El espantoso penalti de Mbappé confirma todos los fantasmas que rondan por la cabeza del francés
Mbappé dio señales de todos sus males en el penalti de Anfield. Antes se le vio con gestos de impaciencia por lanzarlo, lo ejecutó sin confianza y en su reacción no hubo rebeldía
Como no sabemos qué le pasa a Kylian Mbappé y él decide que es mejor no dar la cara y hablar tras el decepcionante partido en Liverpool, hay que interpretar sus gestos para hacer un diagnóstico. El francés sufre de espanto. Es una enfermedad que tiene que ver con la pérdida de energía que produce debilitamiento en una persona que ha quedado impresionado por algo.
Sus gestos, antes y después de lanzar y fallar el penalti en Anfield, dicen mucho de los síntomas de un futbolista asustado. Le pudo la presión en un gran escenario. En el mismo donde Vinícius hace casi un par de años dio una exhibición de energía, fuerza, velocidad, explosividad y contundencia. Ese día (21 de febrero de 2023) se vio una versión estelar de Vinícius. El brasileño arrasó al Liverpool de Jürgen Klopp con dos goles y una voracidad impresionante. Contrasta con el rendimiento fantasmal de un Mbappé que solo realizó dos remates a portería, estuvo fallón y torpe en los pases y en los regates.
Antes del penalti, la imagen es la de un jugador ansioso por ejecutar el lanzamiento lo antes posible. Gira la cabeza de un lado a otro, su mirada al árbitro es de impaciencia. La consecuencia es un lanzamiento a media altura, sin colocación ni potencia que le detiene el portero. Un disparo con más miedo que suficiencia es la señal de la ansiedad que tiene el francés.
Después del lanzamiento se le viene el mundo encima. Queda paralizado, se lleva las manos a la cabeza y no sigue la jugada. A Mbappé le faltan muchas cosas. Rebeldía, carácter, jerarquía, liderazgo... Además de confianza.
Y Kelleher se lo adivinó a Mbappé.#UCL #LaCasaDelFútbol pic.twitter.com/S17nCmNV2U
— Fútbol en Movistar Plus+ (@MovistarFutbol) November 27, 2024
No es un problema físico ni de adaptación después de más de tres meses en el Real Madrid y sin el desgaste de otros internacionales. Ha dejado de ir con su Selección en las ventanas de octubre y noviembre. Es el fiel reflejo de un profesional que sufre debilidad mental y que tiene cara de angustiado. No le sale nada y se le ve atenazado.
No puede con la exigencia del Real Madrid, de momento, y es un misterio porque un jugador de su categoría y calidad sufre un bloqueo importante. La receta, según Ancelotti, es tener paciencia y apoyarlo. Lógico. Mbappé no es Luka Jovic. El francés tiene crédito y todo el apoyo institucional. Tampoco es Hazard. Está fino, cuida su peso y lleva una buena alimentación. No tiene nada que ver con el fiasco de Kaká, con el que ya se le compara. Está sano y no ha venido a retirarse al Madrid.
Mbappé cuando salga de su espanto, limpie su cabeza, y encuentre su mejor versión, volverá a ser un futbolista descomunal. Su momento actual es el de una estrella errática que defrauda en los grandes partidos de la temporada (Barcelona, Milan y Liverpool) y no tiene excusas. Ancelotti le da la banda izquierda en Butarque y en Anfield y no es capaz de echarse el equipo a sus espaldas. Es un misterio lo que le pasa y el Real Madrid apela a la paciencia. Justo lo que no hay en un club con tanta exigencia.
Como no sabemos qué le pasa a Kylian Mbappé y él decide que es mejor no dar la cara y hablar tras el decepcionante partido en Liverpool, hay que interpretar sus gestos para hacer un diagnóstico. El francés sufre de espanto. Es una enfermedad que tiene que ver con la pérdida de energía que produce debilitamiento en una persona que ha quedado impresionado por algo.
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