El papelón de Sampaoli que cambió la historia del Sevilla... y desató a Mendilibar

El Sevilla de José Luis Mendilibar está volando en todas las competiciones. En solo dos meses de competición con el técnico vasco a los mandos de Nervión, el Sevilla ha jugado 12 partidos. Solo perdió uno, empató tres y ganó nueve. Por el camino se cargó al Manchester United y a la Juventus de Turín para alcanzar la final de la Europa League en la peor temporada en décadas. El equipo andaluz ha pasado de agonizar y sufrir la lucha por la salvación a soñar con poder jugar la próxima Champions League la temporada que viene y sumar otro título a sus abarrotadas vitrinas. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

Por difícil que parezca... todo empezó con un papel y el bombardeo de memes. Hubo un momento, con Jorge Sampaoli al frente del equipo, allá a inicios de febrero en un Barça-Sevilla, donde el técnico argentino quiso reorganizar la disposición táctica de su equipo. El encargado de transmitirlo fue Joan Jordán, brazo ejecutor de Sampaoli en el campo y uno de los futbolistas con más interés por la táctica y la pizarra del Sevilla. El mismo futbolista que los ultras del Betis simularon colgar de un puente en la previa del derbi.

La imagen fue cómica, con el centrocampista jugando mientras leía las innumerables modificaciones y se las notificaba a sus compañeros durante tres minutos con 1-0 en contra. El Sevilla perdería 3-0 ese día en el Camp Nou. Fue la caricatura de una plantilla que estaba absolutamente perdida con las indicaciones que pretendía dar su técnico. Un grupo de futbolistas que no casaba con las ideas de su entrenador. Los múltiples errores en salida de balón costaron goles. Los goles en contra costaron confianza para llevar a cabo una idea tan arriesgada que los jugadores no compartían. Y los goles costaron derrotas que terminaron costando el puesto a Jorge Sampaoli tras un 6-1 del Atlético de Madrid que dinamitó la situación.

"Terminó por aburrir a los jugadores"

Lo explicaba el presidente del Sevilla, Pepe Castro, tras la eliminación del Manchester United a manos del conjunto andaluz en Movistar+: "Trajimos al entrenador que pudimos traer en ese momento. Ese juego del balón atrás y exponerse tanto terminó por aburrir a los jugadores y eso es una barbaridad. Estamos contentos con Mendilibar". Ese mismo día, el máximo mandatario del club de Nervión desarrollaría lo anteriormente expuesto en Onda Cero: "El equipo no estaba asimilando el juego de Sampaoli. Tenemos una magnífica plantilla que está ordenando Mendilibar… jugando en campo contrario, tenemos que atacar… No jugar en nuestro campo".

El presidente sevillista no ha sido el único en lanzar dardos a Sampaoli por su modelo de juego. También lo hizo Rafa Mir hace unas cuantas semanas en la televisión oficial del club: "Sampaoli es un entrenador más suyo. Él te daba un papel para ver dónde jugabas. Hacía cosas que al futbolista le descuadraban", criticó el atacante. "Con Mendilibar muy bien. Es un hombre de fútbol que ha estado en muchos equipos", zanjaba.

Desde su presentación dejó claro que el estilo de su Sevilla mutaría del de Sampaoli. "Ni mejor, ni peor. Distinto". Algo en lo que insistiría hace pocos días: "Los resultados han sido buenos desde el principio, el juego no tanto. Es la confianza que tiene el jugador, entrenando por ejemplo lo que exigimos no son raíces cuadradas, son sumas y restas. Si queremos cosas muy difíciles, para el muy bueno también son difíciles. Los jugadores han visto que la sencillez también da resultados. Cuando a veces haces las cosas tan fáciles, ellos quieren cambiar y hacerlas difíciles. Y les recuerdas cómo estaban y se dan cuenta enseguida, no son tontos", reveló Mendilibar.

El técnico vasco ha levantado al vestuario sevillista, que rebosa confianza, comunión con la grada y comparte la idea de Mendilibar. Lo realmente difícil es que logre parecer sencillo hacer cosas complicadas. El Sevilla se ordena desde la presión sin la pelota, es vertical, muerde tobillos, roba arriba, ahoga al rival y lo empotra contra su área por empuje y corazón. Los futbolistas creen en Mendilibar a pies juntillas. Los ataques no son elaborados, pero sí muy dañinos. La pelota viaja a la banda y desde ahí se carga el área con un bombardeo por abrasión. El equipo va como un tiro... y Mendilibar todavía no está renovado.