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"El 'mourinhismo' es una religión". Retrato ideológico de José Mourinho, el técnico salvaje
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"El 'mourinhismo' es una religión". Retrato ideológico de José Mourinho, el técnico salvaje

Reconstrucción de la imagen del técnico luso y su legado en la jornada en que disputa su enésima final europea, contra el Sevilla FC. Afines y detractores de Mourinho, que dejó enemigos y seguidores allá donde estuvo, lo examinan

Foto: José Mourinho. (Getty Images/Julian Finney)
José Mourinho. (Getty Images/Julian Finney)

Es probable que José Mourinho constituya en sí mismo teatro del bueno, pero lo que no hay duda es que es pura literatura. Un técnico con un carisma rebosante, producto paradigmático de la polarización del siglo XXI —o se le ama o se le odia, es difícil situarse al margen— y una figura inolvidable, para bien o para mal, allá donde va. En tiempos posverídicos, en donde no importa que lo que se diga sea cierto o no, sino que remueva los sentimientos del receptor —la posverdad, esa consecuencia corrupta de la posmodernidad, como la ha definido Maurizio Ferraris—, sí se pueden achacar dos irrefutables verdades al preparador luso: es uno de los sujetos que más titulares ha generado en el fútbol europeo contemporáneo, en primer lugar y, en segundo término, es uno de los entrenadores más exitosos de lo que va de centuria: ha ganado títulos europeos y nacionales en varios de los equipos más exitosos del continente. Hoy disputa su enésima final, la Europa League contra el Sevilla FC, que busca su séptima Europa League ante la AS Roma dirigida por el Dr. Jekyll y señor Hyde de los banquillos.

En la época de la posverdad, al triunfar los hechos alternativos y no importar que lo que se refiere sea cierto, el sujeto ve cada vez más dificultada la capacidad de discernir entre lo real y lo ficcional. Sobre Mourinho pesan infinitas anécdotas, leyendas y fábulas que habrían hecho las delicias de Esopo en caso de haber nacido el autor de la Grecia Antigua veinticinco siglos después. No se puede olvidar, incluso, al periodista John Carlin sugerir en el documental Dos Cataluñas que la culpa del auge del independentismo catalán era del portugués. Increíble pero cierto. La rumorología no ha descansado. Hay quienes relatan que el preparador encerró, ayudado con parte de su equipo técnico, a un periodista en una habitación y lo amedrentó. Están aquellos que refieren que un crítico de cine le llamó "nazi" y esto le acarreó una denuncia por difamación. Incluso están aquellos otros que dicen que lo han visto salir de caza por la sierra madrileña con un gato. Da igual que todo esto sea verdad o mentira, y eso lo convierte en un protagonista ideal para una novela de no-ficción, un personaje idóneo para los trabajos de autores como Javier Cercas, Delphine de Vigan o Emmanuel Carrère: ¿Podría ser una obra sobre Mourinho tan adictiva como lo es, por ejemplo, Limónov?

placeholder Mourinho, en la rueda de prensa previa a la gran final. (EFE/EPA/Riccardo Antimiani)
Mourinho, en la rueda de prensa previa a la gran final. (EFE/EPA/Riccardo Antimiani)

Lo que sí suelen ser irrefutables son los datos. Estos días se cumple el décimo aniversario del último partido de José Mourinho al frente del Real Madrid. Han pasado diez años del final de los tres años más salvajes de la liga española, un trienio en el que coincidieron al frente de los colosos y máximos rivales del país dos almas eléctricas como Mourinho y Pep Guardiola —otro sujeto propio de la época posverídica—. Una década después, El Confidencial charla con diferentes profesionales que fueron testigos de excepción, en muy diferentes ámbitos y con muy distintas posturas, para rememorar qué queda de esa época en el imaginario de los amantes del balompié y cómo ha envejecido la imagen del entrenador. Decíamos que Mourinho es pura literatura, y esta es otra afirmación absolutamente irrefutable. Escritores como el inolvidable Henning Mankell o César Pérez Gellida lo han incluido en sus creaciones. Este último, en su novela Memento mori (2013), sacaba a relucir al luso. Así lo convoca diez años después: "Al margen de lo deportivo, era un tipo que regalaba titulares casi a diario. Un regalo para la prensa y los aficionados. Durante las tres temporadas que estuvo en el Madrid generó tantas simpatías como antipatías".

2010-2013: éxitos y batacazos en el banquillo blanco

Si ha pasado una década desde el adiós caótico de Mou del Madrid, otra más hay que remontarse para llegar al momento en que el planeta fútbol conoce al técnico. En 2004 se proclama campeón de Europa con un equipo del segundo escalafón, el Oporto, tras vencer en la final al Mónaco de Fernando Morientes por 3-0. Luego llegará el traspaso al Chelsea, y el inicio de su reinado tanto en el banquillo liguero como en los micrófonos de las salas de prensa. Empieza el mito de The Special One. En 2006, en la Champions League, empiezan los encontronazos con el FC Barcelona, equipo al que había estado ligado otrora, con la llegada de Bobby Robson a la disciplina blaugrana en 2007 —muy recomendable el Informe + Mourinho en el Barça (2022), para conocer en profundidad esa época del CV del portugués—. Su Chelsea y el equipo de Frank Rijkaard, futuro campeón de la competición, se enfrentan en octavos. En Stamford Bridge es expulsado Asier del Horno tras una entrada a un jovencísimo Leo Messi, y Mou critica en sala de prensa el "teatro del bueno". La venganza llega cuatro años después. Su Inter de Milán elimina al Barça de Guardiola en semifinales de la citada competición, cuando ya es vox populi que recalará en el Real Madrid ese mismo verano: "Ahí termina con lo que era un sueño húmedo del barcelonismo y la pesadilla del madridismo: el Barça levantando la orejona en el Bernabéu, donde se jugaba la final ese año. Llegar a Madrid como campeón continental en Chamartín, después de haber bailado con el dedo extendido bajo la lluvia de los aspersores en Can Barça, evitando al madridismo el hecho de ver cómo el Barça levanta la copa en su estadio", afirma Raúl Román, periodista y redactor del otrora Informe Robinson.

"Mou acabó con el sueño húmedo del barcelonismo: ganar la Champions en el Bernabéu, donde se jugaba la final ese año"

El técnico, ya bicampeón de la Champions, llega a la capital española en la canícula de 2010, con un equipo en crisis tras la tiranía del FC Barcelona de Guardiola. El objetivo no es otro que el de parar la sangría y volver a competir de tú a tú por los títulos nacionales, con una plantilla en la que sobresale Cristiano Ronaldo. Pero pronto llega el primer revés, con un 5-0 en el Camp Nou que escuece en la parroquia blanca. Si bien, a final de curso llega la primera alegría: un gol de Di María en la prórroga permite a los blancos conquistar la Copa del Rey del curso 2010-2011, tras un parejo duelo ante los culés: "Como el Madrid no tenía quien lo escribiera, lo hará Mourinho. No va a bajar la cabeza, no va ceder. Y se creará una polémica alrededor de su figura, pero también alrededor de su idea de juego. Pero él sí consigue que vuelva a prender en un gran grupo de seguidores madridistas ese orgullo por ser del Madrid", añade Román.

El año siguiente es el mejor del técnico luso en la casa blanca, en una temporada en que no deja de crecer el ruido en torno a su figura. La temporada 2011-2012 es la de la Liga de los récords, el único club hasta ese momento que había alcanzado los cien puntos en la competición doméstica y un total de 121 goles. Cristiano anotó 46 en sus 38 partidos jugados, con su recordado gesto de calma con esa victoria en Les Corts en la que también anotó otra pieza clave del mourinhismo, Sami Khedira. Hasta Higuaín perforó las redes rivales en 22 ocasiones en ese curso. Su última campaña fue la peor, pese a iniciarse con el triunfo en la Supercopa de España ante el FC Barcelona. Por entonces, su imagen ya estaba absolutamente polarizada, y el guerracivilismo en la capital era una realidad. Su adiós fue triste, con una derrota en la final de Copa del Rey en el Bernabéu contra el Atlético y con el último partido liguero en casa ante Osasuna, el 1 de junio de 2013, aplaudido y abucheado a la manera de un plebiscito en un circo romano.

placeholder Mourinho, como técnico madridista. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
Mourinho, como técnico madridista. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

Visto con retrospectiva, la pregunta es si fue un buen trienio en el plano deportivo. La gran tara procede del viejo continente. No consigue la Champions League, pero llega en sus tres temporadas como mandamás blanco a las semifinales, cayendo contra el FC Barcelona, Bayern de Múnich y Borussia de Dortmund, respectivamente. Eso sí, mejora el bagaje del equipo en los últimos años, pues llevaba seis temporadas seguidas cayendo en octavos de final: registros paupérrimos para el que aún hoy es rey de reyes de la competición. "Seguramente, su paso fue bueno para el Madrid, pues dejó en el presidente y en parte de la afición un buen recuerdo. Las tres semifinales adquieren un gran valor si los comparamos con los seis octavos de final previos, pero son nada si se comparan con el triunfo posterior. De hecho, el éxito llega el año siguiente, el primer año de Carlo Ancelotti, que es cuando el Real Madrid gana la primera de las cinco Champions de los últimos nueve años", opina Filippo Ricci, corresponsal de Liga para el diario italiano La Gazzetta dello Sport, y absoluto conocer de Mourinho, pues ha cubierto partidos de sus equipos en España, Inglaterra o Italia.

Alberto Cosín, madridista, cronista de La Galerna y autor de libros como Delanteras míticas: los mejores ataques del fútbol vintage (2017) también responde con un sí. "Fue positivo por los títulos conseguidos y sobre todo por lo que supuso en Europa al poder volver a competir de tú a tú con los grandes después de una trayectoria deficiente", afirma. También fueron buenos años en opinión de Román: "Hay quien le bautizó como semifinalinho, porque no pasó de semifinales. Cayó en la misma valla los tres años. Y me parece injusto", recuerda el redactor, que añade que el Real Madrid del año 2012 fue el mejor equipo de toda Europa.

Si bien, no todos los entrevistados concuerdan en que fue una época positiva. Hay pocas cosas que, en relación a José Mourinho, pongan de acuerdo a quienes le han conocido, y este es el enésimo ejemplo. Pese a reconocer su talento como entrenador, Juanma Trueba, director de A la Contra y periodista del diario As durante la etapa mourinhista en Madrid, explica que el bagaje deportivo del Madrid fue pobre: "Mourinho fue nocivo, en un momento en que el Madrid podría haber elegido combatir al FC Barcelona jugando al fútbol, decidió combatirlo planteando un tipo de partido y de juego que era un plan anti-Barcelona, más que ser un plan pro-Real Madrid. Y se conformaron con muy poquito, que fue ganar una Copa del Rey y una Liga, porque en esos tres años el FC Barcelona ganó todo lo demás", asegura.

"Mourinho fue nocivo. El Madrid decidió optar por un plan anti-Barcelona"

No obstante, al evocar estos tres años, el plano deportivo es una arcadia, una canción de Dave Brubeck si se compara con todo lo que aconteció más allá del césped. Es en la faceta extradeportiva donde Mourinho se convierte en Aquiles para unos y en el mismísimo Mefistófeles para otros. Blanco o negro, no hay lugar para esos grises de los que Primo Levi señaló como necesarios para entender la complejidad del ser humano.

¿El mesías o una lacra?

Últimos días de diciembre de 2012. Los noticiarios y los periódicos llevan días abriendo con titulares que avisan del fin del mundo según una profecía maya. No obstante, la civilización continúa en pie en todos los lugares del planeta, menos en Málaga. Allí, José Mourinho ha decidido llevar a la suplencia a Íker Casillas y poner de titular a Antonio Adán. La imagen se volverá viral: el novio de España, ídolo del país tras su legendaria actuación en Sudáfrica y epicentro del papel cuché por su famoso romance, sentado en el banquillo de La Rosaleda. No se puede decir que aquí empezase todo, pero sí fue el clímax, ese punto de inflexión que hace que la novela se vuelva absolutamente adictiva, pese a todo. "Recurrir a Mourinho era asumir el papel el malo de la película, dejar al FC Barcelona el papel de bueno y asumir que tú tenías el papel de malo. Hay cosas horrorosas, por no hablar de lo que hizo Mourinho con una de las leyendas del madridismo en los últimos años y de la historia, como es Casillas. Lo minó y lo laminó. Fue terrible, acabó con su confianza, y acabar con la confianza de alguien es cargártelo por completo. A eso se ha de sumar su oposición a que hablaran los jugadores de la selección. A mí eso me da vergüenza ajena", evoca Trueba. Para el periodista, su actuación con Casillas refleja un patrón de su comportamiento que ve peligroso: "Mourinho hacía una cosa que es algo típico de los regímenes totalitarios, que es distinguir entre buenos y malos. Al igual que estos distinguen entre buenos y malos ciudadanos o buenos y malos patriotas, Mourinho distinguía entre buenos y malos madridistas, y eso no hacía más que llamar a un enfrentamiento interno", añade.

placeholder Mourinho y Casillas, una relación que se truncó. (EFE/J.J. Guillén)
Mourinho y Casillas, una relación que se truncó. (EFE/J.J. Guillén)

En sus declaraciones, el que fuera testigo privilegiado de la época en su papel como periodista del As, no se anda con medias tintas sobre lo que supuso Mourinho para el Madrid y la propia imagen del club y la Liga. Reconoce que el comportamiento del luso le afectó también en lo personal. "No me gusta nada la personalidad ni respecto a la prensa ni respecto a los propios jugadores. Me parece que él entablaba un juego psicológico un tanto perverso. Ese era su modus operandi en líneas generales, y era muy agotador. En la historia del Real Madrid se ha demostrado que no hace falta ser un personaje tóxico para tener éxito, casi mejor no serlo. Zinedine Zidane, Ancelotti o Vicente del Bosque, los últimos que han ganado Copas de Europa con el Real Madrid, son entrenadores de mano izquierda, no son entrenadores de putear ni de hacer un juego psicológico que no tiene el menor sentido, y Mourinho era eso", rememora Trueba, quien añade que, en el fondo, el comportamiento del técnico respondía a una pulsión que tenía el propio club, y que fue amparado por este: hubo mano dura porque también se quiso desde el Real Madrid.

En las antípodas del pensamiento de Trueba se sitúan las declaraciones de Ángel del Riego. Autor de La Biblia blanca del Real Madrid (2018) y del recién publicado, junto a su hermana Ana, Historia íntima del Bernabéu (2023), ha escrito sobre el equipo blanco en blogs y páginas como FansdelMadrid, Madridistas ateos o El almanaque madridista, y actualmente lo hace en este diario. Los años de Mou en la villa y corte son decisivos en su concepción de la idiosincrasia merengue: "En FansdelMadrid había ido creciendo un madridismo desacomplejado y con sentido del humor —algo que antes no existía, el madridismo era fundamentalmente severo y coñazo— lleno de voces discordantes en el tono, pero armónicas en el fondo. Con la consecución de la Champions de Pep en 2009 como colofón a ese año horrible del Madrid recordado por el 2-6, Mourinho comienza a verse como un francotirador en un horizonte que pintaba muy negro. Al año siguiente, su victoria en el Inter y sus exuberantes modos, acabaron de convencer a los escépticos, colgados del antiguo señorío, y el madridismo internáutico se arremolinó alrededor del portugués como si fuera un profeta al que aupar en tiempos donde el único mesías permitido era Guardiola", rememora.

Foto: Hazard, en un partido con el Real Madrid. (Cordon Press)

En cuanto al affaire con Casillas, Del Riego rememora que fue el luso quien denunció la intromisión del periodismo en las alineaciones a través de la manipulación sentimental de la hinchada y que, tras esto, el Madrid se descubrió como un club de fútbol y no un bien de dominio público, por lo que conquistar esa independencia fue un gran triunfo. "Mou nos ayudó a conquistar un espacio donde ser madridistas sin más, donde gritar hechizados los triunfos y ladrar amargamente las derrotas. Mou volvió hacia dentro el club, provocando a los contrarios hasta conseguir un equipo tan afilado como un diamante. Denunció la falsedad del discurso azulgrana, que se insinuaba al madridismo como un hilo musical de buenas intenciones, y denunció un trato de favor del estamento arbitral hacia el Barça, un equipo intocable en todos los ámbitos", explica.

Mourinho se convirtió en cuestión de Estado. Se hacía alusión a él en los plenos, en los bares y, como decíamos, ni el mundo del arte parecía al margen del magnetismo que provocaba. José Mourinho era un seísmo de más de ocho grados en la escala Richter, y parte de la prensa no escondía el odio que sentía hacia el preparador que, por su parte, también atizaba a los redactores en cuanto podía. Nadie parecía quedar al margen y ¡hasta Alejandro Sanz llegó a denunciar en Twitter los modos del luso! Alberto Cosín defiende la agitación que trajo las actuaciones del preparador, ya que consiguió despertar, en su opinión, a buena parte de la afición que estaba somnolienta. Si bien, considera que se cruzaron algunos límites que no son tolerables, como aquel momento en que agredió a Tito Vilanova. También Raúl Román defiende similar argumentación: no solo el dedazo del portugués sobre el futuro primer entrenador del FC Barcelona fue intolerable —bajo la atenta mirada de The Observer— también lo fueron las palabras posteriores en rueda de prensa, en que dijo no saber quién era el tal Pito. Esta es, sin duda, su imagen más fea.

En cualquier caso, y mientras el interior del palacio blanco se pone patas arriba, ¿qué se piensa desde la ciudad condal? El periodista Rafa Cabeleira, autor de Alineación Indebida y blaugrana, también ofrece su parecer sobre lo que rodeó a la época y al personaje: "Recuerdo la renuncia de una parte del madridismo a la grandeza, aquella especie de purga: si no estabas con Mourinho, eras un pipero, que incluso era peor que ser del Barça o del Atleti. Me pareció que se excedieron todos los límites intentando neutralizar al Barça de Guardiola y los números dicen que ni siquiera eso se consiguió. Todos perdimos un poco el foco y las formas, la verdad".

El rol de la prensa en todo el embrollo

El cuarto poder no fue un actor menor en la novela que suponen los tres años de Mourinho al frente del equipo presidido por Florentino Pérez. No hay nadie que controle tanto sobre los modos de proceder de los medios españoles en los últimos lustros como Miguel Gutiérrez, periodista, analista de la prensa deportiva y creador de La Libreta de Van Gaal. Es una hemeroteca, y de ahí que lo convoquemos para rememorar qué papel jugó el periodismo en esos años de seísmo que tenían como epicentro la figura del de Setúbal. Ignorar que el principal punto de conflicto entre ambos actantes estaba en casa sería no ver el elefante blanco en la habitación, según el analista: "A veces se tiene una idea que es equivocada, y es que los medios del FC Barcelona o antimadridistas atacaban a Mourinho y los madridistas le defendían. Esto no es así. Pudo ser así al poco de llegar él, pero enseguida fue perdiendo el apoyo, ya sea por su ninguneo a los periodistas, por su trato o por muchas cosas. En el momento en que decide sentar a Casillas, ahí ya Mourinho perdió el favor de casi toda la prensa y se quedó con muy pocos defensores, solo con los hombres más afines del presidente, como Josep Pedrerol, Juanma Rodríguez o Inda, y se quedó con Siro López, que entonces era muy afín a Florentino, y poco más", rememora.

El autor de La Libreta de Van Gaal considera que personajes como Mourinho, que no son muy frecuentes, tienen el poder de desnudar las militancias. "Para el periodismo todo esto era un filón y se explotó, y hubo una espiral de forofismo, una escalada de burradas. Estaba Eduardo Inda al frente de Marca, que era un auténtico incendiario. Si pones a un señor que va con un bidón de gasolina al frente del principal diario español deportivo, se acaba generando una tormenta perfecta. También el diario As le declaró la guerra a Mourinho", afirma. Además, añade que tales niveles de turbación no se han alcanzado nunca más, pese a que este año está siendo muy movido con opiniones radicalizadas con temas como el caso Negreira o los recientes episodios racistas acaecidos en Mestalla. "Si viésemos una gráfica, te diría que aquella etapa fue un pico, sin duda, y no creo que se haya rebasado después", culmina.

Trueba justifica que el comportamiento de la prensa iba en consonancia con los méritos que había hecho alguien tan arrogante como Mourinho y denuncia que la agresividad que exhalaba Mourinho empapó todo, incluso a parte de la grada blanca. "Ahora que se habla tanto de racismo e insultos, cosas que considero un avance positivo, hay que recordar que en la época de Mourinho en el Santiago Bernabéu se cantaba: 'Marca y As, a las cámaras de gas', sin que nadie dijera absolutamente nada, ni del club ni de los aficionados de alrededor, y supongo que tampoco le daba demasiada importancia la prensa. Fíjate si no hubiese habido motivos para que actuasen todos los que lo están haciendo ahora", rememora. Del Riego, por su parte, ve en ese distanciamiento de la prensa uno de los grandes éxitos del quehacer mourinhista: "La realidad había sido borrada del espacio público por cierta prensa deportiva que construía verdades absolutas, dogmas a rajatabla que amenazaban cualquier proyecto madridista y la misma existencia del club".

"En la época de Mou en el Bernabéu se cantaba: 'Marca y As, a las cámaras de gas"

Resulta triste que el divorcio entre medios y entrenador fuese tan sonado, ya que —y esta es otra de esas pocas verdades irrefutables— Mourinho es un personaje infinitamente seductor para los medios, como confirma Román: "Da siempre mucho juego. Es un personaje con magnetismo, hasta con un atractivo físico. Recuerdo que en la época en que se hizo el primer Informe Robinson sobre él, a su llegada al Madrid, manejamos una encuesta de un medio británico en la que se le señalaba como el hombre más atractivo de las islas en aquel momento. Y también está su carácter, esa cierta altivez y seguridad en sí mismo que parece muy propia de los portugueses. Nadie va a decir la última palabra, le corresponde a él", explica el periodista.

'Mourinhismo' y 10 años de supervivencia

El rey ha muerto. ¡Viva el rey! Mourinho se fue en 2013, pero permaneció con fuerza el mourinhismo. Y no hace falta más que otear las redes para saber que aún pervive. Pero ¿qué es el mourinhismo y qué implica? "Es una religión, es un comportamiento, es seguir a tu líder por encima de todo y apoyar sus ideas a rajatabla e ir siempre de cara. El Madrid necesitaba a Mourinho para dar un salto a nivel deportivo y también para defender al club en diferentes facetas donde había un hueco importante o un silencio considerable. Pero siempre hasta un límite", afirma Cosín.

Como no podía ser de otro modo, las posiciones también son polarizadas en este aspecto. El autor de La Biblia Blanca lo defiende como un dogma de fe: "El mourinhismo fue como convertirse en aficionados de verdad, parecía que nos estuviéramos inventando un club que no era el Madrid, como si defendiéramos una forma de vida más libre desde la provocación y el cachondeo", atestigua Del Riego. De hecho, para este, no se puede entender el éxito del Madrid posterior sin la figura del portugués. Todas las Champions que han llegado después no existirían sin los tres años de Mourinho y sin la ética del trabajo y el hambre insaciable de Cristiano, el mayor goleador de la historia del club, al que define como renovador del afán y obsesión por la victoria de Alfredo di Stefano: "Mourinho ordenó un club que se había quedado colgado entre el brillo del primer florentinismo y el casticismo de los años donde Raúl mandaba en la sombra", añade.

placeholder Mou, en la Copa del Rey, donde se impuso al Barça de Guardiola. (EFE/Manuel Bruque)
Mou, en la Copa del Rey, donde se impuso al Barça de Guardiola. (EFE/Manuel Bruque)

Mourinho consiguió la Europa League de 2017 con el Manchester United y la Conference League del pasado curso con la AS Roma, y esta misma noche puede volver a cabalgar sobre el viejo continente y no sobre José Callejón si vence al cuadro hispalense. En esta década, no ha levantado la Champions League, pero sí lo ha hecho el cuadro blanco en cinco ocasiones: dos veces Carlo Ancelotti y tres Zinédine Zidane. Ello le lleva a Trueba a afirmar que el legado de Mou en la casa blanca ha sido nefasto, por lo que le sorprende que pueda existir nostalgia mourinhista: "Incluso, mucha gente, años después de que Mourinho abandonase el club seguían —y siguen— siendo mourinhistas, y por consiguiente, anticasillistas, antidelbosquistas, antiperiodistas y antipiperos", dice.

Filippo Ricci tampoco cree que a Mourinho se le deba considerar como un arquitecto de la década dorada que ha vivido el Real Madrid desde entonces. En todo caso, habría que destacar al club por haber ido confeccionando una plantilla tan potente y de garantías en este tiempo, según considera. En cuanto a la suerte del técnico desde su salida de Chamartín, define los diez últimos en su currículum como una "década de supervivencia". Para Mourinho, tras el caos vivido en Madrid, comienza una nueva era: "Mourinho salió mal de Madrid, incluso él propiamente sale afectado. Pero sigue siendo un grandísimo entrenador, una persona inteligente, y por eso sobrevive. No hay más que fijarse en Rafa Benítez, que sale del Madrid y no consigue retomar el vuelo, o Julen Lopetegui, que aunque le ha ido mejor también le cuesta. El Madrid es el top a nivel de clubes, y Mourinho no vuelve a ser lo que era, pero es tan buen entrenador en muchas cosas que consigue sobrevivir", explica el redactor.

La enésima final europea y un hipotético regreso a España

Ricci disfruta con la cobertura de la Liga Española, pero no pierde ojo de lo que pasa en tierras transalpinas. Pocos como él conocen tan bien la realidad de los dos equipos que se enfrentan esta noche en Budapest. Considera favorito al hexacampeón de la Europa League: "Tiene mejores jugadores en todas las líneas. La excepción es Dybala, pero este está siempre lesionado. Está jugando muy poco. Ningún jugador hombre por hombre en la Roma es mejor que los del Sevilla. Si acaso Smalling, pero los demás no hay color. La Roma es Mourinho, nada más". Tal es así que el dato en los banquillos resulta increíble: el luso se ha sentado en el banquillo en más de doscientos partidos europeos frente a los seis de José Luis Mendilíbar, que lo ha hecho en cuatro ocasiones con el cuadro andaluz y en otras dos con el Athletic de Bilbao. Un dato que impone.

placeholder Un icono para los aficionados romanos. (EFE/EPA/Angelo Carconi)
Un icono para los aficionados romanos. (EFE/EPA/Angelo Carconi)

El periodista comenta un récord impactante: la AS Roma de Mourinho lleva más de una treintena de partidos seguidos con el lleno absoluto en el Olímpico. Y eso que, con razón, el equipo ha sido acusado de no jugar a nada —no hace falta más que ver la vuelta de las semifinales de Europa League contra el Bayer Leverkusen de Xabi Alonso para confirmarlo—: "En Roma hay mucha gente que no soporta el juego del equipo, que le da asco, pero era un equipo que no ganaba nada desde hace siglos, y en dos años los ha plantado en dos finales europeas. Para mí, ha tenido la inteligencia de bajar sus exigencias y amoldarse a situaciones diferentes. Pero sigue siendo protagonista. Es un superviviente, porque es un crack. Hay que reconocerle que, con esta plantilla, llegar a la final de la Europa League es un auténtico milagro. Un milagro, aunque lo haya hecho con tácticas un poco maquiavélicas, pero un milagro", explica Ricci, quien añade que si consigue Mourinho llevase el gato al agua esta noche, calificar la victoria como un éxito sería quedarse corto.

Quién sabe si un segundo triunfo europeo sería la recuperación del hipotético caché perdido en los últimos tiempos. Hace unos años, en Twitter, empezó a emerger otra leyenda más asociada al entrenador. Se hablaba de un regreso al Real Madrid en el año 2020, el segundo capítulo de una historia que se clausuró hace justo una década. Pero lo que llegó ese año no fue Mourinho, sino un virus que causó una epidemia mortífera y cuyos daños aún colean. Esto sí fue verdad, y no propio de la ficción. Pero sí es propio del terreno de la ciencia ficción imaginar qué pasaría con la referida vuelta de The Special One al Bernabéu. Opiniones, como se ha visto, para todos los colores. Pero cerramos —ya que hemos dicho que Mourinho es pura literatura— con las palabras del escritor César Pérez Gellida, con el que empezábamos, construyéndose así una estructura circular que es propia de cualquier novela: "Lo cierto es que muchos aficionados blancos darían su mano derecha por que volviera al banquillo del Bernabéu. Y yo también".

Es probable que José Mourinho constituya en sí mismo teatro del bueno, pero lo que no hay duda es que es pura literatura. Un técnico con un carisma rebosante, producto paradigmático de la polarización del siglo XXI —o se le ama o se le odia, es difícil situarse al margen— y una figura inolvidable, para bien o para mal, allá donde va. En tiempos posverídicos, en donde no importa que lo que se diga sea cierto o no, sino que remueva los sentimientos del receptor —la posverdad, esa consecuencia corrupta de la posmodernidad, como la ha definido Maurizio Ferraris—, sí se pueden achacar dos irrefutables verdades al preparador luso: es uno de los sujetos que más titulares ha generado en el fútbol europeo contemporáneo, en primer lugar y, en segundo término, es uno de los entrenadores más exitosos de lo que va de centuria: ha ganado títulos europeos y nacionales en varios de los equipos más exitosos del continente. Hoy disputa su enésima final, la Europa League contra el Sevilla FC, que busca su séptima Europa League ante la AS Roma dirigida por el Dr. Jekyll y señor Hyde de los banquillos.

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