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Lucas Pérez, un último reducto de romanticismo frente al fútbol moderno
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SE DESPIDIÓ TRAS DOS AÑOS

Lucas Pérez, un último reducto de romanticismo frente al fútbol moderno

Uno de los ídolos del deportivismo abandona el club para jugar en el Rayo Vallecano por motivos personales. Hace dos años, bajó dos categorías para regresar al equipo de su vida

Foto: Lucas Pérez se despidió emocionado del Deportivo. (EFE/Moncho Fuentes)
Lucas Pérez se despidió emocionado del Deportivo. (EFE/Moncho Fuentes)

Ocurrió hace dos años y se convirtió en el foco informativo de diarios, radios y televisiones. Lucas Pérez había pagado un millón de euros para regresar al Deportivo de La Coruña, su equipo. Atrás dejaba al Cádiz, en Primera División, para volver a casa, en Primera RFEF. Para él, no era bajar dos categorías, porque no iba a cualquier equipo, iba al Dépor. Su vinculación se ha cortado… por ahora.

Lucas fue un último reducto del escaso romanticismo del que está impregnado este fútbol actual. Dos años después de aquel gesto, y de devolver al Deportivo al fútbol de élite, en Segunda División, Pérez abandona el equipo para jugar en el Rayo Vallecano por motivos personales. Su despedida fue entre lágrimas tras ver en la sala de prensa el vídeo que le había preparado el club.

Hay héroes que logran esa condición por los poderes que atesoran o por sus inverosímiles cualidades. Otros lo hacen por levantar la bandera de una causa a sabiendas de que le podían clavar el palo en el corazón. Lucas es de los segundos, porque había mucho de riesgo en un regreso que se convirtió en mediático e ilusionante a partes iguales.

Aquel niño que había crecido con las gestas de Arsenio Iglesias y de Javier Irureta tenía un plan muy claro: devolver a su club donde correspondía. El Súperdepor fue un ejemplo, más allá de convertirse en el segundo equipo de todos los españoles. Nos enseñó que los imposibles son posible; dio validez a la célebre frase de Walt Disney: "Si puedes soñarlo, puedes hacerlo". ¿Cómo no iba a intentarlo Lucas?

placeholder Lucas Pérez deja dos años después el Deportivo. (EFE/Moncho Fuentes)
Lucas Pérez deja dos años después el Deportivo. (EFE/Moncho Fuentes)

El papel de ídolo

La epopeya se certificó en Riazor, en una tarde en la que la ciudad estaba tan cargada de blanquiazul como en otras que acabaron en tragedia. Era inevitable que Lucas pensara en el penalti de Djukic, en ese 1994 que le arrebató la Liga al Dépor. Y la fiesta a una ciudad. Pero a él le tocaba devolver algo de lo que había recibido.

La metamorfosis del club era evidente. Los descensos de categoría habían dejado atrás las plantillas repletas de superhéroes, así que a Lucas le tocó encarnar ese papel. Los niños volvieron a fijarse en Riazor, no en el Bernabéu o el Camp Nou. El pueblo había hablado y ahora le tocaba conseguir un ascenso que lo colocara a la altura de San Juan.

placeholder Los compañeros le hicieron un pasillo a Lucas. (EFE/Moncho Fuentes)
Los compañeros le hicieron un pasillo a Lucas. (EFE/Moncho Fuentes)

El amor al Deportivo

Ahora les toca separar sus caminos, por el "desgaste emocional de los últimos años". Pero Lucas dejó otra demostración de amor, aunque ya apenas queden, al afirmar que "amo al Deportivo, soy del Deportivo y moriré del Deportivo". Hace dos años, en La Coruña lo comprobaron. Ya esperan una nueva vuelta del ídolo.

Ocurrió hace dos años y se convirtió en el foco informativo de diarios, radios y televisiones. Lucas Pérez había pagado un millón de euros para regresar al Deportivo de La Coruña, su equipo. Atrás dejaba al Cádiz, en Primera División, para volver a casa, en Primera RFEF. Para él, no era bajar dos categorías, porque no iba a cualquier equipo, iba al Dépor. Su vinculación se ha cortado… por ahora.

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