El escándalo Negreira lo pagan los árbitros con un luto clandestino por Sánchez Arminio

Pitó el final del partido en el Bernabéu, se santiguó, tocó el brazalete negro que llevaba en el antebrazo izquierdo y miró al cielo. De esta manera, Jesús Gil Manzano, colegiado del partido que enfrentó al Real Madrid y al Rayo Vallecano, rindió homenaje al fallecido Victoriano Sánchez Arminio. Lo hizo a escondidas, como el resto de árbitros que han pitado en la jornada 36 de la Primera división y así tendrán que seguir haciéndolo en los encuentros de este fin de semana.

Los árbitros españoles están de luto por la muerte Sánchez Arminio. Fue su presidente durante 25 años, muchos le reconocen como "un padre" y se les ha recomendado desde el Comité Técnico de Árbitros (CTA) que no guarden un minuto de silencio por miedo a las consecuencias. Hacerlo podría provocar los pitos. Los gritos desde la grada en un contexto en el que pesa demasiado la crispación por el caso Negreira y la indignación de los aficionados que se sienten perjudicados con los errores de una temporada cargada de polémicas decisiones del árbitro de campo y el VAR.

El luto arbitral por Victoriano Sánchez Arminio es clandestino. Individual e íntimo. No deja de ser sorprendente que este colectivo, un actor importante del fútbol, tenga que adoptar esta medida por el temor a unas represalias. Pero así se lo han indicado desde el CTA en una circular que dice que "es importante señalar que no se debe realizar minuto de silencio previo al saque inicial, para evitar las posibles situaciones desagradables que pudieran producirse durante el mismo". Los árbitros de la Segunda división se unirán esta jornada al homenaje a Sánchez Arminio y portarán el crespón negro, pero sin la posibilidad de hacer visible un reconocimiento general. Lo mismo sucederá en todas las categorías nacionales de Primera y Segunda RFEF, los play-offs de Tercera Federación, de Primera y Segunda Femenina y los partidos nacionales de Fútbol Sala y Fútbol Playa.

Miedo al boicot

Es una de las consecuencias del desprestigio que sufre el colectivo arbitral a raíz del caso Negreira. La crisis reputacional que ha provocado el escándalo de los pagos del Barcelona a José María Enríquez Negreira, el que fuera vicepresidente de los árbitros y mano derecha de Victoriano Sánchez Arminio. Es cruel e injusto que el miedo a una reacción hostil desde la grada, de falta de respeto que pudiera boicotear el minuto de silencio, impida que se pueda rendir homenaje con naturalidad y como es costumbre cuando fallece un personaje relevante del fútbol. Lo que tendría que ser una señal de respeto a una persona que fue presidente de los árbitros durante 25 años queda en gestos semiocultos.

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El escándalo Negreira salpicó a Sánchez Arminio, un presidente del que el estamento arbitral pone en valor su honradez y le exculpa de las maniobras del que fue vicepresidente. A José María Enríquez Negreira se le califica como "una manzana podrida", pero en ningún caso se duda de la integridad de Victoriano Sánchez Arminio, el presidente que recuerdan por su fuerte carácter y el que consiguió profesionalizar el arbitraje.

Hace seis días que falleció Sánchez Arminio, a la edad de 80 años, por un cáncer de pulmón. Entre los árbitros y excolegiados hay una sensación de tristeza e injusticia por la imposibilidad de no reconocer la figura de una persona que trabajó por la independencia del estamento. Fue el jefe de los árbitros de 1993 a 2018 durante la etapa en la presidencia de Ángel María Villar en la Federación. Luis Rubiales, a su llegada, nombró a Carlos Velasco Carballo como nuevo presidente del CTA. Le sucedió Luis Medina Cantalejo, el actual. En el CTA han priorizado evitar más ruido arbitral en estas últimas jornadas con un luto por Sánchez Arminio en el que se desaconseja el minuto de silencio.

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Ha sido imposible separar el buen hacer de Sánchez Arminio como presidente y su carrera como árbitro de los escándalos y polémicas que provocan una pérdida de credibilidad de un estamento importante en el fútbol español. Sánchez Arminio, antes de los 25 años como presidente del CTA, tuvo una etapa de 13 años como árbitro de Primera división, llegó a ser internacional y estuvo en el Mundial de México en 1986. La mancha de Negreira la pagan los árbitros y repercute en un luto clandestino, injusto y cruel con Sánchez Arminio.