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Mbappé patea los penaltis. ¿De verdad que hay que tener paciencia para que esté acertado?
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ANÁLISIS

Mbappé patea los penaltis. ¿De verdad que hay que tener paciencia para que esté acertado?

Mbappé demuestra una falta de interés en los lanzamientos de penalti que es alarmante. No es una cuestión de paciencia cuando decide tirar el de Bilbao igual que el que falló en Anfield

Foto: Mbappé, en el lanzamiento del penalti contra el Athletic. (EFE/Luis Tejado)
Mbappé, en el lanzamiento del penalti contra el Athletic. (EFE/Luis Tejado)

Se pueden buscar todo tipo de explicaciones y análisis a lo que le sucede a Mbappé. La opinión más extendida es que le falta confianza y esto repercute en la inseguridad, por lo que le cuesta un mundo irse del rival, ser desequilibrante y ajustar los disparos. Contra el Getafe marcó un buen gol, falló ocasiones clarísimas delante del portero, se quitó de encima la responsabilidad de lanzar los penaltis y en Bilbao no se libró. Tenía que tirar el penalti. Lo grave no es fallarlo, sino la apatía en su lanzamiento. Solo hay que ver la postura de desgana en la ejecución.

La explicación de Ancelotti es que hay que tener paciencia y darle tiempo a Mbappé para que dé su mejor versión. Los penaltis no es una cuestión de paciencia. Es de acierto. De ponerle interés y tomárselo en serio. Y Mbappé no lo está haciendo porque no se entiende cómo lanza el penalti en Bilbao con la misma ejecución que en Liverpool.

Hay diferentes alternativas para disparar un penalti. Puedes elegir tirarlo al centro raso, al centro por alto, a la izquierda o a la derecha, por abajo o por arriba, con potencia, a romper... Y Mbappé lanza dos de la misma manera en una semana. A media altura, flojo y sin ajustar. Los porteros de Liverpool y Athletic le adivinan sus intenciones porque ni siquiera tiene actitud para ponerlos nervioso, elude el juego psicológico, el engaño, está impaciente porque el árbitro pite, correr y patear.

Da la sensación de que se lo quiere quitar de encima y un futbolista de su experiencia no necesita que nadie le diga cómo hay que tirar un penalti. Es incomprensible. Muy raro que repita el mismo lanzamiento de Anfield y eso da que pensar si en los entrenamientos dedica el tiempo necesario para ensayar los lanzamientos.

Mbappé tiene todo el tiempo que quiera para encontrar su mejor juego, los privilegios de un entrenador que si le ve en dificultades le pone en la banda izquierda y le aguanta todo el partido en el campo cuando merece ir al banquillo. Un presidente que le arropa. Pero un penalti no se patea. Se lanza bien o se lanza mal. Lo puede detener un portero en la menor de las probabilidades. Mbappé no está fino en el juego, pero es lamentable ver que no se esmera en un disparo desde el punto de penalti.

Foto: Ceballos, en una acción del partido contra el Getafe. (AFP7)

En Anfield y en San Mamés los ha tirado flojo y enseñando sus intenciones. A asegurar y sin arriesgar. Es reincidente en el error y esto ya no va de tener paciencia o darle tiempo, sino de exigirle que ponga más empeño e interés en una acción donde el lanzador tiene más que ganar que perder.

No se puede explicar este desplome de Mbappé desde el punto de penalti cuando hace siete meses marcó un golazo al Barcelona en Montjuic. Le pegó duro, con energía y en tensión. Magistral. Fue un penalti con presión que valió al PSG para ponerse por delante en la eliminatoria de cuartos de final de la Champions. No tiene nada que ver con la falta de tensión que tiene hoy en el Real Madrid.

Mbappé ha tirado penaltis más difíciles que el de San Mamés, con más presión y en competiciones donde había cosas más importantes en juego. Lo que le está pasando es que no le pone todo el interés y el alma que es necesario. Le toca cambiar el chip y darse cuenta de que en los penaltis sí que se le pide que sea infalible.

Se pueden buscar todo tipo de explicaciones y análisis a lo que le sucede a Mbappé. La opinión más extendida es que le falta confianza y esto repercute en la inseguridad, por lo que le cuesta un mundo irse del rival, ser desequilibrante y ajustar los disparos. Contra el Getafe marcó un buen gol, falló ocasiones clarísimas delante del portero, se quitó de encima la responsabilidad de lanzar los penaltis y en Bilbao no se libró. Tenía que tirar el penalti. Lo grave no es fallarlo, sino la apatía en su lanzamiento. Solo hay que ver la postura de desgana en la ejecución.

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