La insufrible anarquía del Real Madrid, un equipo limpio en ataque y muy sucio en defensa
El Real Madrid ha recibido goles en los siete partidos de la Champions. Todo lo bueno que tiene arriba lo descompensa con un sistema defensivo vulnerable que mosquea a Ancelotti
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A Ancelotti le gustaría tener a once futbolistas con la sangre de Rüdiger con tal de conseguir ser un equipo sólido. Pero eso es imposible en el Real Madrid. En la plantilla hay más talento ofensivo que compromiso defensivo y es por lo que el italiano echa lágrimas después de cada partido. También lo hizo tras la goleada al Salzburgo. No disfruta ni el día que Rodrygo y Vinícius hacen un doblete y Mbappé sigue en racha y marca un gol por morder al portero un balón en los pies.
El Real Madrid es un equipo al que se le caen los goles, pero tiene una asignatura pendiente que provoca que su entrenador no solo dé toques de atención de puertas para adentro. Cómo tendrá que estar de desesperado para que lo haga públicamente tras la manita al Salzburgo.
El problema es evidente y está más que detectado. El Real Madrid es un equipo limpio en ataque y muy sucio en defensa. No lo oculta Ancelotti, que tras el penúltimo partido de esta Champions, emocionante y con incertidumbre, reconoció que disfrutará más de la calidad de los delanteros cuando el equipo defienda mejor. Estuvo repetitivo, machacón en su discurso, sin ocultar que hay un problema colectivo y que el remedio pasa por moverse juntos en defensa.
Es insufrible ver defender a este Real Madrid anárquico. En los siete partidos de la Champions ha marcado 17 goles y ha encajado 12. Una media de 2,8 tantos a favor y 2 en contra. Lo que recibe pesa igual o más que lo que marca. Esta es la gran preocupación de Ancelotti. Dos goles por partido de media es aterrador para un entrenador que pide más concentración, sacrificio y compromiso.
"No es un problema de lo de atrás, es un problema colectivo. Y es la clave de este año: si somos capaces de tener un compromiso colectivo..." @MrAncelotti tiene muy claro el diagnóstico del @realmadrid. #LaCasaDelFútbol #UCL pic.twitter.com/0mxgxau2nD
— Fútbol en Movistar Plus+ (@MovistarFutbol) January 22, 2025
El Real Madrid ha encajado goles en los siete partidos de la Champions y se ha quedado en dos (Lille y Liverpool) sin marcar. Mal dato. Hacerle una manita al Salzburgo está bien, pero a Ancelotti, que mira con perspectiva cómo hay que mejorar para ganar esta Champions, exige que un bloque compacto.
'Italianizar' el Real Madrid
A Ancelotti le gustaría que su equipo tuviera la solvencia defensiva del Inter de Milán que dirige Simone Inzaghi. Solo ha encajado un gol. Esta es la clave del éxito para el entrenador del Real Madrid, al que le gusta repetir en cada rueda de prensa que si son capaces de tener compromiso colectivo, tendrán éxito.
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De los seis equipos que menos goles han recibido en los siete partidos de la Champions, tres son italianos. Inter (1), Liverpool (2), Arsenal (2), Atalanta (4), Aston Villa (4) y Juventus (5). Un Real Madrid más italiano sería el paraíso para Carletto. Eso es lo que reclama Ancelotti para ser un equipo más competitivo, fiable y sufrir menos en los partidos. Lo que se ve, de momento, es un Real Madrid con pegada arriba y un coladero en defensa.
Defender mejor, más juntos, con concentración y compromiso es fundamental para un entrenador que tiene que superar los 9 goles que ha encajado su equipo en los dos partidos contra el Barcelona. Los 4 en la Liga del Bernabéu y los 5 en la final de la Supercopa de España dejan huella y deberes en un equipo que impone su pegada e individualidades, pero que está lejos de ser rocoso.
A Ancelotti le gustaría tener a once futbolistas con la sangre de Rüdiger con tal de conseguir ser un equipo sólido. Pero eso es imposible en el Real Madrid. En la plantilla hay más talento ofensivo que compromiso defensivo y es por lo que el italiano echa lágrimas después de cada partido. También lo hizo tras la goleada al Salzburgo. No disfruta ni el día que Rodrygo y Vinícius hacen un doblete y Mbappé sigue en racha y marca un gol por morder al portero un balón en los pies.