La gran catarsis de Fede Valverde: un corazón puro que dejó su ego de lado por el Real Madrid
El centrocampista uruguayo volvió a ser el mejor del partido: ni los problemas físicos ni jugar fuera de posición impidieron que brillara para ser el capitán 'in pectore' del equipo
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Fede Valverde es un futbolista único. Este miércoles, en el Metropolitano, volvió a dar una exhibición de juego para comandar al Real Madrid a los cuartos de final de la Champions. A pesar de estar tocado, de jugar con el físico al límite y de tener que vaciarse más de una hora en una posición que no es la suya, demostró que pocos jugadores tienen el hambre del uruguayo. Ha asumido todos los galones y así lo confirmó durante 120 minutos... y en la tanda de penaltis.
El charrúa siempre ha sido un jugador que, sin decir una palabra más alta que la otra, no se guarda nunca un gramo de energía sobre el césped. Nunca se le escuchó una palabra más alta que la otra, ni un mal gesto, ni una acción de mal compañero. Habla con sus piernas. Ayuda, corrige, distribuye, contiene y supera líneas con la facilidad que le otorga su poderosa zancada. De manera incasable, generoso en el esfuerzo. Nadie le puede recriminar nada. Es puro ADN Real Madrid.
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Siempre lo ha sido pero, con el paso de los años, su crecimiento ha sido exponencial. Aquel chico tímido al que le gustaba pasar desapercibido no tardó en ser un jugador imprescindible sobre el césped. Se ganó el corazón de la afición madridista con trabajo incansable y sin llamar la atención. Pero, entonces, llegó el día en el que se dio cuenta de que, si quería ser un capitán en todos los sentidos, era necesario dar un paso adelante. Dar la cara cuando tocaba hacerlo.
Fue el 17 de abril de 2024, fecha en la que el Real Madrid visitaba el Etihad Stadium. En un ejercicio de resistencia defensiva pocas veces visto antes, el conjunto blanco lograba aguantar los 120 minutos de presión absoluta para llevar el partido a la tanda de penaltis. En un partido de absoluto derroche físico, Valverde fue nombrado MVP del choque en el que corrió casi 15 kilómetros para evitar todas las vías de fuga defensiva. Pero llegó la decisiva tanda de penaltis.
🎯La definición de Federico Valverde en el tercer penal de la tanda del derbi madrileño por Champions.
— Santiago Acevedo (@santiacevedo02) March 13, 2025
Emociona el festejo.🇺🇾🦅pic.twitter.com/LvB2uDXGdY
Valverde era elegido como uno de los cinco lanzadores, pero el uruguayo dio un paso atrás, pidiéndole a Carlo Ancelotti no lanzar: "Si uno no se siente convencido de tirarlo, no va a ser menos futbolista por decir la verdad. Creo que en ese momento también hay que sacarse ese orgullo y ese ego. Si no estoy preparado para este momento, se lo dejo a otro compañero", explicaba tras el encuentro. Pero esa espinita se le había quedado grabada a fuego.
Menos de un año más tarde, el guion fue parecido en el Metropolitano. Con mucho menos sufrimiento en defensa que ante el City, Valverde sí estuvo exigido al máximo para ser un seguro como lateral derecho y, posteriormente, convertirse en pieza clave de la medular, siendo el hilo de conductor de los ataques blancos junto a Jude Bellingham. Tras contener el resultado, el partido llegaba de nuevo a la tanda definitiva. Esta vez, Valverde daba un paso adelante.
ESTO ES EL REAL MADRID CARAJO
— Fede Valverde (@fedeevalverde) March 12, 2025
El uruguayo, puro corazón, vivió su particular catarsis en la Champions. Pidió ser uno de los tiradores ante el Atlético y su celebración, llena de rabia y de sentimiento, dejaba a las claras la liberación que sentía: varios golpes en el pecho y gritos al cielo que le servían para soltar toda la tensión acumulada. Era su momento y había cumplido con las expectativas. Se alegraba por él, pero más por no fallar a millones de aficionados. No se lo podía permitir. Fede no.
Uno de los días más tristes vestido de blanco sucedió esta misma temporada en San Mamés cuando, en pleno vuelo hacia la remontada, cometió un error infantil en salida de balón que le costó la derrota al Madrid. No se fustigó, no se hizo mala sangre: solo tocaba trabajar, la recompensa llegaría. El mismo sacrificio que le permitió tener un hueco en el Real Madrid de Zinedine Zidane en detrimento de Marcos Llorente, que tuvo que salir del equipo. Curiosos giros que tiene el destino.
Ahora mismo, no solo es una pieza clave del equipo, sino que es el jugador que tiene todo lo que representan los valores del Madrid: sacrificio, lucha, pelea y un sentimiento de no rendirse nunca que contagia a los compañeros. Recuerda a aquel Raúl González que, cuando peor pasaba el equipo, corría y corría provocando que sus compañeros se enchufaran en el partido. Fede Valverde es único y el Real Madrid tiene un tesoro con él. Y, lo mejor, es que solo tiene 26 años.
Fede Valverde es un futbolista único. Este miércoles, en el Metropolitano, volvió a dar una exhibición de juego para comandar al Real Madrid a los cuartos de final de la Champions. A pesar de estar tocado, de jugar con el físico al límite y de tener que vaciarse más de una hora en una posición que no es la suya, demostró que pocos jugadores tienen el hambre del uruguayo. Ha asumido todos los galones y así lo confirmó durante 120 minutos... y en la tanda de penaltis.