El rebelde Luca Zidane, un buscavidas y héroe en el Granada tras pasar por todo tipo de castigos
Luca Zidane ocultó su apellido en la cantera del Real Madrid, pidió que no le prejuzgaran, se marchó fuera a demostrar su valía y tras superar una lesión de rodilla es un ídolo en Granada
Triunfar en el fútbol con el apellido Zidane fue más un castigo que un privilegio. Pero el buscavidas de Luca, con su tesón y cualidades, se ha ido abriendo camino, con rebeldía, hasta demostrar su valía. Se le ha mirado con recelo, se ha sentido menospreciado y, en su caso, todavía lo ha tenido más complicado. No es un Zidane más. Eligió ser portero. Más difícil todavía en una posición donde se ven enseguida los fallos, los defectos, y estás expuesto a la mirada crítica.
Dos penaltis detenidos y uno marcado, por la escuadra, en La Romareda rescatan la figura de Luca Zidane. El portero con fama de palomitero y enchufado desde el día que su padre, Zinedine, en el banquillo del primer equipo del Real Madrid, le dio la oportunidad de debutar en Villarreal y después ponerle de titular en el Bernabéu contra el Huesca. Fue el final de Luca en la casa blanca, canterano desde que entró con 8 años en los prebenjamines. Desde que tocó el techo del primer equipo, se le echó el mundo encima, y decidió que lo mejor era buscarse la vida fuera de Madrid.
El pasado verano fichó por el Granada después de pasar por el Racing de Santander, Rayo Vallecano y Eibar. El club nazarí contrató a un Luca al alza, cotizado y con la seguridad de que puede ser el portero que les ayude a subir a la categoría de oro del fútbol español. De momento, ha sido el salvador en la eliminatoria de segunda ronda de la Copa del Rey con dos penaltis detenidos en La Romareda y uno marcado en una ejecución brillante. Cogió el balón, le pegó con dureza y ajustado a la escuadra.
Esta actuación ilusiona en Granada. Vuelve Luca, el portero por el que el director deportivo del club (Matteo Tognozzi) hizo una fuerte apuesta y pagó los 500.000 euros que figuraban en la cláusula de rescisión con el Eibar. El Granada no pudo quedarse con Augusto Batalla después el descenso a la Segunda división y confío en Luca tras dos temporadas con continuidad y un alto rendimiento en el Eibar. Con el equipo armero, el portero hispano-francés disputó 77 partidos y en los dos años estuvo cerca del ascenso a la Primera división.
🧤 Luca es un tío tranquilo y chill. #CopaDelRey pic.twitter.com/IOOJKrr0tH
— Granada CF ❤️⚪️ (@GranadaCF) December 4, 2024
Luca fue presentando como un fichaje de renombre en la ciudad de la Alhambra, avalado por su carrera fuera del Real Madrid. En un año en el Racing de Santander destacó como un portero ágil y con un excelente manejo con el balón en los pies. En los dos años en el Rayo Vallecano fue protagonista por el ascenso del equipo vallecano a la Primera división y en esta categoría sufrió un gran castigo. Pagó su expulsión en el debut contra el Sevilla en el Sánchez Pizjuán. Cometió un penalti, fue expulsado y Andoni Iraola empezó a confiar en Dimitrievski.
Lo que llevó a Luca a irse al Eibar, volver a demostrar su nivel y acabar fichando por el Granada tras tener diferentes ofertas de España y el extranjero. "Amo España, pero me siento francés", comenta el portero que siempre ha tenido el objetivo de jugar en el Olympique de Marsella. Pero surgió la propuesta tentadora del Granada, irresistible en lo económico y las comodidades que ofrece la ciudad andaluza. "No hay nada en la vida como ser del Granada", es la alegría con la que se expresó en el vídeo oficial del club para anunciar su incorporación.
La lesión en la rodilla
La trayectoria de Luca para asentarse en un equipo y le valoren por sus méritos, dejando de lado su apellido, no ha sido fácil. Lo estaba consiguiendo en los últimos años y vio en el Granada otra oportunidad para confirmarse. Hasta que le castigó la maldita lesión, a principios del mes de septiembre, en la rodilla. Estuvo un mes de baja para recuperarse de un esguince en la rodilla izquierda y coincidió con el cambio de entrenador, Fran Escribá por Guille Abascal, y el fichaje de otro portero. El club contrató al veterano Diego Mariño, que estaba libre.
Luca tiene competencia para hacerse de nuevo con el puesto de titular, le toca otra vez demostrar que es una garantía en seguridad y su rendimiento es fiable. Su actuación en Zaragoza es un golpe anímico para superar otro mal momento en su carrera y reivindicarse como un portero al que le acompaña la carga de llevar el apellido de una leyenda del fútbol.
"Cuando juego soy Luca, no Zidane", fue lo primero que quiso dejar claro el día que su padre le dio la oportunidad de debutar con el Real Madrid en Villarreal. Durante muchos años ha demostrado que tiene personalidad, que no le asusta la presión y asume responsabilidades. Si no es así, habría evitado lanzar el penalti en La Romareda. Luca demostró bravura y algo que siempre le define. Es competitivo y tiene un fuerte carácter como su padre. En las categorías inferiores del Real Madrid figuraba como Luca Fernández, el apellido de su madre (Veronique) para protegerle, y ahora se defiende solo con sus paradas y un magnífico golpeo de balón.
Triunfar en el fútbol con el apellido Zidane fue más un castigo que un privilegio. Pero el buscavidas de Luca, con su tesón y cualidades, se ha ido abriendo camino, con rebeldía, hasta demostrar su valía. Se le ha mirado con recelo, se ha sentido menospreciado y, en su caso, todavía lo ha tenido más complicado. No es un Zidane más. Eligió ser portero. Más difícil todavía en una posición donde se ven enseguida los fallos, los defectos, y estás expuesto a la mirada crítica.
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