Khaled, de ser internacional en Palestina a rehacer su vida en Vallecas: "Ya no hay vida en Gaza"
Khaled era jugador profesional en Palestina. Tras estallar la guerra, se trasladó a Libia, donde también jugó al fútbol, y de ahí a España, donde lleva cuatro meses
El fútbol puede cambiar vidas, y a veces también te puede salvar. Eso es lo que le ocurrió a Khaled Dader, un jugador profesional palestino de 26 años que desde hace cuatro meses, cuando llegó desde Libia tras salir de Gaza, se despierta cada día en Vallecas. Lejos de colgar las botas, juega en el CD Independiente de Vallecas, donde persigue su sueño.
Su día a día pasa entre los entrenamientos, el gimnasio y las clases de español. Pero su rutina no siempre ha sido así. En conversación con este periódico, Khaled no puede evitar emocionarse al recordar su infancia en Gaza, donde nació. "Mi infancia estuvo llena de guerras y destrucción. Cada día piensas que puedes perder a tus padres por un ataque", cuenta.
Sin embargo, en medio de los bombardeos y la represión, encontró un pequeño refugio en el fútbol, deporte al que empezó a jugar gracias a su tío, Ibrahim Abu-Al Sheikh, quien fue jugador en el Club Deportivo de Gaza, y a su familia, que le apoyó en su carrera futbolística. "El fútbol lo es todo para mí. Podría decir que soy adicto al fútbol, es mi mayor motivación para seguir en la vida", relata.
De Gaza, puso rumbo a Ramala (Cisjordania) para jugar en el Club Al-Amari y unirse a la Liga Profesional Palestina, un cambio que le abría la posibilidad de jugar profesionalmente en el extranjero y representar a la selección nacional. De hecho, jugó en las categorías inferiores (junior, juvenil y Sub-23) de la Selección de Palestina.
No obstante, su sueño se esfumó de repente. Aquel fatídico 7 de octubre de 2023, Khaled estaba en Ramala. "Sabemos que cada día en Palestina es difícil porque en cualquier momento hay guerra, ataques. Estamos acostumbrados. Pero mi sensación ese día fue de ansiedad y miedo por mi familia en Gaza, porque sabemos que esa destrucción llegará inevitablemente", recuerda.
Más de un año después, se estima que alrededor de 42.000 palestinos han sido asesinados en la Franja de Gaza, según datos del Ministerio de Sanidad gazatí. Y, según la ONU, al menos 1,9 millones de personas, nueve de cada diez, están desplazadas en toda Gaza. Por otra parte, la destrucción de los hogares de miles de gazatíes les ha dejado en una situación crítica, con acceso limitado a necesidades básicas como el agua potable, los alimentos, la electricidad o suministros médicos. "Antes ya era difícil y la vida era muy complicada, porque esto no empezó el 7 de octubre, pero ya no hay vida en Gaza", explica.
"Mi familia sigue allí. Lo más duro es cuando pierdes el contacto con ellos, lo que me hace vivir momentos muy difíciles"
"Mi familia sigue allí. Rezo por ellos cada día, pero lo más duro es cuando pierdes el contacto con ellos, lo que me hace vivir momentos muy difíciles como la tensión o la falta de sueño", cuenta Khaled, a más de 4.000 kilómetros de distancia de sus seres queridos. De hecho, ha lanzado una campaña de crowdfunding para ayudar a su familia.
Para los futbolistas gazatíes, la situación también es complicada. Antes de la guerra, los entrenamientos, los partidos e incluso la liga ya se veían interrumpidos por los bombardeos, pero ahora la situación ha empeorado. Según declaraciones de Alexandra Xantakhi, Relatora Especial de Naciones Unidas para los Derechos Culturales, en la Cadena SER, Israel detiene de forma arbitraria a los jugadores palestinos y ha registrado a clubes israelíes en Cisjordania. Además, afirmó que la ONU tiene informes que recogen que "las fuerzas israelíes han disparado a propósito a los pies de futbolistas palestinos con munición real", usando el deporte "como arma de guerra".
El salto a Vallecas
Muchos de los jugadores profesionales palestinos intentaron trasladarse a clubes árabes para huir de la guerra y seguir viajando. A pesar de lo difícil que es lograrlo, Khaled consiguió ir a Libia, donde jugó en el Al-Najma de Bengasi, aunque no le gusta recordar su paso por el país. Fue gracias a la Cruz Roja que pudo trasladarse a España con un visado oficial y solicitar asilo político. Ahora, en Vallecas, está a la espera de conseguir la residencia. "El barrio me encanta y la gente es maravillosa, aunque es muy duro estar lejos de tu familia y no saber cuál va a ser su destino", dice.
Khaled sigue persiguiendo su sueño de ser un jugador profesional: "Me gustaría jugar en el Rayo Vallecano o el Getafe, que los clubes me apoyen y me den la oportunidad. Además de jugar en la Selección de Palestina". Mientras lucha por ello, se calza las botas y se reúne con sus compañeros del CD Independiente de Vallecas, un club del barrio madrileño que entiende este deporte como "una herramienta para posicionarnos en contra del fascismo, la homofobia, el machismo o el racismo", como puede leerse en su página web.
El club colabora con diversas asociaciones y entidades como SomosRed, EntrePozo VK, Cruz Roja o ACCEM, ya que consideran que el fútbol "puede ser una herramienta para el acogimiento, integración y cambio social", según relatan a este medio desde el club.
Como consecuencia, en el equipo masculino, que juega en el grupo 18 de la Tercera Regional Madrileña, hay jugadores de 14 nacionalidades diferentes, como Ghana, Zambia, Guinea o Mali. Algunos de ellos son refugiados, asilados o desplazados y tienen ficha con el equipo, aunque también hay otros que simplemente van a los entrenamientos. Más allá del enriquecimiento cultural y del aprendizaje, hay quien puede pensar que hay un problema: la barrera idiomática. No obstante, desde el club aseguran que entre los jugadores que hablan inglés y los que hablan francés, se acaban entendiendo todos.
"De todas formas, cuando el balón empieza a rodar, el idioma universal es la pelota. Independientemente de la lengua de cada uno, hay cosas que son universales, como dar un buen pase, ayudar al compañero y al equipo, celebrar un gol... En momentos puntuales puede ser una barrera el idioma, pero cuando empieza el partido, eso pasa a un segundo plano", cuenta Isaac Mosquera, capitán del equipo.
A pesar de que se encuentra a gusto en el barrio, Khaled sueña con volver a su hogar, a Palestina. "No importa lo lejos que estés, añoras tu patria, y espero que podamos volver pronto".
El fútbol puede cambiar vidas, y a veces también te puede salvar. Eso es lo que le ocurrió a Khaled Dader, un jugador profesional palestino de 26 años que desde hace cuatro meses, cuando llegó desde Libia tras salir de Gaza, se despierta cada día en Vallecas. Lejos de colgar las botas, juega en el CD Independiente de Vallecas, donde persigue su sueño.
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