La degradación de Vinícius desde que arrastró al Real Madrid a un plantón demencial
La mejor versión de Vinícius se ha caído desde la rabieta por no ganar el Balón de Oro y conducir al club a un plantón absurdo. Ha perdido humildad, concentración y rendimiento
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Vinícius se ha metido él solito en problemas en un inicio de año con más polémicas que buen rendimiento. Es uno de los grandes señalados del fiasco del Real Madrid en la Supercopa de España y Ancelotti se encarga de darle visibilidad con los cambios. En ninguno de los dos encuentros ha sido determinante en la faceta realizadora, le han faltado acciones diferenciales, se ha enredado en las protestas y ha recibido el castigo de su entrenador: no acabar los partidos.
Que le quitaran en la semifinal contra el Mallorca no le gustó porque quería seguir el pique con Maffeo. Puso caritas. En la final contra el Barcelona, restó en ataque y en defensa. Hizo uno de los peores partidos que se le recuerda. Desaparecido, sin alma ni peligro.
Ancelotti da un escarmiento a Vinícius, de manera sutil, por los comportamientos que no le hacen bien ni a él ni tampoco al equipo. Empezando por el incidente que protagonizó en Mestalla con Dimitrievski, que le costó la expulsión y una sanción de dos partidos recurrida por el club y rechazada por Apelación. De puertas para fuera, el entrenador hace una defensa complicada y su discurso es diferente al que maneja en el ámbito privado. Tiene la obligación de proteger a su jugador y hacerle víctima de las provocaciones. Es por lo que repite que no es fácil ser Vinícius. No se va a tirar piedras contra su tejado y, a la vez que le da toques para que se centre en el juego, toma decisiones de sacarle del campo si entra en piques innecesarios.
Lo que no se esperaba Ancelotti ni nadie del Real Madrid es la versión ausente e irreconocible del brasileño contra el Barcelona. La cara de mosqueo que puso tras el cambio en el Clásico y su seriedad en el banquillo, además de la frustración con la que abandonó el estadio, sin hacer declaraciones, confirma que atraviesa un mal momento. Es un Vinícius empeorado por sus rifirrafes y un bloqueo futbolístico extraño. No ha sido capaz de marcar en los dos partidos de la Supercopa de España, su nivel ha sido pobre y en la final pudo ser expulsado tras una entrada por detrás a Koundé. Gil Manzano le perdonó la tarjeta y a Ancelotti se le hinchó la vena con un nuevo cruce de cables del brasileño.
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Vinícius está en tensión y más pendiente de otras cosas que de darle continuidad a su juego y al del equipo. Es su propio enemigo y acumula varias decepciones en poco tiempo. Su inicio de año es irresponsable, con una actitud y un rendimiento irreconocibles. Contra el Valencia puso en peligro el resultado con la expulsión por una reacción en caliente y la remontada le ayudó a que el entrenador tapara su enfado. En la Copa del Rey, contra la Minera, jugó la última media hora y fue irrelevante. En la Supercopa de España se ha quedado sin marcar y en la final ha sido un jugador intrascendente. Lo preocupante no es la falta de gol en un mal día colectivo. Lo extraño es que no se vio el Vinícius persistente, que se echa el equipo a sus espaldas, encara, repite esfuerzos y es un martillo.
La dinámica de Vinícius es más negativa que positiva desde que decidió plantarse y no ir a la gala del Balón de Oro. Con el respaldo del club se siente más poderoso y pone los intereses personales por encima de la imagen del Real Madrid. El gran perjudicado fue Ancelotti, que no pudo asistir a la gala y recoger el premio al mejor entrenador después de una temporada sobresaliente.
Malos gestos y bajón de nivel
El ego del brasileño y su obsesión por el Balón de Oro ensombreció los méritos que hizo el Real Madrid y su entrenador en una temporada con la conquista de la Liga y la Champions, como principales logros, y coincidió con la primera crisis del equipo. Se produjeron las derrotas contra el Barcelona en la Liga, el Milan en la Champions y se quiso ver una reivindicación de Vinícius con los tres goles contra Osasuna. Después cayó lesionado y no jugó ni en Liverpool ni tampoco en Bilbao.
Vinícius acabó mal el año. Con gestos feos y reprobables en Vallecas, mandando a Segunda división a los aficionados. Lo ha empezado peor repitiéndolos en Mestalla y muy lejos de su nivel competitivo. Distraído y con peor forma física tras las vacaciones navideñas. Es una de las decepciones de Ancelotti con el jugador al que el club lava la imagen en el exterior, pero que sigue descentrado en el terreno de juego y en el bochorno contra el Barcelona completa uno de sus partidos más deficientes.
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Del ridículo en el Clásico de Arabia Saudí sale perjudicado por no ser competitivo con un partido en el que no generó peligro ni ayudó en defensa. El Real Madrid sufre un duro correctivo por la forma en la que cayó ante el equipo de Hansi Flick, en un día donde brillaron Raphinha, Lamine Yamal y Lewandowski. Vinícius fue el peor del tridente del Real Madrid. El ganador del The Best tiene la cabeza en otras cosas que le distraen de lo más importante del juego.
Es una cura de humildad de la que Ancelotti, a modo particular, comenta que viene bien para que aprenda y se dé cuenta de que tiene que ser responsable. Lo fundamental es estar centrado en el juego, no en los premios, ni en las continuas protestas.
Vinícius se ha metido él solito en problemas en un inicio de año con más polémicas que buen rendimiento. Es uno de los grandes señalados del fiasco del Real Madrid en la Supercopa de España y Ancelotti se encarga de darle visibilidad con los cambios. En ninguno de los dos encuentros ha sido determinante en la faceta realizadora, le han faltado acciones diferenciales, se ha enredado en las protestas y ha recibido el castigo de su entrenador: no acabar los partidos.