Los tres palos de Ancelotti a Endrick, a cada cual peor, minan la moral del brasileño
Endrick es invisible para Ancelotti. En un Madrid con lesionados y un calendario apretado, el entrenador no quiso confiar en el brasileño para jugar algún minuto contra el Getafe
Getafe era un partido para rotar con el margen de los dos goles. Incluso para haber empezado con Endrick de titular, para meterlo en la rueda de jugadores que son necesarios y tienen que coger ritmo. Pero Ancelotti le dio tres palos. El primero, suplente; el segundo, calentando casi toda la segunda parte y quedarse sin jugar; y el último, manifestando con tono áspero que necesita trabajar. No es, precisamente, lo que necesita un chico que quiere comerse el mundo y tiene atrevimiento.
Carlo Ancelotti tiene algo contra Endrick. Conservadurismo, desconfianza, recelo... Si no es así, es difícil de entender cómo el joven delantero brasileño estuvo calentando casi toda la segunda parte en el partido contra el Getafe y no jugó ni un solo minuto. Se daban las circunstancias para verle en el campo, con el partido encarrillado y los fallos de un Mbappé sin puntería e inseguro en la segunda parte. Ancelotti prefirió mantener todo el partido al francés, que venía de otro esfuerzo exigente en Liverpool, antes que darle minutos al brasileño.
Luego pasa lo que pasa con las lesiones. Vinícius se rompió por jugar todo el partido contra el Leganés por el desgaste acumulado de haber jugado los dos encuentros con su selección. Ancelotti se enfureció cuando le preguntaron por qué arriesgó con Vinícius contra el Leganés cuando no era necesario y tenía el partido encarrillado. "Nadie me tiene que dar consejos. Llevo más de 1.300 partidos dirigidos", se reivindicó.
La gestión de los cambios no es el fuerte del entrenador, que contra el Getafe tenía la posibilidad de hacer hasta seis sustituciones por el golpe en la cabeza de Bellingham y solo realizó dos. El de Arda Güler en el descanso por el inglés está justificado. Pero el de Modric por Rodrygo, faltando media hora del partido, chirrió. Lo normal era delantero por delantero. Endrick por Rodrygo, recién salido de una lesión. No lo hizo y empezó el runrún. ¿En qué momento saldrá Endrick? ¿A qué espera para meterlo ya? ¿Qué hace tanto tiempo calentando en la banda? ¿Por qué no da un respiro a Mbappé y confía en el chaval?
Esto ha explicado Ancelotti sobre la situación de Endrick:
— Madrid Sports (@MadridSports_) December 1, 2024
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Acabó el encuentro y las cámaras enfocaron la cara de Endrick. Serio, fastidiado y resignado. No jugó. Le tuvieron corriendo en la soledad del Bernabéu, como si se tratase de un castigo bajo la atenta mirada de Antonio Pintus. Entra dentro de lo normal que haga trabajo extra, no tiene que verse como un castigo, pero lo pareció cuando de manera simultánea compareció Ancelotti en la rueda de prensa y se le preguntó por la ausencia de minutos del brasileño. "¿Qué necesita Endrick? Trabajar", así de breve, seco y con indiferencia, contestó el entrenador.
No dio motivos de la desconfianza, pero conociendo el criterio de Ancelotti con los jóvenes, es fácil descifrar que a Endrick, como a Güler la temporada pasada, le ve verde y anárquico. El Real Madrid está en un proceso de superar la crisis de juego y resultados que le metió la goleada del Barcelona y la derrota contra el Milan, y en este plan no es fiable Endrick. A ello se suma la prioridad del entrenador: recuperar la mejor versión de Mbappé y es más fácil cuanto más minutos esté en el campo.
El perjudicado es Endrick. Lleva dos meses ausente, desde que fue titular en la derrota contra el Lille, en los que ha desaparecido de los planes de Ancelotti. Señalado en el primero de los tres batacazos que lleva el Real Madrid en la Champions. Venía de hacer dos goles contra el Valladolid y Stuttgart, de jugador descarado y contundente. Esto no lo valoró lo suficiente un entrenador que, pese a las lesiones, tira de galones y no le regala el elogio a Endrick.
Getafe era un partido para rotar con el margen de los dos goles. Incluso para haber empezado con Endrick de titular, para meterlo en la rueda de jugadores que son necesarios y tienen que coger ritmo. Pero Ancelotti le dio tres palos. El primero, suplente; el segundo, calentando casi toda la segunda parte y quedarse sin jugar; y el último, manifestando con tono áspero que necesita trabajar. No es, precisamente, lo que necesita un chico que quiere comerse el mundo y tiene atrevimiento.
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