La desgracia se ceba con Isco Alarcón, más fuerte mentalmente y con el apoyo del Real Madrid

El varapalo que sufre Isco tiene en vilo al fútbol español. En especial, al Betis, principal perjudicado de la baja de su mejor jugador. Isco no tiene fecha de regreso tras volver a pasar por el quirófano el 6 de septiembre para realizarle una "limpieza del foco de fractura mediante injerto óseo y recolocación de osteosíntesis con placa", según el parte médico. Los pronósticos más optimistas apuntan a un regreso a la competición para el inicio del nuevo año, pero tratándose de una fractura de peroné, hay que ir con todas las precauciones.

Isco vio la luz del túnel la pasada temporada con la oportunidad que le dio el Betis, gracias a la insistencia de Manuel Pellegrini y Joaquín, de demostrar que no estaba acabado. Le costó que un club volviera a confiar en él después de la mala fama y las polémicas que vivió desde sus tres últimas temporadas en el Real Madrid, la breve etapa en el Sevilla, el fallido fichaje por el Union Berlin y una inactividad de siete meses.

Isco tocó fondo, se vio en el paro, sin equipo, entrenando solo en un gimnasio y en un campo de fútbol con un preparador. Hizo público un arrepentimiento, en Marca, con el que quiso hacer ver que había una nueva persona y un futbolista motivado, con hambre y en forma física.

El origen de sus males estaba en una discusión que tuvo con Solari, recién llegado al banquillo del Real Madrid, y una deriva negativa que le llevó a ser acusado de no estar comprometido ni en forma. Del Real Madrid se marchó libre y puso todas sus esperanzas en relanzar su carrera en el Sevilla de Julen Lopetegui. Su gran valedor, el que elevó la mejor versión del genio malacitano en la etapa de la Selección española.

En Sevilla recibió un bofetón. Literal. Porque tras la salida de Lopetegui, se vio envuelto en un rifirrafe con Monchi. Isco acusó al director deportivo de una agresión, cogerle del cuello y mentiras para ensuciar su imagen. Se tuvo que marchar del Sevilla perdonando dinero y el intento de relanzar su carrera fuera de España también fracasó. Union Berlin le engañó, cambió las cifras del contrato acordado en el momento de la revisión médica. Decidió no firmar y se quedó en el paro.

Recuperar el tiempo perdido

Todo iba de mal en peor hasta que le llamó Pellegrini para que se fuera al Betis. Isco, ante las reticencias de los dirigentes béticos, se puso el contrato más bajo (un millón de euros de salario entre cantidades fijas y variables) y el reto de demostrarse a sí mismo y a los demás que podía recuperar el tiempo perdido.

Lo consiguió en menos de medio año, provocando que el presidente Ángel Haro le renovara el contrato hasta 2027 con una mejora salarial. Isco marcaba las diferencias por su talento, se esforzaba en el campo, con sacrificio y compromiso defensivo. El cambio resultó radical para convertirse en el nuevo ídolo del beticismo. Solo tenía una cláusula de 10 millones de euros y empezaba a ser apetecible para clubes extranjeros que le reclamaban. Fue agradecido al Betis, leal a Pellegrini, renovó y cuando estaba cerca de completar una gran temporada y en los planes de Luis de la Fuente para ir a la Eurocopa, llegó la maldita lesión en la antepenúltima jornada de Liga contra Las Palmas.

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Las alarmas saltan con Isco después de detectarle una falta de consolidación en el callo de fractura y tener que volver a pasar por el quirófano. La primera operación fue el 20 de mayo, se le esperaba de regreso a mediados de agosto o, como mucho, tras el parón de selecciones en septiembre. El malagueño ya no tiene fecha pese a que el objetivo es adelantar el proceso de recuperación.

Este nuevo varapalo lo toma Isco como otra prueba de superación y más fuerza mental. La va a necesitar. Cuenta con la experiencia del trabajo duro y en solitario, de haber sido engañado, quedarse sin equipo y luchar. Y con la ayuda de la familia, un psicólogo y la cercanía del Real Madrid, gracias a un empujón anímico del club en el que ganó los mejores títulos, que le da alas con un mensaje en las redes sociales para darle apoyo y cariño.

Isco no se fue bien del Real Madrid tras nueve temporadas y con un palmarés de cuatro Champions y tres Ligas, entre otros muchos títulos. Se marchó sin un acto de despedida, criticado por los aficionados que le pitaban en el Bernabéu por su apatía. En este duro momento, todo aliento es bueno para sacar fuerzas y afrontar lo más duro de una lesión que sufre complicaciones.