Golpe a la soberbia en la plantilla del Real Madrid: "Necesitamos trabajar más como equipo"
En el gabinete de crisis, la plantilla asume sus responsabilidades. Piden implicación a todos los jugadores para trabajar como un equipo solidario y esto incluye a Vinícius y Mbappé
Los pitos del Bernabéu han hecho daño a los jugadores del Real Madrid. Tanto o más que la pobre imagen que dieron contra el Milan y el rapapolvo de Carlo Ancelotti, que los califica de vagos y señala cuál es el gran problema a corregir: hay que hacer un trabajo colectivo eficaz. Que cada palo aguante su vela, es la fotografía en el Real Madrid. En el gabinete de crisis, tras dos derrotas dolorosas (Barcelona y Milan), la plantilla asume sus responsabilidades. Hacer autocrítica es el punto de partida para reconocer los errores, mejorar y volver a generar confianza en los aficionados.
El discurso que prevalece de puertas para adentro es el que comparte Luka Modric con sus compañeros. Como capitán y como futbolista que lleva doce años en el club, su charla es contundente: "La calidad no es suficiente. Necesitamos trabajar más en equipo". Estas palabras las secundan otros veteranos, como Lucas Vázquez y el convaleciente Carvajal, presente en el vestuario en días de largas sesiones de su recuperación.
El mensaje es claro, pero hay que llevarlo a la práctica. Los capitanes piden implicación a todos los jugadores y esto incluye a Vinícius y Mbappé. Los dos volvieron a desesperar a sus compañeros en el partido contra el Milan. El brasileño se quedó parado en el balón que perdió Tchouaméni y acabó en el gol de Morata. El francés no se activa en la presión. Amaga, pero se ahorra carreras. Ancelotti ha dicho públicamente que la prioridad es que marque goles y aquí hay discrepancias. Los compañeros piden que trabaje en la defensa.
El ejemplo es Bellingham, que se dio una paliza más contra el Milan y cuando fue cambiado le chocó la mano a Ancelotti por compromiso y después se metió en el banquillo dando una patada a una botella de agua. Los gestos del inglés dicen mucho. Reprocha a Vinícius y Mbappé su pasividad. Está frustrado por las distintas posiciones en las que le pone Ancelotti.
La temporada pasada, el Real Madrid era un equipo con un fuerte compromiso defensivo y no se resintió con las lesiones de futbolistas importantes. Ahora el cambio de actitud es alarmante y sonrojante y se explica por las desconexiones. Hay relajación y falta más solidaridad para trabajar todos como un equipo.
Los jugadores hablan de una reacción y la primera medida es conseguir ir todos a una. De ellos no dependen las alineaciones y los cambios, cuestionados, por la ausencia de minutos para Arda Güler y Endrick, pero hablan de no estar divididos para que no se repitan los bochornos de las segundas partes del Clásico y el Milan. Y evitar imágenes vergonzosas como las del público yéndose antes de que acabe el partido o la soledad de Rüdiger aplaudiendo a los pocos seguidores que quedaban en el estadio tras la derrota contra el equipo italiano.
La solución inmediata de un serio Ancelotti es que los jugadores pongan más energía en el campo para evitar que el equipo se parta en dos y ser más sólidos. El técnico italiano se reafirma en que la mejoría está en ser compactos y recuperar el espíritu solidario de la temporada pasada. No estaba Mbappé y se lo han tenido que explicar los compañeros.
El francés atraviesa por un momento de zozobra que está motivado por asuntos deportivos (tres partidos seguidos sin acierto con el gol) y un estado de ansiedad y precipitación en sus acciones. Mbappé vive una crisis repentina en el Real Madrid y los compañeros le animan a salir todos juntos, pero con trabajo colectivo por encima de las individualidades.
Los pitos del Bernabéu han hecho daño a los jugadores del Real Madrid. Tanto o más que la pobre imagen que dieron contra el Milan y el rapapolvo de Carlo Ancelotti, que los califica de vagos y señala cuál es el gran problema a corregir: hay que hacer un trabajo colectivo eficaz. Que cada palo aguante su vela, es la fotografía en el Real Madrid. En el gabinete de crisis, tras dos derrotas dolorosas (Barcelona y Milan), la plantilla asume sus responsabilidades. Hacer autocrítica es el punto de partida para reconocer los errores, mejorar y volver a generar confianza en los aficionados.
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