El todos para uno rescata a Mbappé y calienta quién tiene que lanzar los penaltis en el Madrid

La prioridad en el Real Madrid es que Mbappé marque goles y contra el Betis se quitó la ansiedad. Lo reconoció tras el partido, con sinceridad y gestos de haberse liberado. Tres partidos seguidos sin ver portería se le estaba haciendo duro, pese a que se estrenó en su debut con el segundo gol al Atalanta en la Supercopa de Europa. Los nervios bloqueaban a la estrella gala, impreciso en los controles, sus movimientos y en el remate.

En la segunda parte contra el Betis, tuvo un fallo clamoroso en una jugada donde el balón le cayó al pie tras venir rechazado del poste en un disparo de Vinícius. Estaba en fuera de juego. Pero lo falló. Lo envío a las nubes y la angustia se multiplicó. Los fantasmas de irse al parón sin estrenarse en la Liga metían en problemas al deseado de Florentino. No hace falta que se movilizaran desde presidencia.

El encargo, y de eso sabe mucho Ancelotti, que es listo y un hombre de club, es ayudar a que Mbappé brille, luzca, sea efectivo. En el descanso, se vio a Ancelotti en el túnel de vestuarios dando instrucciones a Fede Valverde. Al oído. El jugador, que desatascó el partido contra el Valladolid con el gol de falta, le puso un balón de oro a Mbappé con una asistencia de tacón para dejarle de cara al portero. Eso no lo podía fallar el francés. Y, por fin, se desbloqueó. Las portadas se las llevó Mbappé, pero el mérito es para Fede Valverde. El uruguayo es un jugador de club.

Luego llegó el gesto altruista de Vinícius, según el entrenador, dejando que Mbappé lanzara el penalti. ¿Fin del problema? Vinícius es el jugador que hizo un doblete en las semifinales de la pasada Champions y el segundo lo marcó de penalti. Es un acto de generosidad que beneficia al ecosistema del Real Madrid. De no haberlo hecho, se habría abierto la caja de los truenos, los celos y un mal rollo entre dos estrellas. Vinícius, serio candidato al Balón de Oro, antepuso el equipo y su bienestar al egoísmo de levantar la mano y reclamar que él llegó primero al Real Madrid.

Los penaltis no tienen dueño en el Real Madrid. Esta es la postura de Ancelotti, que deja libertad a los jugadores en la elección y, por lo que dijo Mbappé tras el partido, el acuerdo al que han llegado el brasileño y el francés está en establecer una rotación. El primero de la temporada, en Las Palmas, fue para Vinícius y el segundo le ha correspondido a Mbappé. Empate a uno.

Lanzar los penaltis

La sensación es que Mbappé es mejor lanzador que Vinícius, por tener un golpeo más preciso y su experiencia. Si el siguiente partido del Real Madrid fuera el pase a la semifinal de la Champions o decisivo para ganar un título, en el Real Madrid estarían más tranquilos si el balón lo coge Mbappé.

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No hay competencia ni rivalidad, de momento, en cuanto a quién tiene que ser el primer lanzador. La temporada irá poniendo las cosas en su sitio. Esto es lo que desliza Ancelotti. Se trata de una cuestión de fiabilidad y no de galones. El francés parece dar más garantías a sus nuevos compañeros, que lo animaron en el campo para que fuera a por el balón en el penalti contra el Betis. Es un buen lanzador, solvente, pero en su historial tiene un fallo que le costó a Francia la eliminación de una Eurocopa en una tanda contra Suiza.

Lo importante, a corto plazo, es que Vinícius ha captado el mensaje de Ancelotti. A Mbappé hay que darle el balón, ayudarlo y jugar para él. La concesión que ha hecho el entrenador es respetar que Vinícius juegue por la banda izquierda, el hábitat por donde ha explotado en el Real Madrid y se ha convertido en uno de los mejores futbolistas del mundo. A cambio, Mbappé tiene que hacerlo de delantero centro, encajonado entre los centrales, recibiendo balones largos de Militao, trabajándose los espacios, picando piedra en una posición que no le gusta, pero que en la que, de momento, no se queja porque es un recién llegado y dice que "no quiero forzar las cosas".