El batacazo de James Rodríguez en el Rayo: relato de un vencedor y dos derrotados
Raúl Martín Presa se fascinó con el encanto de James Rodríguez y el colombiano pensó que jugaría por su talento y glamour. Íñigo Pérez puso al equipo por encima de la estrella
El problema que ha tenido James Rodríguez (33 años) es pensar que iba a jugar en el Rayo Vallecano por ser el mejor jugador de la Copa América y lo que se encontró es un entrenador, joven y con personalidad, que le puso en su sitio. Íñigo Pérez (36 años) ha sido firme en sus principios y no ha cedido a la presión de tener a un futbolista con una enorme repercusión mediática. Puso al Rayo Vallecano por encima de la figura colombiana y ha mostrado una entereza y madurez admirable para no dejarse llevar por la ilusión de su presidente ni la enorme expectación que generó el fichaje.
Raúl Martín Presa tuvo un amor de verano, de esos que te ciegan y no le ves los defectos. La contratación de James daría un salto deportivo, económico y de glamour al Rayo. Era un fichaje de club, presidencial, con motivo del Centenario de la institución y con la estrategia de poner en el mapa a un club modesto. El efecto James pasó de los fuegos artificiales a las tensiones internas.
A Vallecas acudieron aficionados colombianos, fans de James, ansiosos por ver al ídolo lucirse y reivindicarse como una de las mejores zurdas del mundo. El genio daría recitales en el Rayo. Desde el punto de vista comercial, la jugada era un éxito por el tirón de un futbolista con millones de seguidores. Desde el lado deportivo era la crónica de una muerte anunciada.
Íñigo Pérez en ningún momento echó abajo el fichaje de James, pero lo que sí dejó claro es que sería uno más y que no habría privilegios. Explicó su manera de entender el fútbol, el estilo intenso, presionante, de mucho trabajo, sacrificio y solidaridad. Para ser un equipo competitivo no valía solo con tener talento. A James le sobra y le pidió que se pusiera en una buena forma física tras llegar de las vacaciones sin hacer pretemporada.
Estaba en la mano de James ser la estrella del Rayo Vallecano si hubiera aceptado los consejos del entrenador y demostrado más humildad e implicación. Lo tenía todo. Apoyado y elogiado continuamente por el presidente, una afición entusiasmada y unos compañeros que le recibieron con los brazos abiertos. Pero la competencia interna, el verde, como dicen los entrenadores, pone a cada jugador en su sitio.
El cabreo antes del Real Madrid
James solo ha jugado 7 partidos (203 minutos) con el Rayo Vallecano y no ha marcado ningún gol. El colombiano ha elegido vivir de las rentas, de su fama, talento y atractivo. Mal asunto en un equipo con una marcada filosofía obrera y en el que hay que ponerse el mono de trabajo. No ha cumplido con la exigencia, los deberes y la disciplina que pone Íñigo Pérez a todos los jugadores. El entrenador, en ningún momento, le ha ninguneado ni ha dado motivos para que se sienta desplazado.
La ruptura se produce en el momento en el que James pide explicaciones al entrenador, se siente con el poder para decir que es un fichaje del presidente y filtra al exterior que Íñigo Pérez no le valora. El 14 de diciembre, en el partido contra el Real Madrid en Vallecas, la medida del técnico navarro es disciplinaria. Deja a James fuera de la convocatoria y el colombiano se siente humillado.
Desde este momento, James ya no quiere jugar más en el Rayo y se marcha al parón navideño dando la orden a sus abogados para que rescindan el contrato. No se ha presentado a los entrenamientos en el nuevo año, ha alegado que tiene un virus, no ha estado disponible para el partido de Copa del Rey contra el Racing de Ferrol y su última aparición es verle en Milán, en un partido entre Colombia y Uzbekistán del Mundial de la Kings League, lanzando un penalti-presidente que le detiene el portero y es motivo de burlas.
El fiasco de James en el Rayo es monumental. Otro más que añadir a un declive que se prolonga en los últimos cinco años. No levanta cabeza desde que salió del Real Madrid en 2020 y acumula fracasos en el Everton, Al Rayyan, Olympiacos, Sao Paulo y Rayo Vallecano. En todos estos equipos ha ido rescindiendo su contrato, a ningún entrenador le ha convencido su profesionalidad y no es capaz de hacer autocrítica. James y Presa salen perdedores. A Íñigo le avalan los resultados y el respaldo de los futbolistas, la gran mayoría, que reniegan del colombiano.
El problema que ha tenido James Rodríguez (33 años) es pensar que iba a jugar en el Rayo Vallecano por ser el mejor jugador de la Copa América y lo que se encontró es un entrenador, joven y con personalidad, que le puso en su sitio. Íñigo Pérez (36 años) ha sido firme en sus principios y no ha cedido a la presión de tener a un futbolista con una enorme repercusión mediática. Puso al Rayo Vallecano por encima de la figura colombiana y ha mostrado una entereza y madurez admirable para no dejarse llevar por la ilusión de su presidente ni la enorme expectación que generó el fichaje.
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