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Lo que el motín del Hesperia le cuenta a Joan Laporta (y a cualquier otro presidente)
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EL PROBLEMA CON SU INSCRIPCIÓN

Lo que el motín del Hesperia le cuenta a Joan Laporta (y a cualquier otro presidente)

Hace casi cuatro décadas, los jugadores del Barcelona mostraron una actitud reivindicativa frente a los dirigentes de entonces. La rebelión ha estado cerca de reeditarse por Dani Olmo

Foto: Laporta y Flick, en un entrenamiento en Yeda. (EFE/Alberto Estévez)
Laporta y Flick, en un entrenamiento en Yeda. (EFE/Alberto Estévez)

Son tiempos difíciles en el Barcelona. La tranquilidad ha brillado por su ausencia desde el retorno de Joan Laporta, y la Navidad no ha sido una excepción. La inscripción de Dani Olmo y de Pau Víctor ha tenido en vilo al club y a media España por el enésimo ridículo que han protagonizado (cortes de mangas incluido).

"Si estuviera en otro club, me pensaría si es lo mejor venir aquí". Raphinha, uno de los capitanes del Barcelona, se erigió como portavoz del equipo en la rueda de prensa previa al duelo ante el Athletic de Bilbao (0-2) para analizar la delicada coyuntura de sus compañeros. Cuando Laporta oyó sus declaraciones, bajó al césped para charlar con él. El club es un polvorín sin atisbo de duda y sin que nadie lo esconda.

La situación con Olmo vivió un conato de rebelión de sus compañeros: los internacionales españoles reflexionaron sobre acudir o no a la Selección en el próximo parón. Una situación que, de haberse dado, no hubiera sido novedosa en Barcelona, porque hace casi cuatro décadas ya vivieron una expresión reivindicativa de los jugadores en el famoso Motín del Hesperia.

No es descabellado que Laporta lo haya tenido en mente en estos días. Ocurrió el 28 de abril de 1988, un día sin movimientos en la Ciudad Condal. Pero los teléfonos de las redacciones sonaron. Los capitanes del Barcelona avisaron a los medios de que darían una rueda de prensa en el Hotel Hesperia, propiedad de Joan Gaspart, vicepresidente del club por aquel entonces.

placeholder Núñez y Gaspart formaron un binomio inquebrantable en Barcelona. (Archivo)
Núñez y Gaspart formaron un binomio inquebrantable en Barcelona. (Archivo)

La crítica a la directiva

Los jugadores criticaron con vehemencia a Núñez y a Gaspart. El año anterior, los futbolistas firmaron un contrato dividido en dos partes, uno de derechos de imagen y otro federativo. Al fraccionarlos, la tributación era menor: por el primero se pagaba un 35% de impuestos en lugar de un 40; por el segundo, un 53 en lugar de un 60.

La solución era magnífica… de no haberse percatado Hacienda. Apreciaron la picardía ideada por Núñez y las instrucciones fueron claras: los jugadores tenían que pagar el 53% de impuestos por el total de su contrato. Los jugadores habían actuado de buena fe y le exigieron a Gaspart que el club abonara la diferencia exigida por la administración tributaria si no los convencían de la legalidad de esa artimaña.

Uno de los capitanes de aquella plantilla explica lo ocurrido: "Se demostró que aquello era justo, pero el club lo vio de otra manera. En dos años nos fuimos casi todos los 24 jugadores que integrábamos aquella plantilla. No fue normal. Todo el año hablamos con la directiva, fue un proceso largo; no fue de hoy para mañana".

placeholder Luis Aragonés entrenó al Barcelona aquel año. (Getty/Jasper Juinen)
Luis Aragonés entrenó al Barcelona aquel año. (Getty/Jasper Juinen)

Las dudas de Luis

El director del Hesperia llamó a Gaspart para comunicarle que los jugadores habían pedido una sala del hotel para atender a la prensa y que el club no tenía nada que ver en eso. A partir de ese momento, la directiva se movió para enterarse de que estaba ocurriendo y por qué todos los jugadores se iban a reunir.

El entrenador era Luis Aragonés y dudó qué hacer en esa tarde. Llamó a Gaspart para preguntarle, porque posicionarse con cualquiera de los bandos conllevaba problemas. Finalmente, apareció junto a los jugadores, porque aquello sirvió para ganar partidos en las últimas jornadas.

La reacción en el Camp Nou no se hizo esperar. Todos los jugadores fueron pitados, salvo Bernd Schuster, que no apareció porque había arreglado el problema por su cuenta con Núñez. Algunas voces de ese vestuario sostienen que no fue de buen compañero lo que hizo al actuar al margen del resto.

placeholder Schuster arregló el asunto por su cuenta. (Reuters/Vincent West)
Schuster arregló el asunto por su cuenta. (Reuters/Vincent West)

Pendiente de arreglarse

Schuster, Lineker y López López fueron los tres únicos que no aparecieron aquel día. El inglés se encontraba en Hungría con su selección, mientras que el tercero estaba convaleciente tras haber sido operado del estómago. En la mesa en la que aparecieron sus compañeros, destacaron tres: Alexanco, el capitán, Víctor Muñoz y Calderé.

Los jugadores sostienen que las reuniones fueron constantes con la directiva a lo largo de aquel año y que siempre les prometían que el asunto se arreglaría. Pero la solución no llegó. En principio, el club iba a hacerse cargo de la diferencia con los contratos. Así lo prometió Gaspart hasta que Núñez entró en la negociación y fue rotundo: "De lo que os ha prometido Joan, nada de nada".

placeholder Núñez, a su llegada a los juzgados. (EFE/Enric Fontcuberta)
Núñez, a su llegada a los juzgados. (EFE/Enric Fontcuberta)

Las consecuencias del motín

Alexanco leyó un comunicado de siete puntos y acusó a Núñez de diversas cuestiones: de haberlos decepcionado y humillado, de no tener respeto a la afición y enfrentarla con los jugadores, de intentar dividirlos, de incumplir los compromisos alcanzados, de la falta de relación humana, de la deshumanización del club y de haberles demostrado que la directiva no existe.

Núñez fue tajante tras aquello: "He pensado demasiado en ellos". Semanas más tarde, al concluir la temporada, llegaron las consecuencias: solo ocho de los participantes en la protesta continuaron en el club. Julio Alberto, Robert, Salva, Carrasco, Migueli, Zubizarreta, Urbano y Alexanco, por petición de Cruyff. La historia también puede enseñarle cosas a Laporta.

Son tiempos difíciles en el Barcelona. La tranquilidad ha brillado por su ausencia desde el retorno de Joan Laporta, y la Navidad no ha sido una excepción. La inscripción de Dani Olmo y de Pau Víctor ha tenido en vilo al club y a media España por el enésimo ridículo que han protagonizado (cortes de mangas incluido).

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