos 10-12 ocasiones claras; ellos, dos o tres. Perdimos por su culpa, lo paró todo", rememora Rubio sobre cómo conoció a Elias Valdez. Como cualquier chaval de 14 años, es tímido. No habla español pese a la herencia, quitando el protocolario "gracias". Juega con sus guantes y una botella de agua para sacudirse los nervios. ¿Por qué portero? "Era la posición de mi padre. He seguido sus pasos".
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"Sí, sí, ¿no te ha contado?, mi hijo, Shando, también probó de portero, era bueno, eh, pero al final no pudo ser profesional. De hecho, conoció a Samantha, la madre de Elias porque los dos jugaban al fútbol", cuenta el predicador. Elias saca una media sonrisa cuando se le pregunta por el Mundial de Clubes en su país natal, "bueno, habrá otras oportunidades. Estar aquí es importante". Si alguien se cuestiona de qué equipo es hincha, la respuesta: "Soy del Real Madrid".
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"Elias es un chaval estupendo. Y luego, es fuerte, alto, y todavía tiene mucho que crecer", reflexiona el reverendo, dejando a relucir su faceta de abuelo. Empieza la segunda mitad del partido. Eli achaca espacios en el uno contra uno y vuela cuando el disparo busca la escuadra. Ordena a su defensa, pega algún grito al despistado de turno. Tiene trabajo, el Aravaca llega con más peligro.
—¿Crees que Eli se quedaría en España para seguir jugando al fútbol?
—[Piensa] Mira, él va a hacer todo lo posible por cumplir su sueño. Tiene mucha pasión.
Antes, un niño estadounidense quería triunfar en el béisbol, en la NBA o disputar la NFL. El fútbol ha entrado en la ecuación de sus sueños. El tiempo dirá si Eli lo consigue, siempre podrá decir que su abuelo hizo todo lo posible.
Eli no te mira a la cara. Ni siquiera a las manos o a las zapatillas. Su mirada tiene dueño. El mismo que orienta a millones de chavales de 14 años como él. El balón de fútbol.