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El Barcelona hace una carnicería del Real Madrid y gana la Supercopa de España (2-5)
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El Barcelona hace una carnicería del Real Madrid y gana la Supercopa de España (2-5)

La Supercopa de España es para el equipo que más la quiso y el que mejor trabajado está. La gana el Barcelona con un fútbol más incisivo, colectivo e intenso. El Real Madrid, con una imagen de mediocridad, sufre un vaparalo

Foto: Lamine Yamal celebra un gol en la final de la Supercopa de España. (EFE)
Lamine Yamal celebra un gol en la final de la Supercopa de España. (EFE)

El primer título de Hansi Flick con el Barcelona será recordado por el destrozo que le hizo al Real Madrid en Arabia Saudí. Ancelotti sufre un duro varapalo en su segundo Clásico de la temporada. Tras ser goleado en el partido de Liga en el Bernabéu, pierde la Supercopa de España con la imagen de un equipo muy inferior a los azulgranas.

El Real Madrid, que se adelantó con un gol de Mbappé, se vio superado por la ambición y el juego colectivo de un Barcelona que sabe a lo que juega, tiene vértigo, se sacrifican todos los jugadores en la presión, muerden, combinan, son verticales y tiene un jugador que marca las diferencias. Lamine Yamal rompió el sistema defensivo del Real Madrid y el resto hizo una carnicería. Rapinha marcó dos goles, Lewandowski transformó un penalti y Balde se apuntó a la goleada en una sobresaliente primera parte del Barcelona y una imagen mediocre del Real Madrid. En la segunda, los azulgranas se quedaron con un jugador menos por la expulsión de Szczesny y supo manejar su renta.

El Barcelona fue un rodillo. Un bloque con forma de cuchillo. Quiso la iniciativa del juego ante un Real Madrid que salió a esperar. Rácano, como lo ha sido en todos los grandes partidos de esta temporada. Así empezó el destrozo. Dos propuestas diferentes de ir a por el partido que pusieron en ventaja al equipo de Ancelotti. Courtois realizó dos buenas intervenciones en los cuatro primeros minutos. Una a un disparo esquinado de Lamine Yamal que desvió el belga con una estirada. Se hizo grande. El segundo paradón es a un cabezazo picado de Rapinha. Remató solo el brasileño. Era el aviso de una primera parte que acabó siendo un infierno para los blancos pese a adelantarse con el gol de Mbappé.

El Real Madrid empezó con problemas defensivos y encontró el gol en una jugada de contrataque. Era el plan de Ancelotti. Ser compactos, fuertes en defensa y hacer daño a la carrera. Aprovechar los espacios que deja el sistema de Hansi Flick. En el conservadurismo, el Madrid sacó tajada muy pronto.

Encontró petróleo en una acción que nace de una disputa del balón entre Casadó y Vinícius. El Barcelona pediría falta. La jugada siguió, cayó el balón en Mbappé y el francés arrancó la moto. Se recorrió medio campo, perseguido por Balde. Amagó y encaró a Szczesny. Le levantó la pelota. Velocidad, potencia y precisión. Jugadón de Mbappé, que mostró su mejor versión. La de atleta-futbolista.

Mbappé sufriría minutos después un resbalón en una pugna que le dejó dolorido. Se torció el tobillo y necesitó la ayuda médica. Le vendaron el tobillo. El Madrid pegó primero, pero el Barcelona siguió con su plan voraz. Llevaba la iniciativa, controlaba todas las facetas del juego, robaba, combinaba, mareaba, jugaba directo y amenazaba. El Madrid, con la renta, se dedicó a ser sólido. Pero no lo logró. Se vio superado por la ambición y las ganas de un rival que está mejor construido.

Lamine Yamal estaba fino y empató el Clásico en una excelente acción individual tras un pase de Lewandowski. El extremo del Barça le ganó la espalda a Mendy por velocidad, se fue perfilando al centro, no lo pudo frenar Tchouaméni y batió a Courtois con un disparo de esos que lleva silenciador. Letal y ajustado. Hizo pequeño al portero belga.

Lamine Yamal, una pesadilla

El Real Madrid sufría cada vez que Lamine Yamal entraba en juego. El fútbol vivo y desequilibrante rompía a los blancos. Era difícil de desactivar por Mendy y ni con las ayudas de los compañeros pudieron minimizar el roto. La defensa, lo más importante para Ancelotti, reculaba cada vez que llegaba el balón al joven extremo azulgrana.

El Barça niveló el marcador y activó el rodillo. Con fútbol, intensidad, presión, verticalidad y efectividad. El Madrid estuvo cerca de marcar el segundo en un cabezazo de Tchouaméni tras un saque de esquina. Szczesny evitó el tanto. La final se abrió. El Madrid quiso presionar más en campo contrario, pero es un equipo que no tiene trabajada de manera coordinada esta faceta. Le cuesta defender hacia delante. Es un despropósito. El Barça volcaba sus ataques por la banda de Lamine Yamal. Ahí había un enorme agujero y por aquí llegó la jugada del penalti en una patada de Camavinga a Gavi en el muslo por un balón dividido. El árbitro necesitó ir al VAR. No falló Lewandowski.

El Barcelona estaba enchufadísimo, con el colmillo afilado, veloz y sangriento. El Real Madrid no proponía nada. Perdió el orden, el equilibrio, no aparecían los centrocampistas ni conseguían amenazar los delanteros. Un desbarajuste que volvió a aprovechar el Barcelona con un balón largo de Koundé al centro del área. Dirigido a Rapinha, que le ganó la espalda a Lucas Vázquez y remató solo de cabeza. El Barça sacudía a un indolente Real Madrid.

La acción de Camavinga agarrando a Lamine Yamal en el centro del campo para evitar que se fuera el extremo, al final de la primera parte, resume la impotencia de un Real Madrid vulgar. Camavinga, que vio la amarilla en la acción del penalti, se jugó la expulsión. El partido se pudo ir al descanso con un cuarto gol del Barcelona en un disparo de Balde que desvió Courtois. El Madrid sufría, pedía la hora y el equipo de Hansi Flick se divertía. El Barça olió la sangre y Balde marcó el cuarto en una acción de contraataque en la última jugada.

Jugó Dani Olmo

Ceballos salió por Camavinga tras el descanso. Un centrocampista con más orden, cabeza y criterio del balón que el imprudente francés. La segunda parte empezó con un centro de Vinícius al área y el remate de Rodrygo al larguero. En la acción siguiente, con el Real Madrid abierto, marcó Rapinha el quinto. El brasileño del Barça superó a Tchouaméni en la carrera, se plantó ante Courtois, no le pudo frenar Rüdiger y cruzó el balón a Courtois. Otro hachazo a la moral del Real Madrid.

placeholder Dani Olmo sufre una entrada de Tchouaméni. (EFE)
Dani Olmo sufre una entrada de Tchouaméni. (EFE)

El destrozo era de enormes dimensiones y Ancelotti quitó a Lucas Vázquez para fortalecer la defensa con Raúl Asensio. El Real Madrid encontró un respiro en la expulsión de Szczesny (minuto 55) tras derribar a Mbappé en la frontal del área. El Barça se quedó con diez futbolistas, salió Iñaki Peña y Flick metió a Dani Olmo y sustituyó a Lamine Yamal. Dani Olmo jugó su primer partido con la cautelar que le ha dado el Consejo Superior de Deportes. La falta la aprovechó Rodrygo para darle una esperanza al milagro de una remontada que va en el ADN del Real Madrid.

Vinícius, en uno de sus peores partidos, no acabó el partido. No fue capaz de irse de Koundé, no tuvo chispa ni gasolina. La temporada pasada hizo tres goles en la final al Barcelona y en esta Supercopa de España se marcha sin marcar un gol. El Barcelona se dio un festín, gana merecidamente y como equipo un título que le dará confianza en la segunda parte de la temporada.

En el Real Madrid no se ve mejoría competitiva en los grandes partidos. Da un paso atrás importante como equipo y en lo individual. No aparecieron los grandes jugadores. Ni Bellingham, que llegaba a esta final con la racha del gol, estuvo acertado con y sin balón. Da señales de estar fatigado. Solo se puede salvar a Mbappé. Pudo hacer el tercer gol, pero lo evitó un paradón de Iñaki Peña en el descuento. El golpe es duro. Entre el desorden táctico, la falta de fútbol, jugadores fuera de puesto, al Real Madrid se le ve tierno en encuentros en los que el rival le lleva al límite.

El primer título de Hansi Flick con el Barcelona será recordado por el destrozo que le hizo al Real Madrid en Arabia Saudí. Ancelotti sufre un duro varapalo en su segundo Clásico de la temporada. Tras ser goleado en el partido de Liga en el Bernabéu, pierde la Supercopa de España con la imagen de un equipo muy inferior a los azulgranas.

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