La isla de los conflictos de Sevilla: "La Cartuja es un monumento a la vanidad de un señor"
Fue construido en 1999. Ha albergado un Mundial de atletismo, una Eurocopa y partidos de la Selección. "Es un estadio poco querido", señalan en la ciudad. También fue foco de controversias desde su inicio. Esta es su intrahistoria
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Sevilla es una ciudad sin costa, pero cuenta con una isla en su interior. La Cartuja recibe esta denominación porque es una ínsula en sí misma. Hay poca vida en la zona. De no ser por algunas oficinas, por la Escuela Técnica Superior de Ingeniería y por la Facultad de Comunicación, sería difícil ver a transeúntes. Es, asimismo, el lugar que alberga los restos de una etapa inolvidable: los pabellones de la Exposición Universal de 1992. Al fondo se ubica el Estadio Olímpico, donde se disputará la final de la Copa del Rey entre Real Madrid y FC Barcelona. Aquella obra faraónica ha sido (y es) la isla de los conflictos de la ciudad.
El estadio se inauguró el 5 de mayo de 1999, previa inversión de 20.000 millones de pesetas (120 millones de euros). El proyecto fue un empeño del entonces alcalde de la ciudad (1991-95), Alejandro Rojas-Marcos, y posteriormente teniente de alcalde (1995-99). Hablamos con él.
PREGUNTA. ¿Cómo surgió la idea?
RESPUESTA. Viajé mucho en mi etapa como alcalde y comprobé que era común que dos clubes de la misma ciudad compartieran espacio. Tanto el estadio del Sevilla como el del Betis estaban en el corazón de la ciudad, por eso se me ocurrió construir un recinto único.
P. La idea era que Sevilla fuera candidata a albergar unos Juegos Olímpicos.
R. Lo llamamos olímpico, porque queríamos que Sevilla aspirase a unos JJOO. Eso sí, yo no soy tonto, y sabía que a España no le iban a conceder otra cita después de Barcelona 92.
P. ¿Entonces?
R. Si eres candidato, te llueven los acontecimientos y aumentas el número de visitantes. Postularnos a albergar unos Juegos Olímpicos era una forma de lanzar a Sevilla. Coincidí con 50 o 60 jefes de Estado a lo largo de la Expo y me advirtieron de la depresión de las ciudades tras un evento así. Llegamos a recoger 200.000 firmas para apoyar la candidatura olímpica.
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El sueño olímpico
El sueño olímpico de Sevilla fue efímero. Aunque hubo ilusión por albergar la cita de 2004 o la de 2008, Atenas y Pekín fueron las ciudades elegidas. El proyecto del estadio no hubiera contado con oposición en el consistorio de no haber emergido la figura de Luis Pizarro, líder de Izquierda Unida (IU), y prácticamente la única voz discordante.
"Pensábamos que era el típico delirio de grandeza de Alejandro", explica Pizarro en conversación con El Confidencial. "Todos se cachondeaban de la idea, incluso Soledad Becerril. Era una auténtica locura. No es cierto que el estadio se pensara desde primera hora para ser sede de los clubes, eso ocurrió cuando Alejandro le vio las orejas al lobo y se percató de que no habría Juegos Olímpicos".
Rojas-Marcos se defiende: "Hay muchos bulos respecto al estadio. Primero, el relato político. Segundo, que el estadio nació para unos Juegos Olímpicos. ¿Hay alguna ciudad que haya construido un estadio, con lo que cuesta, sin haber sido elegida para albergar una cita olímpica?".
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Rafael Carmona integró el comité organizador de la candidatura para los Juegos Olímpicos, coordinó las obras y fue gerente del estadio. Charlamos con él.
P. ¿Por qué un estadio así para Sevilla?
R. La ciudad buscaba un sitio donde recuperar la ilusión, como había ocurrido en 1992. A raíz de eso, se fraguó la idea de buscar un espacio. Y se pensó en el antiguo aparcamiento de autobuses de la Expo.
P. En realidad, había pocas opciones de que Sevilla albergara unos Juegos Olímpicos.
R. Nuestro objetivo era convertir a Sevilla en un referente del deporte. Indurain, de hecho, apoyó la candidatura.
P. La ciudad, sin embargo, estaba lejos de cumplir con los requisitos.
R. Cuando evaluaron la candidatura, nos dijeron que teníamos pocas plazas hoteleras. Una herencia de aquello, sin embargo, fue el Centro de Alto Rendimiento (CAR) de remo.
P. ¿Cuándo surgió la idea de albergar el Mundial de atletismo de 1999?
R. Tras no pasar el corte para los Juegos Olímpicos de 2004. Todos los líderes políticos del momento se enfocaron en conseguir el Mundial de atletismo y nos lo concedieron. La Federación Internacional de Atletismo nos invitó a una delegación a Atenas para conocer la organización del Campeonato del Mundo de 1997. Hubo que concluir el estadio en menos de dos años.
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El estado del césped
El diseño del estadio corrió a cargo de dos arquitectos locales, Antonio Cruz y Antonio Ortiz, los mismos que se han encargado de la reforma con la que se ha suprimido la pista de atletismo. La final del sábado será el primer encuentro sin ella.
El estudio Cruz y Ortiz se había encargado del diseño de La Peineta y fueron elegidos para La Cartuja por concurso directo. "El estadio nunca ha sido bien acogido por la sociedad sevillana y tampoco ha sido querido", asegura Antonio Cruz a este periódico.
El estadio, elegido como una de las sedes para el Mundial 2030, presenta algunas particularidades. Habla Cruz: "El terreno de juego se encuentra por debajo del nivel freático y del nivel del mar. El césped cuenta con una pantalla impermeabilizadora que evita que se encharque".
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Una obra que continuó
Una UTE se encargó de construir el estadio. Luego resultó que esas empresas acabaron como una única, ACS, la compañía de Florentino Pérez. En la segunda fase de la construcción, la licitación quedó desierta porque el presupuesto no satisfacía la demanda de las empresas.
Un amistoso entre España y Croacia (3-1) inauguró el estadio, pero el primer gran evento fue el Mundial de atletismo de 1999. Suprimir la pista, sin embargo, estaba en los planes desde el primer momento. "Había una maqueta para la transformación a estadio de fútbol. Luego no se ha hecho exactamente lo que se proyectó, sino que se ha mejorado", relata Cruz.
La inauguración llegó con aquel amistoso, pero luego hubo que continuar con la obra. Lo explica Carmona: "La cubierta está hecha, pero los acabados (cables, estructuras…) tenían que ser tapados. Las cuestiones estructurales estaban listas, pero luego acabamos muy justos. Pensábamos que no llegábamos para inaugurarlo en el partido de la Selección".
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La propuesta a los clubes
La construcción del estadio fue una contrarreloj permanente desde que hubo fecha: 5 de mayo de 1999. "Buscamos un encaje inamovible. Rojas-Marcos comprometió al rey cuando fue a la Casa Real para que se celebrase el amistoso. La construcción se convirtió en un reto de Estado", señala Carmona.
Rojas-Marcos también tuvo un reto: convencer de la necesidad de ese estadio. Lo cuenta: "Yo era consciente de que era remar a contracorriente. Por un lado, las aficiones no lo veían, pero había que pensar en la ciudad y no en los clubes. Por otro, los políticos de larga distancia me decían que bien; otros de menos distancia me decían que no les gustaban. Priorizábamos a la ciudad y no estábamos inventando nada".
"Fui el único que le dije al rey que estaba desnudo", sostiene Pizarro. "Había mucha gente que le rió las gracias a Alejandro y que no le dijo nada. Eran impensables unos Juegos Olímpicos porque Sevilla tenía muchos problemas en barriadas, como calles sin asfaltar. La Expo había concentrado la inversión en Cartuja, pero el resto de lugares seguían intactos. El proyecto no tenía sentido porque había acuerdo de los clubes… para no moverse del estadio".
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Las reuniones de madrugada
El Betis y el Sevilla contaban con dos presidentes tan locuaces como elocuentes y carismáticos. Luis Cuervas y Manuel Ruiz de Lopera fueron los primeros a los que Rojas-Marcos les realizó la propuesta. En el caso sevillista, luego la interlocución del ya teniente de alcalde, y responsable de la cartera de Deportes, continuó con el sucesor de Cuervas, José María González de Caldas.
"Los clubes se mostraron de acuerdo en moverse hacia allí", expone Rojas-Marcos, que negoció con todas las administraciones para llevar a cabo el trasvase. "Nos reuníamos de madrugada en el ayuntamiento un representante del Gobierno, de la Junta de Andalucía, de la Diputación de Sevilla y del Ayuntamiento de Sevilla. Éramos Javier Gómez Navarro, José María Martín Delgado, Miguel Ángel Pino y yo. Acordamos que las cuatro administraciones nos volcaríamos con ellos si querían irse. Si no, los presionaríamos para que se fueran".
A pesar de las palabras de Rojas-Marcos, Izquierda Unida mostró sus divergencias con el proyecto desde el inicio. Pizarro señala que no todos los grupos estaban de acuerdo en la construcción del estadio: "Yo me tomaba café con todos los concejales y sabía que les parecía una locura. La Cartuja se hacía sin ningún pretexto, cuando había muchas más necesidades. Alejandro me dio por imposible y no teníamos comunicación. Me mandaba interlocutores, pero no había nada que negociar porque no existía ningún punto de partida".
Rojas-Marcos era el líder del Partido Andalucista (PA) en Sevilla, al margen de su puesto como teniente de alcalde. Su formación era fundamental para el PP en el Ayuntamiento de Sevilla y para el PSOE en la Junta de Andalucía. Ninguno de los dos partidos mostró oposición al proyecto, ni siquiera desde la dirección estatal.
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La Cartuja estuvo cerca de acabar como estadio del Betis. Lo cuenta Rojas-Marcos.
PREGUNTA. Todo empezó por la guerra del fútbol de finales de los 90.
RESPUESTA. En efecto. Álvarez-Cascos tuvo un problema con el propietario de Interviú, Antonio Asensio, por la guerra del fútbol y hacía falta dinero. José María García le dijo al vicepresidente que Lopera tenía la cantidad necesaria para solucionar el asunto y puso el dinero. A cambio, don Manuel le dijo que el estadio lo quería para él.
P. ¿Cómo se enteró usted de aquello?
R. Me enteré de que Álvarez-Cascos le prometió el estadio. Manuel Martín, secretario de Estado de Deportes, me llamó para decirme que lo de los dos equipos en La Cartuja era un lío. Y que Lopera estaba dispuesto a quedárselo.
P. ¿Qué respondió usted?
R. Que ni muerto. Yo no era un constructor para una entidad privada, porque el estadio se construyó con dinero público.
P. El Betis no acabó finalmente allí.
R. No, a pesar de una llamada que recibí de Lopera.
P. ¿Qué hablaron en esa llamada?
R. A su estilo, me dijo que el estadio tenía que ser para él. El Sevilla había bajado a Segunda y me dijo que iban a desaparecer. Me amenazó con la gente que sale de permiso de la cárcel, diciéndome que sabían dónde vivía. Le colgué el teléfono y no volvimos a hablar.
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El currículum del estadio
El estadio se mantuvo en manos públicas a pesar de lo que relata Rojas-Marcos, construido en el lugar donde los sevillanos habían sido tan felices. "La gente se había quedado muy a gusto con la Expo y querían otro gran evento en Sevilla, pero cuando vieron el despilfarro se volvieron en contra. El estadio es un monumento a la vanidad de un señor. Es la pirámide de Keops de Alejandro Rojas-Marcos", sentencia Pizarro.
Habla Carmona: "La gente siempre se quedó boquiabierta porque el estadio es espectacular, no hay ninguno con mejor currículum. Sin embargo, en las elecciones de 1999 se usó como batalla política. Si se hubiera ido Sevilla y Betis, el alcalde hubiera sido eterno en la ciudad. La política lo enturbió todo".
El estadio albergó siete partidos entre 1999 y 2006, al margen del Mundial de atletismo, pero estuvo cinco años, hasta 2011 completamente inutilizado. Fue entonces cuando La Cartuja se transformó en una pista de tenis para celebrar la final de la Copa Davis en la que España venció a Argentina. El recinto también recibió a los mejores artistas, con los conciertos como vía para generar ingresos.
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Los escasos eventos deportivos
"Que no se haya utilizado hasta ahora no tiene explicación. Aplaudo a Juanma Moreno con la resurrección del estadio, porque es mérito de él. Si La Cartuja hubiera llevado la marca del PP o del PSOE, no lo hubieran dejado morir. Pero mi marca, el Partido Andalucista, era pequeña", resalta Rojas-Marcos.
Un amistoso de la Selección en 2012 fue el último partido que se celebró allí hasta que llegaron las finales de la Copa del Rey desde 2019, los partidos de la Eurocopa 2021, la Supercopa de España 2021 y otros encuentros internacionales de España. El estadio vive ahora una segunda juventud, con reformas para los diferentes eventos cuyos contratos se encuentran investigados por presuntos desvíos de fondos de la RFEF durante la presidencia de Luis Rubiales.
La Cartuja será el lugar de la alegría el sábado, cuando ambas aficiones copen Sevilla. "Me alegro de que se use para la final de Copa y para el Mundial. Yo no quiero lo malo para Sevilla, pero aquello fue una ruina. Deseo que el estadio no sea un conjunto en ruinas", concluye Pizarro.
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La cuenta atrás para el sábado ya ha empezado… y para el Mundial 2030, aunque habrá que hacer pequeñas reformas. "Habrá que acondicionarlo porque la FIFA tiene unas exigencias concretas. Ya nos dijeron que tendremos que encargarnos y que habrá que cambiar la fachada para ponerla más moderna. Esperemos que no llueva como en esta reforma en la que hemos quitado la pista de atletismo, porque el agua ha sido la mayor dificultad sobrevenida", explica Cruz.
El estadio siempre ha estado en boca de los sevillanos… y ahora más que nunca. Ha sido fuente de conflictos, pero afrontará grandes eventos. Uno de ellos, el Mundial… por delante incluso de Benito Villamarín y Sánchez-Pizjuán. Al menos, en un momento determinado, se convertirá en el estadio único de la ciudad.
Sevilla es una ciudad sin costa, pero cuenta con una isla en su interior. La Cartuja recibe esta denominación porque es una ínsula en sí misma. Hay poca vida en la zona. De no ser por algunas oficinas, por la Escuela Técnica Superior de Ingeniería y por la Facultad de Comunicación, sería difícil ver a transeúntes. Es, asimismo, el lugar que alberga los restos de una etapa inolvidable: los pabellones de la Exposición Universal de 1992. Al fondo se ubica el Estadio Olímpico, donde se disputará la final de la Copa del Rey entre Real Madrid y FC Barcelona. Aquella obra faraónica ha sido (y es) la isla de los conflictos de la ciudad.