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La fe de Raphinha fue el premio del Barça: ni tres errores groseros los condenaron
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EN EL DA LUZ DE LISBOA

La fe de Raphinha fue el premio del Barça: ni tres errores groseros los condenaron

Los culés consiguieron un triunfo épico y vital ante el Benfica (4-5). Fue una remontada de las que se recuerdan durante los años, gracias en parte a la perseverancia del brasileño

Foto: El Barça logró una épica victoria en Lisboa. (Reuters/Rodrigo Antunes)
El Barça logró una épica victoria en Lisboa. (Reuters/Rodrigo Antunes)

El despeje de Szczesny había instaurado la sensación de alivio. Al fin. El Barça al menos iba a sumar un empate en su visita a Lisboa, en uno de esos duelos más propios del patio del recreo que de la Champions League. Pero el fútbol, en realidad, jamás pierda esa esencia infantil a veces olvidada en la actualidad, donde todo es excesivamente mercantil. Así llegó una contra en la que la fe de Raphinha era observada con escepticismo e inconsciencia a partes iguales… hasta que llegó el 4-5. La reacción de Hansi Flick fue la de todo el barcelonismo.

El diluvio de Lisboa fue la mejor metáfora para la noche vivida. Hay pocos estadios que traigan recuerdos más infaustos a los culés. Allí se firmó el epitafio de Quique Setién, con ese 2-8 que justificó un cambio de generación. Se confirmó la necesidad de una transformación todavía presente, con una camada procedente de una de las pocas certezas del Barcelona de Joan Laporta: La Masía.

Lisboa, además, es la plaza en la que cambió la historia. Allí el Madrid empezó una década éxitos y el Barça, poco después, su declive. Ronald Koeman también comprobó que puede ser una sentencia de muerte. Flick, sin embargo, no tenía intención de repetir errores del pasado, aunque el guion lo encaminase a un nuevo varapalo. La remontada mostró precisamente su gran aporte al equipo: el carácter necesario para reponerse en los momentos de dificultad.

Determinadas decisiones estuvieron cerca de conllevar graves consecuencias, porque no hay mayor tranquilidad que entrar en los octavos de Champions como uno de los mejores equipos. La titularidad de Szczesny, sin embargo, debe ser considerada como una temeridad, y poca importancia tiene el chico. Pasar de un retiro dorado en la Costa del Sol a las frenéticas noches europeas es sinónimo de la ruleta rusa, juego al que el Barça se apuntó en Lisboa.

placeholder Flick vivió en primera persona el diluvio portugués. (Reuters/Albert Gea)
Flick vivió en primera persona el diluvio portugués. (Reuters/Albert Gea)

La emoción del equipo

La noche fue una sucesión de infortunios cuyo destino final parecía bastante claro. A los errores del portero se sumó el de Araújo, por eso era inevitable pensar en una derrota que despertaría de nuevo los fantasmas, si es que habían desaparecido tras el empate en Getafe (1-1). Es complicado que el azar cambie de bando en cuestión de minutos.

Este Barça, sin embargo, parece destinado a lograr objetivos utópicos. La emoción es consustancial a este equipo repleto de noveles, y quizás esta sea la mayor de las justificaciones a las noches de este tipo que ya han vivido. La juventud es la etapa de las emociones fuertes y los jóvenes jugadores culés están aplicándolo en el césped. Todo por seguir el devenir de la vida.

placeholder Los jugadores culés se abrazan tras la victoria. (EFE/Enric Fontcuberta)
Los jugadores culés se abrazan tras la victoria. (EFE/Enric Fontcuberta)

Los fallos en defensa

Los errores, sin embargo, fueron manifiestos, especialmente en defensa, donde el Barça fue capaz de convertir a un delantero del montón en un rematador capaz de optar a la Bota de Oro. Recuperar los automatismos defensivos, arriesgados en exceso en ocasiones, es vital para que todos los partidos no se conviertan en una carrera de relevos.

El objetivo de inicio de temporada se ha cumplido. El Barça asusta en la Champions, porque su crisis no se ha extrapolado a Europa, solo se ha dado en la Liga. Esta vez no se ha hecho el ridículo por el continente, como bien había ocurrido en ocasiones anteriores. Ahora parece que nadie quiere enfrentarse a ellos. Con razón.

El despeje de Szczesny había instaurado la sensación de alivio. Al fin. El Barça al menos iba a sumar un empate en su visita a Lisboa, en uno de esos duelos más propios del patio del recreo que de la Champions League. Pero el fútbol, en realidad, jamás pierda esa esencia infantil a veces olvidada en la actualidad, donde todo es excesivamente mercantil. Así llegó una contra en la que la fe de Raphinha era observada con escepticismo e inconsciencia a partes iguales… hasta que llegó el 4-5. La reacción de Hansi Flick fue la de todo el barcelonismo.

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