El pacto de no agresión de Vinícius y Mbappé con los penaltis y por qué son corderitos en defensa
Vinícius y Mbappé se entienden mejor en el reparto de los penaltis que en la asociación en el juego que les beneficie para crearse espacios. Sin balón, son ineficaces para ir a la presión
El Real Madrid ha potenciado el ataque con los fichajes de Mbappé, principalmente, y el de Endrick, pero se olvida de algo importante. Lo que le hizo fuerte la temporada pasada como equipo fue el sacrificio defensivo de todos los jugadores. Una de las claves del éxito estuvo en el espíritu de sufrimiento, superación y el plus que dieron todos en una temporada con bajas de jugadores importantes por las lesiones.
En esta sucede algo similar, pero el equipo de Ancelotti tiene otro comportamiento defensivo. Los de arriba dosifican los esfuerzos sin balón, prefieren estar frescos para activarse en el ataque y, para uno que se vacía, se lesiona. La baja de Brahim Díaz es otro duro golpe para el Real Madrid.
A Carlo Ancelotti le falta que Vinícius y Mbappé muerdan en la presión adelantada, como lo hacen Lamine Yamal y Dani Olmo. En el Barcelona, hay un bloque que se sacrifica en la recuperación del balón, con implicación y compromiso. Más determinación y eficacia que lo que se ve en el plan desequilibrado del Real Madrid, que tiene su primer agujero en los de arriba.
Los delanteros azulgranas empiezan los partidos enchufados, con obligaciones defensivas y más intensidad que lo que se ve en el Real Madrid. Es uno de los motivos que explican la solvencia que tiene el equipo de Hansi Flick y la desidia que se ve en los hombres de arriba en el Real Madrid. La segunda es el escaso feeling en la asociación entre Vinícius y Mbappé. Parecía que iba a salir sencillo y viene de nalgas.
Al dúo de ataque, llamado a arrasar, le cuesta hacerse el uno al otro como sociedad aniquiladora y, para más complicaciones, en defensa son unos corderitos. Los números son mejores que las sensaciones en el Real Madrid: dos goles encajados en la Liga y tres postes salvadores en San Sebastián. En sus primeros partidos juntos, el brasileño y el francés están más pendientes del reparto de los penaltis. Vinícius tiene galones para elegir y es el primer lanzador en lo que es un pacto de no agresión. Los dos goles de Vinícius en la Liga son de lanzamientos de penalti y de los tres de Mbappé solo uno es producto de una jugada que no llegó por la asistencia de Vinícius. Fue gracias a un tacón de Fede Valverde contra el Valladolid.
El brasileño, desatinado
La mejoría de Mbappé es evidente, con mayor punta de velocidad y explosivo en sus arrancadas, pero no va acompañada de la de Vinícius. El brasileño no está fino. Le falta chispa y le sobran gestos a la grada. Ancelotti, que se mordió la lengua tras el encuentro contra la Real Sociedad para reprobar la reacción, ahora dice que los insultos a Vinícius no se pueden soportar. En San Sebastián guarda silencio y en Madrid se moja. El entrenador no está para darle un tirón de orejas en público y Vinícius empieza a tener cosas de niño malcriado.
Gasta energía y concentración en lo que viene de la grada y no en todos los partidos hay insultos racistas. En el comienzo de la temporada, se ve un Vinícius con menos inspiración, conexión con el equipo y poca o nada compenetración con Mbappé. Alguna combinación, más inofensiva que peligrosa y efectiva. Nada destacable para echarse a la boca y que se pueda decir que están hechos el uno para otro como un amor a primera vista. Hay que tener paciencia y seguir confiando en que cada uno pondrá de su parte para un mejor entendimiento.
La tónica es la de dos futbolistas individualistas, a los que les cuesta mirarse de reojo, combinar con fluidez, pasarse el balón y hacer movimientos de arrastre para que uno se beneficie del otro con los espacios. La sintonía, de momento, está en que Vinícius cede el segundo penalti y Mbappé en molestar lo menos posible por la banda izquierda. En la activación defensiva, van de suspenso en suspenso.
Carlo Ancelotti oculta su disconformidad con el brasileño y el francés, a pesar de que el equipo esté lejos de ser compacto y la producción de juego sea densa. Al atasco que tiene el equipo para sacar el balón jugado desde la línea de atrás, se le añaden las dificultades para construir un centro del campo que controle los partidos y genere fútbol. Un Madrid roto por el medio necesita más trabajo de los dos de arriba en todos los sentidos, ofensivo y defensivo.
La comparación con el Barça
Mbappé y Vinícius están remolones en la labor de ponerse el mono de trabajo. Esto de hacer el trabajo sucio les cuesta. Dan la sensación de escaqueo y, aunque los delanteros no tienen como primera función evitar los goles, sí les corresponde una cuota: ayudar a que el bloque sea incómodo para el rival. La comparación es inevitable. El contundente triunfo del Barcelona en Girona empezó con un robo de balón de Lamine Yamal en la presión a David López.
Ni Vinícius ni Mbappé ayudan y meten la agresividad necesaria que tiene que tener el equipo arriba. Es una de las grandes diferencias en este inicio de temporada con el Barcelona de Hansi Flick, más enchufado y comprometido en la presión en campo contrario. Vinícius y Mbappé amagan y no pegan cuando van a la presión. Son blandos y descuidados. Dos jugadores menos sin el balón. Con él, todavía están lejos de asociarse con precisión en sus movimientos y pases para encontrar espacios. Están más pendientes de repartirse los penaltis.
Superado el primer mes de competición desde la Supercopa de Europa y con cinco partidos de Liga disputados, llega el estreno en la Champions. Lo normal es que ya estuvieran más acoplados y tuvieran mejor actitud, de más sacrificio, para ayudar al equipo a robar balones en campo rival. Se hace esperar el primer partido redondo de los dos únicos intocables en la delantera del equipo. El otro, Rodrygo, fue suplente en San Sebastián, salió y pasó inadvertido.
El Real Madrid ha potenciado el ataque con los fichajes de Mbappé, principalmente, y el de Endrick, pero se olvida de algo importante. Lo que le hizo fuerte la temporada pasada como equipo fue el sacrificio defensivo de todos los jugadores. Una de las claves del éxito estuvo en el espíritu de sufrimiento, superación y el plus que dieron todos en una temporada con bajas de jugadores importantes por las lesiones.
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