Es noticia
Aventuras y desventuras de un mediapunta único llamado Özil en el reino del Real Madrid
  1. Deportes
  2. Fútbol
Desde el mundo real

Aventuras y desventuras de un mediapunta único llamado Özil en el reino del Real Madrid

El creativo jugador alemán se retira tras haber sabido pasear por la cornisa del Santiago Bernabéu en los años de plomo de Mourinho. Mesut regó de magia la camiseta blanca

Foto: El futbolista alemán, en uno de sus últimos partidos con el Real Madrid. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
El futbolista alemán, en uno de sus últimos partidos con el Real Madrid. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

Mesut Özil deja el fútbol. Alemán de sangre turca, nacido en el año de gracia de 1988, se despide con la camiseta del Real Madrid, el equipo donde fue más feliz. En el Real de Mourinho, entre 2010 y 2013, encendió de verdades la mediapunta dejando un rastro púrpura por los campos de Europa que todavía no se ha igualado. "Me lo pasé muy bien durante tres años en Madrid. Era realmente feliz. Pero pasaron cosas. De pronto, al inicio de la temporada, ya no tenía muchos minutos y se produjo un conflicto entre el señor Pérez y mi padre y agente. Tuvimos que buscar un nuevo club. Fue duro para mí", explicaba hace poco en Marca.

Así es la vida de los mediapuntas en el Real Madrid. Acaban tirados en un cajón o tiroteados en la cuneta. Aunque tengan halo de estrella, ellos se dedican al amor y el amor siempre es lo más difícil. Özil practicaba esa religión y lo hacía hasta el final. El mediapunta es un delantero, que gasta como tal —apenas defiende— e ingresa menos de lo que debería. Todos acaban ante el espejo de lo que pudieron ser y no fueron. A Mesut lo descubrimos en un Mundial.

placeholder El mediapunta celebra un tanto de Cristiano contra el Bayern de Múnich. (EFE/A. Gebert)
El mediapunta celebra un tanto de Cristiano contra el Bayern de Múnich. (EFE/A. Gebert)

Era el príncipe de la primera Alemania mestiza, y descubrió la fragilidad a su nación mientras patinaba por zonas interiores. El madridismo quería a Müller: era rubio, guapo, con clase y sus padres invadieron Polonia; un ideal. Pero Florentino se fijó en aquel que abría las puertas. Y acertó. Özil era mediapunta que jugaba en zona de enganche. No se imponía con la pelota y su sino era dejarse llevar por las corrientes del partido, aprovechar el viento de cola para dibujar paisajes en nuestra memoria. No se permitía un gesto que fuera banal. Como Zidane, trascendía a través de la estética. Eso hacen los artistas y en Özil todo era puro y misterioso. Antes de salir al campo, lavaba su rostro entre sus manos e intentaba no tocar la pelota más que con la esquina de su bota. No mancharla.

Cristiano corría y Özil asistía

Sobrevivió en el fragoroso Madrid de Mourinho por su elevado sentido del último pase. Y porque al final del balón, estaba Cristiano desmarcándose. El dios del amor y el dios de la guerra unidos en una huida perpetua hacia el gol. Los aristócratas eran libres, precisamente porque estaban rodeados de esclavos. Y Mesut era de la raza archiduque. En los códices antiguos está escrito: solamente está permitido uno de esos en cada Real Madrid. Era Cristiano el único eximido de limpiar las cuadras. Pero también, eran los carros de goles de Cristiano los que permitieron a Ozil esos tres años jugando sobre la castellana escarchada y pasándose la bola con Benzema sin apenas tocarla.

Como aquel gol donde levita en escorzo manierista y de tacón le deja a Karim una pelota botando que entró por la escuadra. Fue contra el Ajax, justo la semana antes del 5-0 en el Camp Nou, que convirtió al Madrid en una catacumba de odio. El equipo de Mourinho dominaba el partido por sitios inexplicables. Como si pellizcara un mantel y lo sacudiera por la ventana. La marcha infinita de Cristiano, el tuya-mía de Ozil-Benzema. Cuando Ramos jugaba a Napoleón. El acoso a la razón de Di María, los goles de simple mortal de Gonzalo Higuaín. Pero el centro de la mesa, el control de los partidos, quedaba fuera. Todo era devenir. Y Özil, flotando entre el bien y el mal, esperando el balón como otros esperan a su hombre. Y en eso se les escapó la vida.

placeholder Un Real Madrid extraordinario. (EFE/Kiko Huesca)
Un Real Madrid extraordinario. (EFE/Kiko Huesca)

Para ganar la Champions necesitas control o grandeza. El Madrid de Mou carecía de lo primero y nunca llegó a traspasar el umbral de lo segundo. Así estás en manos del azar. Un penalti de Pepe, una jugada venida del absurdo de Messi, un disparo al palo —como si no importara— de Özil. Su desamor con los goles claros le fue minando en su última temporada de blanco. Tenía ese vicio de subrayar el disparo para ponerle un marco al gol. Pero los caminos del gol no son los del artista. Son los del depredador.

Un partido inolvidable

Aquel partido contra el Borussia en la tercera temporada de Mourinho (2013), que significó tantas cosas. La vuelta en el Bernabéu. Un estadio inflamado de sangre. Eran muchos años arañando las paredes y todo reventó. Nos llegaban a las puertas con una facilidad de cuento infantil. Ya están aquí. Y el Real oteaba cientos de goles cada vez que salía de caza. Pero no era el día. Özil estuvo exquisito y tambaleante con esa fragilidad de princesa en el callejón. Falló solo ante la portería. Y se quedó perplejo y algo asustado, como un corzo descubierto en medio de una carretera secundaria.

Entonces, el Bernabéu, que es la ley, una ley antigua, como los montes, las mareas y los acantilados; se quedó en silencio. El estadio siempre le intuyó un destino trágico, pero nunca levantó la mano contra él. Pero esa fue su última función. El silencio es una mortaja y así se fue del Madrid. Jugó su último partido en los Cármenes, donde tiró su diadema al suelo y abandonó el campo en un larguísimo travelling que lo desnudó hasta los huesos.

placeholder Klopp ganó esa vez. (EFE/Kiko Huesca)
Klopp ganó esa vez. (EFE/Kiko Huesca)

Quizás su padre enredó de más. Ya saben ustedes, "Cuando los padres son los representantes" ha sido censurada en EEUU por sus escenas de terror dantesco. Pero su marcha se deslizó con la venida de Bale y el madridismo quedó conforme. Özil es la concesión a una verdad subterránea que a veces hiere al Madrid. Sin ella, los blancos serían un acorazado cañoneando a la ballena y arponeando a sus crías. Tenía esa cosa única de ir caminando por el desfiladero, con la vocecilla, pero sin perder la pelota ni pisotear las rosas. El mediapunta que le siguió en la saga, Isco, era demasiado rotundo para excitar ciertas sensaciones. La fragilidad no era lo suyo, y atacaba la pelota con clase, pero sin miramientos.

La forma de jugar de Özil llenaba el campo de símbolos. Cuando se asomaba a la línea de fondo había llegado hasta el final, al precipicio. Y daba marcha atrás y seguía con la música hasta que Cristiano aterrizaba en la Tierra. Özil era de caminar bajo las bombas y el Madrid es un equipo de perros que inoculan la rabia. Parecía no conectar con la tradición merengue. Pero Özil fue verdad. Funcionó en los tiempos más duros que se recuerdan. Dejó la función lista para que Modric, Benzema o Kroos dominaran Europa sin mancharse de la sangre de los contrarios.

Después del Madrid se fue al Arsenal. Eso fue todo. Su danza no alcanzó la gravedad ritual que necesita una semifinal del Champions. Pero su belleza nos permite imaginar lo que pudo ser. No veo a Özil, pero me imagino sus pases. No la veo a ella, pero puedo hablar con su sombra. El próximo sábado a las 20:00, en la iglesia otomana de la Castellana, hay una misa por el alma de Mesut Ozil.

Mesut Özil deja el fútbol. Alemán de sangre turca, nacido en el año de gracia de 1988, se despide con la camiseta del Real Madrid, el equipo donde fue más feliz. En el Real de Mourinho, entre 2010 y 2013, encendió de verdades la mediapunta dejando un rastro púrpura por los campos de Europa que todavía no se ha igualado. "Me lo pasé muy bien durante tres años en Madrid. Era realmente feliz. Pero pasaron cosas. De pronto, al inicio de la temporada, ya no tenía muchos minutos y se produjo un conflicto entre el señor Pérez y mi padre y agente. Tuvimos que buscar un nuevo club. Fue duro para mí", explicaba hace poco en Marca.

Mesut Özil Isco Real Madrid
El redactor recomienda