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"El índice corruptor de Sánchez Arminio decidía los árbitros que subían y bajaban"
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El fraude de la clasificación

"El índice corruptor de Sánchez Arminio decidía los árbitros que subían y bajaban"

El exárbitro Fernández Hinojosa denuncia la supuesta manipulación llevada a cabo por Sánchez Arminio y Enríquez Negreira para influir en los ascensos y descensos de los colegiados españoles

Foto: Homenaje a Sánchez Arminio de la RFEF. (EFE/RFEF)
Homenaje a Sánchez Arminio de la RFEF. (EFE/RFEF)

Iñaki Fernández Hinojosa fue uno de los mejores árbitros españoles de Segunda División. Así lo acreditan los dos Trofeos Guruceta, premio honorífico que anualmente entrega el Diario Marca al mejor árbitro de la temporada de la LaLiga, ganados de forma consecutiva (2004/2005). Sin embargo, ni la buena opinión del resto de sus compañeros ni las diversas veces que fue escogido como mejor colegiado de la categoría de plata del fútbol español fueron suficiente reclamo para ascender a Primera División. La razón hay que buscarla en los despachos del Comité Técnico de Árbitros españoles (CTA) y en la mala relación de Fernández Hinojosa con Victoriano Sánchez Arminio, Ángel María Villar y el propio José María Enríquez Negreira.

PREGUNTA. Usted fue uno de los pocos árbitros en activo que denunció las malas prácticas del Comité Técnico de Árbitros y la Real Federación Española de Fútbol. ¿Qué descubrió?

RESPUESTA. El índice corrector de Sánchez Arminio y el sistema. El índice corruptor, mejor dicho. Así lo llamábamos los árbitros. Él era quien decidía qué árbitros subían a Primera División, quienes se quedaban a las puertas de lograrlo y quienes descendían de categoría, según le convenía. Era un fraude total.

placeholder Josep Lluis Nuñez saluda a Daniel Sanchez Llibre en presencia del presidente del Comité Técnico de Arbitros, Victoriano Sánchez Arminio. (EFE/Andreu Dalmau)
Josep Lluis Nuñez saluda a Daniel Sanchez Llibre en presencia del presidente del Comité Técnico de Arbitros, Victoriano Sánchez Arminio. (EFE/Andreu Dalmau)

P. ¿Cómo funcionaba?

R. Manipulaban las clasificaciones arbitrales y las puntuaciones a su antojo para premiar y castigar a los colegiados que les eran afines o no. Todo se movía por intereses y presiones. Si interesaba que hubiese un árbitro de un determinado Comité Territorial, se arreglaba la clasificación final para favorecer el ascenso de un árbitro específico a dedo. Si un árbitro al que ellos les interesaba proponerlo a internacional terminaba la temporada como 15º, se corregía el índice corruptor para subirlo entre los mejor clasificados. Luego también influía lo conflictivo que pudieras ser. Yo nunca subí porque me quejaba de todo y lo denunciaba. A la cúpula de la RFEF y el CTA no les interesaba ese tipo de gente.

P. Póngame un ejemplo.

R. Todos los árbitros se callaban en las reuniones de Santander, menos yo, por miedo. Todos conocíamos cómo funcionaba el índice corruptor de Sánchez Arminio y se lo dije en una de esas concentraciones. En esa reunión estaba Medina Cantalejo, por cierto. Un famoso periodista se quejó de que los árbitros no pudieran hacer declaraciones tras los partidos para explicar las decisiones que habían tomado durante el partido. Entonces Sánchez Arminio argumentó que "si hablas con un periodista y no con todos, se enfadan" y que "era complicado". Yo le contesté que si los árbitros no hablaban era por otros motivos y que yo iba a hacer las declaraciones que quisiera. Le comuniqué que no estaba de acuerdo con las puntuaciones del Comité de Árbitros porque eran vergonzosas y no calificaba de verdad a los árbitros. En ese momento, Sánchez Arminio se levantó y le dijo a Manuel Díaz Vega que hablara él, porque Victoriano estaba muy enfadado y se fue. Todos los árbitros sabían cómo funcionaba el CTA.

P. Todos los árbitros lo sabían, pero ninguno alzaba la voz. ¿Por qué?

R. Los árbitros tenían y siguen teniendo miedo. El que protestara se iba a la calle y no subía de categoría. Ahora el arbitraje español está muy bien remunerado, pero antes no era así. Por tanto, nadie quería protestar. Piensa que no hay una huelga del arbitraje desde hace mucho tiempo, unos 16 años más o menos. En aquel momento no todos los árbitros la hicieron. La gran mayoría sí, pero ahora sería prácticamente imposible. Si ahora se produce una huelga del arbitraje será porque lo quiere la Real Federación Española de Fútbol.

Foto: El presidente del Comité Técnico Arbitral, Medina Cantalejo. (EFE/J.J. Guillén)

P. ¿Qué efecto tuvo su salida de tono?

R. En mi segunda temporada como árbitro quedé suplente. Iba bastante bien clasificado según los informes y me tocó un partido muy complicado en Segunda División: Málaga-Sevilla. El propio Sánchez Arminio me avisó de que si el partido iba bien y realizaba un buen arbitraje, subiría de categoría. Pues yo diría que me salió el mejor partido de la temporada y hasta el informador arbitral reflejó lo bien que había estado. La gente de las actas me llamó y me dijo que había quedado el número dos y que, por lo tanto, tenía que ascender a Primera División. Sánchez Arminio me bajó del número dos al cuatro y no subí. Curiosamente, ese año subió Luis Medina Cantalejo, actual director del Comité Técnico de Árbitros.

P. José María Enríquez Negreira era la mano derecha de Sánchez Arminio. ¿Qué papel jugaba dentro del Comité Técnico de Árbitros?

R. El mayor poder lo tenía Sánchez Arminio, eso seguro. Era Sánchez Arminio quien decidía sobre los descensos. Ahora, Enríquez Negreira sí que los comunicaba y te notificaba dos veces por temporada la clasificación arbitral. En las reuniones de tecnificación arbitral, los controles y las pruebas físicas, desde el CTA te comunicaban si ibas en el grupo 1, 2 o 3 de los clasificados. Esa tarea recaía en José María Enríquez Negreira. Mis relaciones eran muy malas con él, así que a veces me lo comentaba Franco Martínez.

P. ¿Por qué era tan mala su relación con Enríquez Negreira?

R. No tenía buena sintonía con nadie de la directiva arbitral del CTA. No me resultaban personas de confianza. Eso sí, cuando yo iba a Barcelona a arbitrar ni él ni su hijo me acompañaban al estadio. No los tragaba, en general, a ninguno de los dos. Me parecía vergonzoso que enchufara a su hijo. Tampoco me llamaron para cenar ni me regalaron televisores o sandwicheras. Con Ángel María Villar tampoco me llevaba bien. Desde que empecé a arbitrar en Tercera División critiqué su penosa gestión con dureza. Siempre me pareció que debía salir de la Federación Española de Fútbol por higiene. Nuestra relación era horrorosa.

Iñaki Fernández Hinojosa fue uno de los mejores árbitros españoles de Segunda División. Así lo acreditan los dos Trofeos Guruceta, premio honorífico que anualmente entrega el Diario Marca al mejor árbitro de la temporada de la LaLiga, ganados de forma consecutiva (2004/2005). Sin embargo, ni la buena opinión del resto de sus compañeros ni las diversas veces que fue escogido como mejor colegiado de la categoría de plata del fútbol español fueron suficiente reclamo para ascender a Primera División. La razón hay que buscarla en los despachos del Comité Técnico de Árbitros españoles (CTA) y en la mala relación de Fernández Hinojosa con Victoriano Sánchez Arminio, Ángel María Villar y el propio José María Enríquez Negreira.

Caso Negreira Luis Rubiales Real Federación Española de Fútbol
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