Las peñas clandestinas del Barça en Sevilla: "El independentismo nos hizo mucho daño"

Ser culé en Sevilla se ha convertido en una ardua tarea, si es que antes no lo era en una ciudad cuya idiosincrasia refleja a la perfección la dicotomía entre el Sevilla y el Betis. No corren buenos tiempos: la Federación de Peñas Barcelonistas de Sevilla está en riesgo de disolución. Solo cuentan con dos peñas oficiales, por cinco extraoficiales, y necesitan una más para alcanzar el mínimo exigido en los estatutos. De no ser así, la agrupación desaparecerá en cuatro meses. En cuatro días, la final de la Copa del Rey se disputa en La Cartuja.

La Peña Barcelonista El Gallo de Morón fue la primera de la provincia tras fundarse el 10 de junio de 1996. Su vicepresidente, Juan Antonio Martín Montesino, acepta la invitación de El Confidencial para charlar sobre el asunto: "La peña fue inaugurada por Amador Bernabéu, abuelo de Gerard Piqué y directivo con Josep Luis Núñez. A él y a otros directivos los recogieron en Santa Justa y los trajeron hasta Morón".

La historia de Juan Antonio es la de un septuagenario que vivió lo mismo que muchos andaluces de su generación: el éxodo a Cataluña en busca de una vida mejor. Allí fueron tres décadas en las que se adaptó a la Ciudad Condal. "No puedo hablar mal de los catalanes", afirma al recordar su pasado.

El cambio de los tiempos

PREGUNTA. ¿De dónde le viene a usted el barcelonismo?

RESPUESTA. Yo tenía cinco o seis años cuando vivía en Morón. Allí había una librería regentada por unos catalanes que recibían los periódicos de Barcelona. Un día, el dueño me preguntó si sabía leer y le dije que sí. Entonces me dejó leer las revistas que quisiera y me hice culé así: viendo a Kubala y a otros jugadores de esa época.

P. Usted fue de los impulsores de la peña.

R. Un señor catalán tenía un bar en Morón y hablamos de fundar la peña. La sede era su bar, donde hemos celebrado títulos.

P. ¿Cómo recuerda la fundación?

R. Entonces daban más facilidades. Con Núñez nos reunimos en Málaga, donde fueron a jugar un partido, y nos atendió divinamente. En la puerta seis del Camp Nou está el escudo de nuestra peña. La directiva de Laporta aprobó que nuestro escudo estuviera en los aledaños del estadio y fuimos el día que lo inauguraron.

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Alberto Ramírez

Dos oficiales y cinco clandestinas

Pero hoy no es ayer y todo ha cambiado. El club dejó de reconocer a la Confederación Mundial de Peñas Barcelonistas en el regreso de Laporta a la presidencia. La agrupación existe, pero ya no hay una única interlocución con el club. Cada peña tiene que buscarse la vida para hablar con los directivos.

Lo mismo está cerca de ocurrir con la agrupación de Sevilla, fundada en 2013. A día de hoy, son siete peñas, pero solo dos oficiales. Morón, Carmona, El Rubio, Herrera y Casariche son las clandestinas (no reconocidas por el club), las extraoficiales, mientras que Utrera y Almadén de la Plata se mantienen como las únicas reconocidas, a la espera de otra que evite la disolución.

Pepe Sánchez es el presidente de la Federación de Peñas Barcelonistas de Sevilla. En conversación con este periódico, evalúa la situación. "Queremos que Herrera vuelva pronto a ser oficial, pero la situación es complicada. Hay que estar encima de la gente porque lo quieren todo hecho. No se puede pagar cinco euros de cuota al año porque con eso no te da ni para una cerveza".

Los duros requisitos

Los estatutos señalan una peña solo será oficial si cuenta con 25 peñistas. El Gallo de Morón, por ejemplo, solo tiene 9 a día de hoy. Los aficionados, además, solo pueden conseguir esa condición a través de internet desde hace dos años aproximadamente. "Ahora es más complicado darse de alta, pero antes le tramitábamos la inscripción nosotros", se lamenta Sánchez. Esa brecha tecnológica ha perjudicado a los hinchas más veteranos.

Los requisitos, sin embargo, no concluyen ahí, puesto que es necesario que al menos uno de los peñistas sea socio del club. Habla Martín: "Una peña con tan pocos socios no puede hacer frente al coste de una mensualidad como esa, el alquiler del local… Antes hacíamos frente a los gastos entre cinco o seis, pero tuvimos que desistir. No podíamos más. Además, el independentismo nos hizo mucho daño. La gente del pueblo nos llamaba separatistas".

La situación invita poco al optimismo, pero la resignación no llega. "Mínimo iremos 25 al estadio y seguro que algunos más se animan para ir el sábado a la fan zone. En Liga apenas conseguimos entradas para los partidos en Sevilla, pero ahora hemos tenido suerte. Tengo fe en que logremos que la federación siga adelante", asegura Sánchez.

"Ya no tenemos el local con el que empezamos. Necesitaríamos empezar de cero, pero no nos rendimos. Aunque en Morón hay muchos barcelonistas de puerta cerrada, la situación deportiva nos está ayudando a que la gente salga del cascarón", explica Martín, optimista ante un final de temporada que se antoja de dulce para el equipo de Hansi Flick.

El drama se aproxima a la federación, pero rendirse no está en su hoja de ruta. Ahora es momento de disfrutar de una final de Copa del Rey, la primera del club en cuatro años, antes de comprobar qué les depara el futuro. Dicen que la fe mueve montañas. Y Sevilla está repleta de iglesias.